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Palabras del Dr. Pablo V. Carlevaro
La generosidad del compañero Presidente me hace abrir
este acto.
Vivo esta ambivalencia: por tantas y muy
personales razones, me comprenden las generales de la
ley, pero el Sindicato Médico del Uruguay no podía
dejar de evocar una personalidad de esta particular
singularidad.Nos preguntamos:
¿a quién evocamos?
¿al gremialista?
¿al médico?
¿al neurólogo y profesor distinguidísimo?
¿al universitario?
¿al luchador social?
Cuánta polifonía en una misma voz, cuánta riqueza de matices en tanta sencillez esencial.
Es que tras la diversidad subyace la unidad espléndida (era un calificativo que él usaba con frecuencia) de un hombre, con una sensibilidad humana y social, que lo hacen: conocer y servir, asistir y luchar, consagrar el esfuerzo y disciplinar la conducta tras una utopía que indeclinablemente anhela transformar en realidad.
Puedo decirlo sin prejuicio de incrédulo pero también sin ánimo de ofender lo trascendente, que este acto tiene un contenido religioso inmanente.
Religión viene de religar y religar quiere decir: volver a atar, ceñir más estrechamente.
Todos sentimos que nos ligamos más y más profundamente al reunirnos para evocar a José B. Gomensoro.
Que nos ceñimos más estrechamente, los compañeros y colegas; los familiares y los amigos; porque necesitamos ya no lamentar su muerte, sino rememorar y celebrar su vida.
Y necesitamos también, transmitir, a quienes no lo conocieron, un testimonio de extraña vitalidad, un rescate obligatorio de la memoria, porque las palabras testimoniales de Rodolfo Canabal, Carlos Mendilaharsu, Eduardo Galeano y Luce Fabbri darán fe auténtica y necesaria de cómo era él y cómo animaba su identidad sin par literalmente, animaba la vida individual y social.
Por lo tanto, no conmemoramos los cinco años de su muerte, sino celebramos la cuasi ficción de que haya existido; el prodigioso milagro de su llanísima complejidad; la paradoja de que haya actuado siempre como uno más en la profesión, en el gremio, en la docencia, en las responsabilidades de dirección, en la militancia política y social. Actuó siempre como uno más, siendo un ser tan excepcional y singular.
Por eso, en la trama institucional de este Sindicato; en el quehacer cotidiano presente y futuro del Instituto de Neurología; en la vigencia permanente y renovadora de su Universidad de la República; en la lucha libertaria y anhelante por una sociedad mejor, más libre, más justa; en el respeto natural por el otro; en el noble reconocimiento y la admiración alegre, entusiasta y generosa de los méritos de los demás; en la juventud y la cordialidad inalterables de la actitud y el gesto; en la llaneza de quien siempre supone y reconoce al otro como su igual; en el compromiso responsable e irrenunciable tanto en cumplir como en ejercer la tarea, fuera esta médica, científica, universitaria o revolucionaria; en tantas y tantas cosas nobles, sabias, ingenuas y fecundas en las que ocupó su tiempo y a las que consagró su vida, estará siempre él.
Por eso, en nosotros mismos, por influjo inevitable de sus acciones, en la práctica cotidiana de nuestras vidas, por el ejercicio de un magisterio natural sin cátedra ni propósito aun cuando no nos demos cuenta de su presencia, inadvertidamente silenciosa y lozanamente, está y estará siempre José B. Gomensoro metido en la mejor intimidad de las entrañas.
Pablo V. Carlevaro
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