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Competencia científica y económica

Controversia clónica

por Armando Olveira

El primer caso de clonación de un mamífero superior fue dado a conocer el jueves 27 de febrero por la revista Nature, cuya portada lucía un primer plano de Dolly, la hoy célebre oveja escocesa de la raza Welsh Mountain. El Dr. Ian Wilmut, jefe del equipo del Instituto Roslin de Edimburgo y responsable del experimento realizado en julio del año pasado, se vio obligado a defender su oposición deontológica ante la Asociación de la Prensa Británica

En los primeros días de marzo se especulaba, no sin algo de sentido del humor, con la clonación de vacas, perros, monos, un gorila albino y hasta un insólito pollo presuntamente creado con la dudosa capacidad de cantar como una perdiz. Se alertaba también sobre la concepción artificial de un niño, nacido cuatro años atrás en Bélgica. Esta historia fue negada con énfasis por autoridades sanitarias de ese país.

El anuncio de que se podrán fabricar clones humanos antes del 2005 derivó en cuestiona-mientos éticos, morales y religiosos; presentación de leyes limitativas; pronunciamientos de sociedades científicas; encuestas de opinión pública y hasta la jocosa propuesta de clonar la ceiba de San Francisco, un árbol histórico de Venezuela.

Wilmut justificó la clonación de animales superiores señalando que «la técnica tiene muchas aplicaciones prácticas». De esto también se percató PPL Therapeutics, la poderosa multinacional de biotecnología que patrocinó el experimento: «Se liberará a la humanidad de muchas enfermedades. Se crearían ovejas que producirían proteínas antihemofílicas. Luego se clonaría esta célula, utilizando el mismo proceso de Dolly, y de esta forma nacerían ovejas que fabricarían en su leche fármacos para combatir la hemofilia».

El científico escocés explicó que «la misma técnica podría utilizarse para engendrar enfermedades humanas, como la fibrosis cística. Los animales clonados servirán para probar la eficacia de distintas terapias y emplearse inclusive para crear animales con hígados o corazones de diseño humano, que podrían transplantarse a personas enfermas que lo necesiten».

No obstante, según Wilmut «sería repugnante hacer clones de seres humanos, aunque no son pocos los que sostienen que la clonación será inevitable, a pesar de que hay países que la prohíben».

«Nos preocupa el mal uso potencial de este experimento. Hemos puesto a disposición de especialistas en ética y la Autoridad Embriológica Humana toda la información sobre el tema. Creemos que es importante que la sociedad decida cómo quiere que se utilice esta tecnología y asegurarnos de que se prohíba efectivamente lo que debe ser prohibido. Me entristecería enormemente que la ciencia comenzara a usar este tipo de tecnología con las personas», insistió.

La clonación humana está muy cerca

El experimento que permitió la creación de Dolly conmovió tanto a biólogos como a expertos en bioética. «Es increíble», aseguró el profesor Lee Silver de la Universidad de Princeton: «Significa básicamente que ya no hay límites, que la ciencia ficción se ha hecho realidad. Decían que nunca se podría lograr, pero se ha hecho. Y antes del 2000».

Patrick Dixon, especialista en genética de la misma universidad estadounidense, opinó que «ya es potencialmente posible producir réplicas de cualquier humano viviente».

Dixon señaló que «lo que se puede hacer con mamíferos también es posible con humanos. Dentro de unos años seremos capaces de producir un niño gemelo de uno de sus progenitores». Subrayó que la normativa sobre experimentación genética no está regulada en todos los países y que «nada prohíbe experimentar con humanos».

Dixon, autor del promocionado libro La revolución genética, recordó que, una semana antes de la difusión del experimento Dolly, fue llamado por una mujer que le solicitaba una reproducción clónica de su padre muerto: «Quería regresarlo al mundo como un bebito, incluso llevarlo en el vientre. Al saber de este experimento le envié un mensaje positivo. Su sueño está más cerca de lo que se pueda pensar». El científico agregó que «será posible recuperar muertos de sus cuerpos antes de que mueran. De ese modo un padre podría reproducir una copia idéntica del niño fallecido trágicamente».

No obstante, alertó que «las personas podrían ser clonadas sin su consentimiento. Sólo son necesarias unas cuantas células para obtener una réplica exacta de un ser humano. En la actualidad hay bancos de semen que comercializan espermatozoides de premios Nobel como un gran negocio».

En el boletín de Etica Médica del Reino Unido, el Dr. Richard Nicholson afirma que «se debe decir basta a las siniestras operaciones de ingeniería genética. Desearía que nunca hubieran ocurrido».


Contra la prohibición

El director del Instituto Superior de Salud de los Estados Unidos, Harold Varmus, se pronunció en contra de la adopción de leyes que establezcan una prohibición absoluta de estudios sobre clonación de seres humanos, en abierto contraste con la opinión del presidente Bill Clinton.

Asimismo Varnus dijo que es posible que se plantee la hipótesis de algunas situaciones en las cuales la clonación humana puede ser ética y moralmente aceptable.

Al prestar testimonio ante la Subcomisión de Ciencia y Tecnología, tanto Varmus como otros especialistas expresaron su oposición con el diputado Vernon Ehlers, un físico de formación profesional, para interceder en la prohibición ejecutiva del uso de financiamientos públicos en las investigaciones sobre embriones humanos anunciada por Clinton.

«Si no nos ponemos de acuerdo en un tema tan peligroso, si no prohibimos la manipulación, no seremos capaces de ponernos de acuerdo en nada», dijo el investigador George Annas, de la Universidad de Boston.

El médico Ronald Munson, profesor de ética de la Universidad de Missouri, en Saint Louis, opinó que «en principio, esta tecnología no puede ser controlada policialmente».

 

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