Obituario
Palabras del Presidente del SMU, Dr. Barrett Díaz Pose en el Sepelio del Dr. Juan Carlos Macedo, efectuado el 17 de Noviembre de 2002 en el Cementerio del Buceo, en la ciudad de Montevideo.
“Una desgraciadísima casualidad –por el cargo que circunstancialmente ocupo— me ha puesto en el trance de que las palabras que nunca hubiera querido oír sobre Juan Carlos Macedo tenga que ser yo quien las pronuncie.
No sé realmente hacerlo. Este es un hecho injusto, inexplicable e incomprensible.
A la hora de despedir a un ser querido, a un compañero, algo de la angustia de la propia muerte está siempre presente en todos nosotros. Pero en este caso, y sin negar que ello exista, la singularidad de Juan Carlos como ser humano irrepetible es tan grande que relativiza eso.
De las mil cosas de toda persona, de la bonhomía, del gesto sobrio de Juan Carlos, de la palabra pausada, la enseñanza afectuosa, la ética aseada de un vasco incorruptible, yo quiero decir una, porque creo que le hubiera gustado: Pasó entre nosotros como un hombre que trabajó la palabra.
La palabra como creación perfecta.
El trabajo de crear palabras, de enlazarlas en un oficio tan noble como el del herrero. ¡Y la inspiración!... En aquel bombardeo del París ocupado por los nazis, a cargo de los aliados, donde no se dejaba caer bombas ni metralla, sino papel y en el papel, un poema de Paul Eluard presidido por la palabra “Libertad”.
Juan Carlos Macedo trabajó la palabra como resistencia de la dictadura, como sobrevivencia, como solidaridad, como compromiso, con valores irrenunciables. Y él es irrepetible, porque la síntesis densa y la palabra perfecta, como tuvo Juan Carlos, ninguno de nosotros podrá ya crearla.
Podremos como consuelo repetirlo, y a mí me queda como mandato prescrito, desde que vivía lejos, en Venezuela: “defender la alegría como un estandarte”.
Todos podremos reencontrarnos con Juan Carlos. Pero eso será desde mañana, porque este es justamente el vértice de la congoja.
Desde mañana podremos repetirlo: ¡Hasta mañana Juan Carlos!
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