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Raúl Praderi, de la Comisión de Homenaje a Roslik

«Fue una infamia
lo que se hizo con él»


El Dr. Raúl Praderi es miembro de la comisión que organizó el homenaje a Roslik en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. «Cuando me llamaron, no pude menos que sentirme honrado. Además de un acto de justicia, creo que el acto permitió reinstalar un debate sobre ética médica... imprescindible si tenemos en cuenta las perversiones que sufre hoy la profesión». Praderi sostuvo que «lo rescatable del drama fue la valentía de los colegas que no dudaron en firmar una segunda autopsia ajustada a la realidad clínica».


por Armando Olveira

Foto Dr. Raúl Praderi: «En el caso particular del asesinato de Roslik, al colega le cabe perfectamente la condena, por falto de ética y pusilánime»

¿Qué imagen tiene de Roslik?

Por lo que decían en su pueblo, San Javier, era un médico de los de antes, de los que nos gustan a los veteranos. Un hombre bueno, dedicado a sus coterráneos. La esposa contaba que atendía a dos terceras partes del pueblo. Era una persona muy querida, que surgió de la tierra y volvió para cumplir con una deuda moral. Quedan pocos de esos médicos. Atendía prácticamente gratis, conseguía medicamentos para los que no tenían plata y hasta prestaba cuando algún vecino andaba corto.

Fue una infamia lo que se hizo con él. ¡Matarlo solamente porque era ruso! ¡O porque había estudiado medicina en la Universidad de Moscú! Una barbaridad.

La situación se agrava humanamente, porque secuestraron de su casa a un hombre joven, recién casado y con un hijo chico. Se lo llevaron a las tres de la mañana, para torturarlo hasta la muerte. Un disparate.

Peor todavía fue la pésima conducta ética del colega que participó en las torturas y que hasta se prestó para firmar un certificado de defunción falso. Una canallada.

¿Qué le pareció San Javier?

Es un pueblito precioso. Son colonos muy sanos, dedicados con todo a la producción y al trabajo. Un lugar muy agradable en la costa del río Uruguay.

Este tipo de inmigraciones eran comunes hasta mediados de siglo. En Entre Ríos, muy cerca de ahí, hay un pueblo entero de alemanes que vivían en Rusia. Recordemos a los menonitas.

El asesinato de Roslik fue un hecho absolutamente fuera del contexto histórico uruguayo. Siempre recibimos muy bien a los europeos, a tal punto que se afincan definitivamente. En el caso de San Javier, hay una colonia rusa muy trabajadora. Además, los uruguayos prácticamente somos de origen europeo.

Foto En sepia, la «Lección de anatomía» fue tomada en la Universidad Patrice Lumumba

Su reflexión de alguna forma aporta un punto de vista distinto sobre el episodio, porque justamente no es un hombre de izquierda...

Cuando se comete una injusticia, no existe izquierda, derecha o centro. Existe la solidaridad humana y el afán de justicia y verdad. Sería un inmoral si me callara porque el difunto era ruso o había estudiado en Moscú.

Por otra parte, basta leer un poco de historia para saber que esa colonia se radicó en Río Negro a fines de la década del '10, justamente huyendo de los comunistas. Eran liderados por un pope ortodoxo perseguido. Así que de comunistas nada tenían. Tampoco eran judíos, porque los famosos gauchos judíos se radicaron en Santa Fe.

No hay ideología para plantarse firme contra la injusticia. La muerte de Roslik fue espantosa, desde donde se lo mire. Si hubiera sido comunista, también debe ser considerada una canallada. Es inmoral perseguir a alguien por pensar distinto. Más aun si esa persecución baja desde el Estado.

Nos decía que había releído el caso. Hay un aspecto que seguramente lo sensibiliza: el asesinato de un médico.

Es verdad que uno lo siente más de cerca porque es la muerte de un colega, pero lo terrible fue la violencia exagerada. Porque se sabe que en las cárceles militares hubo tortura, pero no hasta la muerte de la víctima. Eso quiere decir, además, que si bien hubo complicidad demostrada de un médico, los torturadores actuaron de manera brutal. En el caso particular del asesinato de Roslik, al colega le cabe perfectamente la condena, por falto de ética y pusilánime.

En el otro extremo, se sitúa la valentía y el profesionalismo de los hermanos Burjel...

Jorge Burjel era médico militar en Paysandú, presidente hasta hace poco del Congreso Uruguayo de Cirugía. Fernando es un destacado ginecólogo. Profesionales de muy buen nivel, muy queridos, muy buenos técnicos.

Los colegas actuaron muy dignamente, a tal punto que en la comisión de homenaje a Roslik propusimos enfáticamente que se les hiciera un homenaje especialísimo. Creo que fueron un ejemplo de ética profesional.

Tengo el honor de decir que Jorge es muy amigo mío. Siendo médico militar se la jugó, no aceptó presiones, y presentó un informe con todo lo que había visto en el cuerpo de Roslik. No dudó en poner que tenía destrozado el hígado a causa de una hemorragia provocada por los golpes. El informe de los patólogos fue muy bueno también, señalando que los pulmones estaban llenos de agua, por la inmersión.

Hablábamos de las ideologías. También en este caso es importante resaltar que el segundo informe estuvo desprendido de toda militancia política. Eso le da más valor.

También es destacable el coraje de la viuda de Roslik...

Foto Vladimir Roslik de vacaciones, cerca de Moscú

Lo mejor de una historia espantosa fue el coraje de la viuda y el profesionalismo de los colegas que hicieron la segunda autopsia. Técnicamente hablando, lo rescatable fue repetir la autopsia, a pesar de las presiones implícitas y explícitas. Y fue bueno también que estuvieran allí los hermanos Burjel, como garantía técnica y moral del resultado.

En medio de todas las arbitrariedades, la mujer fue muy bien asesorada. Se pidió un nuevo examen, a esa altura imprescindible. Leyendo la historia, supimos que hubo terribles presiones para ocultar el crimen. Se mencionó una camioneta que daba vueltas por el pueblo para asustar a la gente, en especial a la viuda. A pesar de arbitrariedades y miedos, ella se animó a pedir la autopsia. Fue una victoria de la justicia.

Desde el punto de vista clínico, hubiera sido lamentable que la justicia se quedara con un papel lleno de mentiras. Además, era el final de la dictadura. Fue la última gran barbaridad que cometieron.

Foto Dr. Raúl Praderi: «Cuando se comete una injusticia, no existe izquierda, derecha o centro»

Era un momento muy particular, de transición. Era lógico suponer que la dureza dictatorial estaba en baja...

De transición, pero con el Sindicato intervenido y la Federación Médica un poco más libre, pero también disminuida. Es la única explicación para que el médico militar firmante del primer certificado se sintiera con cierta impunidad. De otra manera es inimaginable que un colega medianamente respetable firmara ese mamarracho vergonzoso. Repito, un médico que comete ese horror, ni siquiera merece el título. No fueron tantos los cómplices, pero habrá que revisar, dicho sea de paso, qué estamos dando en la facultad.

Usted mencionaba la necesidad de homenajear a los médicos firmantes de la segunda autopsia. Es muy justo, pero también vale destacar la actitud del Colegio de Abogados.

No lo dude. Leímos las actas firmadas por esa gran personalidad que es el Dr. Rodolfo Canabal. Hay que tener en cuenta el difícil contexto histórico de la salida democrática, y algo que no es menor, una tradición no escrita que marca la relación entre médicos y abogados. Para ellos hubiera sido muy fácil no meterse en un asunto médico, sin embargo se solidarizaron con nuestros gremios.

La participación del Colegio tiene que ver, primero, con la base normativa necesaria para encarar un tribunal ético con todas las garantías legales. Segundo, no menos importante, con el propio prestigio de los abogados que se comprometieron con la investigación.

Cuando supimos que el Colegio estaba detrás de los tribunales y del Comité Nacional de Ética Médica, nos quedamos tranquilos por el respaldo legal que ello significa.

Foto Mary y Vladimir en el puerto nuevo, lugar predilecto para sus encuentros

Usted formó parte del Consejo Arbitral del Sindicato Médico, poco después de la salida. ¿Qué le quedó de esa experiencia?

Estuve dos veces en el Consejo, la primera ni bien se salió de la dictadura. Allí tratamos y discutimos casos de médicos militares y policiales acusados de participar en torturas y apremios ilegales durante esos doce oscuros años. No fuimos duros, ni blandos. Creo que fuimos muy objetivos. Se sancionó a quien lo merecía, se archivó a quien no tenía elementos suficientes y se salvó a quien no se pudo responsabilizar de actitudes reñidas con la ética. No es tan fácil comprobar una denuncia tan grave y delicada.

Entre los médicos militares hubo gente muy bien. Recuerdo una vez, en la Junta Directiva del CASMU, cómo el Dr. Tito Pais despedía a un médico que se jubilaba de la institución y que había sido dependiente militar. No me olvido de las palabras de Pais: «Este hombre nos atendió cuando estuvimos presos. Fue muy correcto»...

El caso de Burjel es digno de contar. Después de la segunda autopsia de Roslik, lo echaron del cuartel de Paysandú y no querían pagarle la jubilación. Era algo tan burdo, que con el tiempo se aclaró correctamente. Con esto quiero decir que los médicos militares no eran todos iguales.

Foto En el casamiento de Zoia. Valery tenía un mes. «Nuestra primera salida solos, pendientes de la teta», comenta Mary con humor

¿Qué sintió cuando el Sindicato lo invitó a participar de la comisión de homenaje a Roslik?

Lo recibí con mucho orgullo y creo que con responsabilidad. Los colegas y amigos saben que uno se entusiasma con este tipo de comisiones vinculadas con la ética.

No puedo olvidar que mi padre fue presidente del Sindicato durante la dictadura de Terra. ¿Sabe una cosa? No se metieron con la institución. Fue más blanda que la última, es cierto, pero es interesante recordar que no lo tocaron, ni como técnico, ni como docente, ni como gremialista.

Integró el segundo grupo de médicos que obtuvieron cargos en la Asistencia Pública por concurso de oposición, junto con Juan Carlos Pla y Gandolfo Canessa. Aunque todos sabían que era opositor al terrismo, no se animaron a tocarlo, por aquello de la autoridad moral que irradiaba entre propios y ajenos.

En su juventud había fundado la Asociación de Estudiantes Libres de Medicina; fue director de la revista El Estudiante Libre y consejero de la facultad como delegado estudiantil y de los profesionales. Fue el único profesor de ética que tuvo nuestra facultad.

Pero quien nace en esa cuna, no puede menos que honrarla, y como tal participar en iniciativas que tienen que ver con la ética médica.

¿Quedó conforme con el resultado del homenaje del Palacio Legislativo?

El acto del Salón de los Pasos Perdidos fue muy bueno, muy emocionante y, por sobre todo, muy justo. Lo emocionante fue que se trató de un acontecimiento sin banderas. Con el Parlamento como escenario de una reivindicación ética de los médicos uruguayos. La idea fue excelente y se cumplió de la mejor manera.

Traspolemos el hecho situándonos en la dictadura. Si los personeros de la dictadura hubieran sabido que la muerte de un médico rural iba a provocar tal escándalo nacional e internacional, seguramente lo pensaban dos veces. Era inimaginable que el tema siguiera tan latente y que quince años después tuviera la repercusión que tuvo en abril pasado.

¿La comisión de Roslik puede ser la base de sustentación para la VIII Convención Médica Nacional?

No sé si es probable, pero sería imprescindible para la profesión que los médicos pudiéramos reunirnos para reflexionar sobre nuestro trabajo. Hay un tema fundamental: la colegiación. Un asunto que planteó mi padre, por primera vez, en la segunda y tercera Convención Médica Nacional, allá por los '40. Defendió un sistema francés denominado Orden de los Médicos, por el cual los delitos y faltas médicas deben ser juzgados por médicos especializados. Recién ahora se está revisando todo eso. Está demostrado que la mayor dificultad se encuentra en el Parlamento. Por eso le decía lo significativo del acto de Roslik en ese escenario.

Foto 22 de enero de 1984. Segundo mes de Valery, con padres y abuelos

Se menciona la posibilidad de reflotar la Comisión Nacional de Ética Médica...

Sería muy buena como paso previo a una definitiva colegiación médica del Uruguay. Actualmente tenemos tres niveles de vigilancia ética de la profesión, todos muy respetables. Está la Academia Nacional de Medicina, de la que soy miembro. Tenemos una Comisión Honoraria de Salud Pública, con gente de mucho prestigio, que trata los errores en ese ámbito. Y está el Consejo Arbitral del Sindicato Médico. Todos son excelentes en aspectos particulares, pero se necesita un órgano definitivo, con poder jurisdiccional.

También han iniciado una reflexión sobre la calidad del trabajo médico...

Hablamos sobre las perversiones éticas de muchos colegas. Justamente, hace poco presenté un caso muy grave de lo que llamo «dicotomía». Por ejemplo, un gastroenterólogo lo manda a operar de la vesícula, a cambio de una comisión que recibe del cirujano. En Argentina es casi regla, pero está prohibido por la Asociación de Cirujanos, otro tanto ocurre en Estados Unidos, donde se ha puesto muy firme el Congreso Americano de Cirujanos. No estamos hablando de una falta, sino de un delito liso y llano.

¿En Uruguay existe eso?

No tanto como en otros países, pero es más frecuente de lo que muchos creen. Se hace siempre sobre las operaciones más sencillas, como vesículas... En las de alta complejidad es imposible. Normalmente ahí operan los más veteranos, que no están en esa rosca.

¿Están detectados?

Lo malo es que cada vez son más. Hay una especialidad que lidera la tendencia. Todos sabemos quienes son.

Hay perversiones éticas de la profesión, muy instaladas en otros países, que los médicos uruguayos debemos evitar. En Argentina ocurre que al cirujano le manden información del paciente con la tomografía computada y un billete de cien dólares. Aclaremos que el trabajo se hace bien. El drama es de corrupción. Justamente, el otro día hablamos de estos temas en la comisión.

En la región, Uruguay es el país que todavía tiene menos problemas de corrupción. Es un bien que debemos preservar.

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