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Conferencia de Yves Thoret
La opresión de un individuo es la opresión de todos
«Me pareció oportuno evocar a Mirabeau, víctima de 17 cartas selladas, cuya prisión en el torreón de Vincennes, dio lugar a la elaboración durante el año 1778 de la obra Cartas selladas y prisiones estatales, publicada en 1782.
¿Qué crimen podría justificar el encerrarle sin juicio ni proceso, sin contacto con el mundo exterior? Las cartas dirigidas ya a su padre, ya a su soberano, permanecieron sin respuesta. Nada más que lo arbitrario y el silencio.
El padre de Gabriel, conde de Mirabeau, intelectual afamado, publicó en 1756 la obra El amigo de los hombres, tratado sobre la población».
La obra, sostiene Thoret, tuvo un éxito impresionante.
«Con su familia, en sus tierras del Bigon, próximo a Sens, se comporta sin embargo como un esposo y un padre tiránico e inquisitorial. Tras haber establecido a Gabriel en la academia militar de Saintes, le impide a su esposa cualquier forma de correspondencia con su hijo. En el regimiento, Mirabeau contrata una deuda de 40 luises.
Se le castiga tras algunas extravagancias a una corta prisión en la isla de Re.
Castigo demasiado dulce según opinión paterna que hubiese sugerido mandarlo a la Guyana Holandesa, tierra de la que jamás se vuelve. Y de escribir: 'De ese modo, no se expone uno a ver reaparecer a un desgraciado, nacido para desdicha de sus padres'.
Una vez conquistada la hija del administrador de la cárcel, Mirabeau zarpa en 1769 con su batallón hacia Córcega, en donde multiplica las conquistas femeninas.
De regreso a casa, se reúne con su hermana Luisa y sus 17 abriles, recién casada. Los hermanos sellan una relación incestuosa de las más tiernas.
Mirabeau, al endosar la gestión de las tierras paternas, trata con los partidarios de la futura revolución francesa, jueces, notarios y campesinos, valientes insurrectos contra el abuso y las decisiones arbitrarias de señores que aniquilan convenciones establecidas, tala de árboles, paso y pastos....Mirabeau se ve sometido por su padre a un régimen de inhabilitación próximo al régimen titular. Es más, para cortar 'por lo sano', el padre de Gabriel, insaciable, obtiene por mediación de relaciones en la corte, una primera carta sellada que fija residencia a su hijo en la ciudad de Manosque».
En la conferencia, Thoret señaló que esa sería la primera de una larga cadena que arrojaría al hijo del «amigo de los hombres» a la prisión, la tortura y la muerte.
Encerrado en el castillo de If, luego se le fija residencia en el Jura, cerca de la frontera de Suiza.
En dicha región conoce a Sophie durante una cena, hermosa hembra de 20 años, esposa de un magistrado viudo de 70, primer presidente de la Cámara de Cuentas de Dole... El padre de Gabriel vuelve a intervenir, así como su suegro, pidiendo rigurosa reclusión mediante carta sellada.
Más adelante, Thoret señala que Mirabeau y Sophie se refugian en Holanda, pero el tribunal de Pontarlier condena a Mirabeau por rebeldía, «declarándole culpable del crimen de rapto y seducción, pidiendo sea decapitado, sentencia inmediatamente puesta en ejecución por medio de una efigie».
Los espías del «amigo de los hombres» consiguen desalojar a los amantes. El tribunal de Pontarlier obtiene la extradición.
Thoret indica que mientras Sophie es internada en Charonne, con dementes y prostitutas, Mirabeau regresa al castillo de Vincennes por «mando de carta sellada, donde permanecerá durante tres años y siete meses».
Sus hijos fallecen mientras él está en prisión.
«El padre de Mirabeau aprovecha el profundo desamparo de Gabriel, tras fallecer sus hijos, incitándole para que suplique a su esposa el obtener la liberación.
El 'amigo de los hombres', deseoso de asegurarse su descendencia obtiene, por mediación de una enésima carta sellada, el poder disponer de su hijo como lo juzgue conveniente».
Cartas y más cartas
«El 13 de diciembre de 1780, Mirabeau sale del castillo de Vincennes, adeudado, condenado a muerte por contumacia y prisionero de su padre.
Diez años más tarde, en1790, al término de su vida, Gabriel nos dice: vi como 54 cartas selladas que acusaban a mi familia, fui víctima de diecisiete cartas selladas, ¡diecisiete!».
Más adelante, Thoret presentaba fragmentos temáticos de la obra redactada por Mirabeau durante su detención en el castillo de Vincennes, cerca de París.
«Este libro se editó en Hamburgo de manera anónima y fue anunciado como obra póstuma bajo el título Cartas selladas y prisiones estatales».
En el desarrollo de su conferencia, Thoret citó la contestación de madame de Maintenon al cardenal de Noailles que protestaba contra las cartas selladas, contestación que él califica de fatalista: «Sea lo que fuere que se insinúa a propósito de las cartas selladas, de ninguna manera va a hacerlas disminuir. Permanecemos persuadidos que nos son necesarias y que con todo derecho hemos de poder otorgarlas. No conseguirán vencer la costumbre de esta forma de 'gobierno'». A lo que Luis XIV agregaba: «En todo tiempo fueron utilizadas».
En su intervención, Thoret cita a Mirabeau cuando contesta a la favorita de Luis XV:
«¿Quién podría, sin una amarga pena, oír a ciudadanos, por descontado honrados, adoptar con ligereza sentencias destructoras de toda libertad y dejarse persuadir, con efectos particulares, que el violar reglas y leyes pueda ser útil e incluso necesario?
¿Qué recurso nos queda cuando la opinión pública invoca lo arbitrario?».
Thoret subraya en su conferencia la ausencia del proceso judicial que implican las cartas selladas, que envían a un ciudadano a la prisión estatal y son caldo de cultivo para que «venganzas domésticas pueblen las mazmorras de la Inquisición civil».
Más adelante, Thoret indica que «aunque la carta se fundara en un texto legal, permanece su nocividad: mientras que la real ordenanza de 1344, promulgada por el rey de Francia, el sexto, condenaba a cualquiera que obtuviese cartas selladas y las aplicara en secreto, Luis XIV y su edicto de 1705 justifica la relegación y emite el deseo que los que se escapen se vean considerados muertos civiles».
Mirabeau comenta como sigue: «He ahí el primer monumento de la legislación francesa en que los atentados del despotismo se hayan visto erigidos en ley».
El poder de uno solo
Thoret indica que «tal ley si así pudiera calificarse, supone que una orden del rey exige un ciego obedecimiento, que esta orden cree o aniquile el crimen que convierta en legítimo cualquier atentado al derecho natural sobre la propiedad civil, en una palabra, este horroroso edicto erige la voluntad de un solo hombre por encima de todas las leyes. No cabe nada entre el reino absoluto de las leyes y el reino absoluto del despotismo».
Cita a Mirabeau cuando dice: «No fueron absolutos porque crueles, sino porque absolutos fueron crueles». En su alegato por las libertades y la significación del autoritarismo, concluyó, que la libertad constituye un derecho inalienable del género humano. «Regresemos a los principios para contestar de una vez a los que plantean el hacha para sustituir al derecho. La violencia o el artificio pueden aniquilar la justicia o la posesión, pero jamás consiguen destruir el derecho. Le importa a la sociedad que el derecho de cada individuo sea protegido por las fuerzas unidas de dicha sociedad. Porque si podemos oprimir a un ciudadano, es porque se puede oprimir a todos», concluyó el intelectual francés.
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