Prof. Emérito Dr. Manlio Ferrari Martínez
El Comité Ejecutivo del Sindicato Médico del Uruguay participa con profundo pesar el fallecimiento, en el día de ayer, del Académico Prof. Emérito Dr.
Manlio Ferrari Martínez, discípulo de Julio C. García Otero, Maestro de Clínica Médica y querido profesor de decenas de generaciones de médicos uruguayos.
Un auténtico Maestro de Maestros. De hecho, muchos profesores de Clínica Médica y de otras disciplinas, fueron formados junto a él en sus Clínicas de los Hospitales Maciel y Clínicas.
Entre otras obras de importancia en la formación médica, escribió numerosos libros, destacándose la referida a Patología del Aparato Respiratorio (Junto a los Profs. Carlos Oehninger y José Pedro Ibarra Ruiz) y el de Linfopatías Tumorales (junto al Prof. Helmunt Kasdorf).
Se le considera el impulsor de la introducción en Uruguay de la Medicina Nuclear para estudios clínicos, la que comenzó a funcionar en un pequeño ámbito del Hospital Maciel.
Junto a él se formaron en esa disciplina los Dres. Juan José Touyá y Carlos Beckermann (hoy residentes en los Estados Unidos desde hace décadas), Eduardo Touyá y Antonio Páez.
Era el padre de la Prof. Dra. Ana María Ferrari Castilla, actual Decana de la Facultad de Medicina.
Su sepelio se realizó a las 16 horas del corriente (26 de Agosto) en el Cementerio del Buceo.
El Comité Ejecutivo del SMU hace llegar sus sentimientos de pesar y de dolor por tan lamentable pérdida, solidarizándose con sus familiares y amigos.
Acto de sepelio - 26 de Agosto de 2005 - Cementerio del Buceo
Palabras del Prof. Dr. Carlos F. Salveraglio, Profesor de Clínica Médica
El ser discípulo de un gran maestro, no sé si este título lo merezco, pero hace unos años atrás, en la Embajada Argentina, se designó a Manlio Ferrari maestro de la medicina uruguaya. Y el hizo el honor de llamarme para decirme que yo lo presentara como maestro. Aquel día era todo alegría, era todo felicidad, y era un homenaje sentido por mucha gente, él lo vivía así.
Hoy vinimos a acompañarlos acá, a acompañar a su familia, a acompañar también a Sara, que fue una señora excepcional a la que tuvimos oportunidad de conocerla porque viajamos muchas veces juntos al interior con ellos dos y era como la señora de un caudillo. Hay mujeres que son grandes porque el marido es grande y ella también lo es.
Vinimos también a acompañar a las personas que lo han acompañado hasta ahora, que también creo que en la vida de él fueron realmente un apoyo trascendente.
Es muy difícil hablar con alegría en un momento así, pero hace poco oí una frase de Borges que decía: "Yo viviré mientras me recuerden que no tengo que irme, hasta que viva el último que me recuerde". Manlio va a vivir muchos años porque a él lo van a recordar muchos años. Yo pensaba además no solamente vivir, yo creo que él también sigue ejerciendo la profesión, porque cada vez que damos clase o cada vez que vemos un enfermo, nos acordamos de sus enseñanzas para resolver un caso clínico o para poder ayudar a alguien. Eso realmente uno lo va percibiendo quizá con los años; yo antes no lo veía así, pero hoy digo que todavía mi padre me sigue abriendo puertas que a mi me parecen imposible de abrir y sin embargo él está ahí. Y Manlio va a estar ahí por muchos años, porque él va a tener los que lo conocieron, los que nos sentimos sus discípulos, los que ejercemos la medicina que enseñó, lo que le podemos trasmitir a los que nos siguen. Ellos van a ejercer la medicina que Manlio nos enseñó.
Manlio en su primera clase decía "se debe ver un enfermo nuevo todos los días y ver la evolución de los enfermos de los días anteriores para ser buenos médicos". Mucho más que eso nos enseñó una calidad de vida, una calidad profesional, un saber diferenciar lo importante de lo menor y abarcar complejos conjuntos de signos, y a nosotros se nos hacía un mundo enfrentarnos a un enfermo, pero él con un razonamiento clínico depuraba y tenía una sagacidad enorme para pesquisar lo que era trascendente o no y con eso se llegaba fácilmente al diagnóstico.
Quince de sus alumnos fueron Profesores Titulares, imagínense cuantos otros llegaron a la docencia, cuanto multiplicó él su formación a través de nosotros y junto con él sus libros. Creo que en muchas Facultades de países vecinos, los que no tuvieron a Ferrari como Profesor directo lo tuvieron a través de sus libros. El libro de Neumología hecho por él, por Oehninger y por Ibarra fue un libro excepcional. Era el libro de estudio de la Neumología durante muchas generaciones.
En la Academia también tuvo una trayectoria notable. Promovió el desarrollo de las especialidades, la Hematología, la Medicina Nuclear. La Hematología era una de sus debilidades, él formó un grupo de discípulos excepcionales, formó la Cátedra Regional que es una de las pocas cosas que el Uruguay puede destacar con orgullo.
Es hora de despedirnos de él, pero siempre va a estar con nosotros y va a seguir ejerciendo la medicina por muchos años.
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