ADVERTENCIA: El recurso que está visitando fue creado hace mucho tiempo y no ha sido revisado recientemente. Se mantiene como acervo de la Institución pero tenga en cuenta que puede contener información no relevante o desactualizada.
Luis Falconi: «Al médico, al gremialista, al hombre libre»
Cuando la memoria convoca
Sonia Cingerli es
funcionaria del SMU. También fue esposa del Dr. Luis
Falconi, recordado militante del gremio médico en
tiempos en que el asesinato de Roslik sonó como aldabazo
en las conciencias.
Porque el recuerdo de Roslik está muy vinculado a
figuras como Falconi es que quisimos evocar la memoria de
quienes hoy no están, pero que fueron protagonistas de
esa historia de dignidad.
¿Qué significado tuvo en su momento el asesinato de Vladimir Roslik?
La muerte de Roslik significó un fin y un principio. Fue la última víctima de la dictadura y el comienzo del renacimiento de cosas que estaban ahogadas. Para el gremio médico fue una sacudida muy grande por la condición de colega de la víctima y para mi vida fue fundamental, ya que entonces comenzó mi vinculación con Luis.
¿Pudiste ver ese renacimiento desde una óptica privilegiada?
Sí, en la medida que era funcionaria de un gremio
intervenido y que a su vez se reorganizaba desde la
clandestinidad. La colaboración con esa reorganización
de quienes estábamos en la estructura era importante,
pero sobre todo para mí lo fue forjar una relación de
confianza y amistad con quién después sería mi esposo,
en tiempos en que él empezó a organizar la VII
Convención Médica Nacional, de la que fue uno de los
promotores. Como secretario ejecutivo de la Convención
vivió con mucha intensidad todos sus pormenores.
Estaba intervenido, pero el gremio médico seguía las generales de la ley de todo el movimiento de reorganización popular. Por entonces el reagrupamiento de los médicos se daba a través de la Coordinadora Intergremial Médica, un símil de lo que a nivel más global expresaba el PIT y la ASCEEP como continuidad y a la vez renovación de la CNT y la FEUU. Empecé a admirar a quien después sería mi esposo, por la capacidad, la inteligencia, la franqueza y el esfuerzo permanente que desplegaba junto a tantos otros compañeros.
Es preciso no olvidar que fue una sucesión de instancias interrelacionadas. La VII Convención Médica, que se celebró en AEBU y la Comisión Nacional de Ética Médica, que surgió como consecuencia de aquélla. Sin olvidar el seminario sobre «Consecuencias de la represión en el Cono Sur», en cuya preparación estuve muy metida como colaboradora de Luis, que fue secretario ejecutivo del seminario. Por eso, el hecho de que a quince años de aquello el SMU, levante la bandera de «la vigencia inclaudicable de la Ética Médica» me remite a aquellos tiempos de dolor y al mismo tiempo llenos de riqueza.
Pintame al Luis Falconi humano, el médico, pero también el amigo y compañero.
Luis se pinta a sí mismo de cuerpo entero en la presentación de títulos, méritos y trabajos que realizó en octubre de 1985 para el cargo de Profesor Agregado de Anatomía Patológica, en cuya introducción, en el literal H, concluía diciendo: «He sido coherente con mis ideas, mi actuación anterior y mi conducta universitaria y no cedí posiciones ni renegué mi filosofía e ideología política».
Es ese el espíritu que estamos reivindicando cuando homenajeamos a Roslik.
/