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Santiago Morales, Medalla de Oro en Klagenfurt.
Un cardiólogo, el primer uruguayo campeón mundial de ciclismo.
El cardiólogo Santiago Morales logró en la alpina localidad austriaca de Klagenfurt una hazaña que no ha sido igualada por figuras de la talla de Atilio François, Saúl Alcántara o Federico Moreira: se consagró como el primer uruguayo campeón mundial de ciclismo..
por Armando Olveira
Morales formó parte de la pequeña delegación presente, del 27 de junio al 4 de julio, en los XVIIIJuegos Mundiales de Medicina.
Recordó que el equipo uruguayo viajó «sin apoyo y se enfrentó a equipos profesionalizados y altamente entrenados». El atleta médico de 59 años obtuvo el campeonato mundial de ciclismo en la categoría ruta y el vicecampeonato mundial en contrarreloj y cronoescalada y un sorpresivo segundo lugar en la clasificación general individual de la categoría E (55-65 años), tras derrotar a poderosas representaciones de Italia, Francia, España, Bélgica, Alemania y Argentina.
¿Con qué expectativas fue a los Juegos de Klagenfurt?
Sin muchas expectativas. Mi principal preocupación
era llevar al Dr. Henry de los Santos, uno de los mejores
deportistas que hay en este momento en Uruguay. Un
médico y atleta amateur que sobre la bicicleta anda a la
par de los mejores de primera categoría.
No tuvimos suerte. No hubo eco institucional ni
empresario. De los Santos se quedó en casa y yo fui a
competir sin muchas ilusiones. La diferencia con Henry
fue que yo pude pagarme el viaje a pesar de no haber
recibido apoyo.
Recuerdo que mi partida fue con pesadumbre total. Incluso
llegué a plantearme no ir, porque éramos un equipo que
se había propuesto una meta que no se cumplió.
¿Usted cree que De los Santos hubiera salido campeón?
Sin ninguna duda. Aunque la categoría B (35-45 años)
era mucho más difícil que la mía, estoy seguro que
hubiera brillado. Cabe acotar que, a ese nivel, en Europa
hay una cultura física tal que los médicos ciclistas
son aun mejores que nuestros profesionales.
El terreno de las pruebas europeas es muy distinto al
nuestro. Aunque parezca mentira, en una de las pruebas
tuve que ascender 900 metros a lo largo de seis
kilómetros de recorrido en medio de los Alpes
austriacos. Y no tenía el material adecuado, por ignorar
cómo era el terreno y porque carecía de lo
indispensable. Cuando me vieron los argentinos, antes de
salir me preguntaron: «¿Vos sabés lo que vamos a
subir? Con ese piñón y ese plato no subís la
cronoescalada». Fue ahí que me explicaron que la única
forma de escalar era bajarse de la bicicleta y correr a
la par del pelotón. Era el Monte Piramidal, un caracol
invertido, boscoso y sin referencias. Si los argentinos
no me alertaban, hubiera abandonado. Era el punto más
alto y enmarañado de la zona.
Las mejores delegaciones fueron las de Bélgica, Francia,
Inglaterra, Austria e Italia, patrocinadas por
laboratorios e instituciones especializadas en salud y
ciencias médicas. Por ejemplo, el equipo inglés lucía
en su camiseta el nombre de un instituto de prótesis de
rodilla que pagó esa participación.
En ciclismo hubo un fuerte equipo belga de 15 integrantes
de primer nivel, entrenados y apoyados por el gran Eddy
Merx. La empresa les dio material y logística para que
compitieran a nivel de los mejores profesionales.
Lo más doloroso fue constatar la lucidez de las grandes
empresas europeas para apoyar a sus atletas médicos. No
hablo de generosidad, sino de visión para llevar
adelante el negocio, cosa que a los criollos nos falta.
Sin
ningún apoyo. Solito con mi pasaporte y mi bicicleta,
una antigüedad si la comparamos con máquinas que usan
los europeos.
Tanto De los Santos como yo, sufrimos la triste realidad
de una paradoja: como hombres de la salud y el deporte
pedimos apoyo a empresas que nos negaron lo mínimo. En
cambio se destinaron miles de dólares a una campaña que
premió a fumadores que supuestamente dejaban el vicio.
No me quedó claro el mensaje: se premió a fumadores y
se ignoró a hombres sanos, por una cuestión de
marketing. Eso da mucha bronca.
Creo que también hubo omisión por parte de la Comisión
de Olimpiadas Universitarias del Sindicato Médico. Duele
decirlo, pero mientras nosotros intentábamos planificar
una delegación competitiva para Klagenfurt, todavía se
discutía por la final de fútbol que se perdió en Mar
del Plata.
De acuerdo a lo que nos cuenta, su triunfo nada tiene que ver con una lógica del deporte...
Creo que fue un gran milagro, lamentablemente
irrepetible si se persiste en este camino de soledad,
falta de apoyo y desorganización.
No me gusta hablar de éxito o fracaso, aunque el hecho
de ser campeón mundial creo que debería permitirnos una
licencia para sentirnos exitosos... Quizá, el gran
acierto voluntario fue ir a Klagenfurt sin más
expectativa que compartir una experiencia con los amigos
y con la humildad suficiente para aprender sobre
organización deportiva.
¿Qué más destaca?
Las delegaciones tenían un criterio amplio de admisión. A los Juegos van todos los trabajadores de la salud. Había, aproximadamente, 2.500 atletas de los cuales no más de 500 médicos. El resto era personal paramédico, técnicos en radiología, fisioterapeutas, veterinarios, dentistas, en su inmensa mayoría. Planteé esa posibilidad en la Comisión del Sindicato. No me atendieron. Por otra parte, nobleza obliga, recibí un mensaje en plena competencia del Comité Ejecutivo del SMU y a la vuelta, me recibió la Comisión. Gestos que me emocionaron.
Su diagnóstico, Dr. Morales, no es distinto al que se hace en otros ámbitos del deporte amateur y profesional. Pero hay algo diferente en este caso, la crítica es realizada por un campeón mundial... que viajó solo, luchó solo y ganó solo...
Los uruguayos confirmamos en Austria que es
imprescindible crear un gran movimiento de deportistas de
la salud, no solamente de médicos. Para ello hay que
tener un sentido de la estrategia basado en la humildad
de no sentirnos una elite en el Olimpo. El ombliguismo es
lo único que estrecha nuestra visión global y nos lleva
al fracaso. Lamentablemente, aún seguimos creyendo que
los médicos somos el centro del universo.
Otro aspecto a subrayar es el humano. Se formó un
excelente grupo con Salvarrey, De Mula, Siécola,
Ra-mírez y con el querido Gordo Vanrell. Teníamos una
muy buena relación con los compañeros argentinos y
chilenos.
Por nuestras propias limitaciones, quizá, no fuimos con
el viejo concepto de «un grupo de uruguayos a
competir», sino con uno muy original y solidario: «un
grupo de uruguayos a compartir». Los juegos
transcurrieron en un clima de gran alegría y nosotros
supimos aceptarlo así y sumarnos casi naturalmente.
Campeón mundial de ruta
Vamos a hablar un poco de ciclismo ¿Cuántos competidores se presentaron?
Éramos más de 200 en cinco categorías. La gran mayoría europeos y quien más quien menos se corrió algún Giro de Italia o un Tour de France. Allá el que compite en ciclismo es ciclista de verdad. Al que más recuerdo es a un francés que me ayudó mucho, tal vez porque me vio solo y sin apoyo.
Y frente a ellos, solito, Santiago Morales...
Bueno, si se dice así, parece que uno quisiera hacerse el Superman. Nada que ver. Gané en la categoría E (55-65 años). Tiene su mérito, pero tampoco gané la general.
¿Cuántas categorías?
En total eran cinco e iban de a diez años hasta los
70. No corrí contra los 200 de la general, pero en la E
había algunos «nenes»... Los atletas veteranos, como
yo, hace 19 años que compiten en los Juegos, y siguen
ganando y perdiendo con la misma alegría. ¿Qué
importante es seguir haciendo deporte, no?
Las pruebas se desarrollaron por puntaje, no por
minutos... Si se hubiera contabilizado como en la Vuelta
Ciclista del Uruguay también ganaba el total de la
categoría E... modestia aparte.
¿Qué prueba le dio el título mundial?
Fue en ruta. Dimos varias vueltas a un circuito
maravilloso de seis kilómetros que bordeaba el lago de
Klagenfurt, y que recién conocí el mismo día de la
competencia. En los primeros tres kilómetros había un
gran repecho y luego venía una bajada que, sin
entrenamiento, seguro te mataba.
Fue una carrera rara, porque la subida me costó una
barbaridad, porque la hice solo y por desconocimiento del
terreno. A eso se sumó que se me habían pegado dos
belgas jóvenes de la categoría A... unas fieras. Y me
puse a rueda de ellos. Vi que tiraban una bar-baridad y
me dije: «Si aguanto, estoy arriba». Corrí
intuitivamente y llegué al final, sin mucha emoción.
Llegué y punto.
La sorpresa fue de noche, cuando entregaron los premios.
Estábamos comiendo tranquilos con los compañeros de
delegación en el momento que mencionaron la categoría
E. El anunciador dijo «Uruguay». Nos miramos todos. No
entendíamos nada. Vanrrell fue el primero que saltó y
me puso la medalla.
¿Qué emoción, no?
No... más que nada fue sorpresa. Sentí que no era yo. Creo que no tomé conciencia del hecho hasta el otro día, cuando nos reunimos todos los latinoamericanos.
¿Qué hicieron sus compañeros de delegación?
Me abrazaban. Estaban muy emocionados. Y yo seguía como en otro mundo, no reaccionaba. Creo que Vanrell llegó hasta las lágrimas. Me abrazaba a cada rato y me decía que era una hazaña a lo «Maracaná».
¿Sabe en qué puesto llegó en la tabla general?
Ahí me llevé otra sorpresa. Me ganaron solamente diez u once competidores de todas las categorías. Es que los belgas me llevaron a «babucha»... y eran fuera de serie.
¿A quiénes les ganó? ¿En qué tiempo?
Segundo y tercero quedaron dos italianos, Ciriotti y Di Meo, dos conocidos del Giro de Italia. Hicimos el tramo en 1 hora 43 minutos, a un promedio de 32 kilómetros por hora.
Ni François, ni Alcántara, ni Federico
Y por poquito no fue campeón mundial de ciclismo médico en toda la categoría E...
En el resultado general de la categoría Ciriotti me
ganó por un punto. Ganó bien. Fue el campeón global y
yo el segundo. Ganó dos carreras y salió segundo en una
y yo gané una y salí segundo en dos.
La única frustración que me quedó fue haber perdido el
tramo a tiempo (contrarre-loj) por diez segundos.
También salí segundo en la cronoescalada, pero me bajé
tres veces de la bicicleta. Para subir la montaña no me
daba la transmisión. Ciriotti ganó bien esa carrera.
Nunca lo pude alcanzar. De tarde volví al Monte
Piramidal con Vanrell. No podía creer lo que había
subido. El Gordo me consolaba diciendo que el ganador
tenía todo un equipo de apoyo que le iba marcando
cuánto necesitaba para ganar. En cambio lo nuestro fue a
ojímetro. Y ni que hablar de la bicicleta. El Gordo se
reía de la tortuga que había llevado. Era casi
ridícula. Ni siquiera llevé la mejor máquina por miedo
a que me la sacaran en alguna aduana. Ahí dimos una gran
ventaja. La tecnología del rodado es fundamental por la
aerodinamia que te permite descontar segundos.
¿Qué se dijo en el Congreso Mundial de Medicina del Deporte, complementario de los Juegos?
Se insistió en la necesidad de estimular la práctica del deporte a todas las edades. Creo que eso fue lo principal y se debe transmitir, no solamente a los médicos, sino a todos los uruguayos.
De Mula: «Ellos son atletas»El
cardiólogo y pediatra Carlos de Mula logró en
Klagenfurt la Medalla de Plata en tenis, categoría
single. El deportista uruguayo jugó cinco partidos, de
los cuales ganó cuatro y perdió solamente la final
contra el esloveno Stefan Kovacs.
De Mula afirmó que «la experiencia más rica fue
confirmar cuál es el camino que se debe seguir para
mejorar en el deporte. Los europeos nos enseñaron que es
básico formar primero atletas y luego elegir una
especialidad. En ese rubro las diferencias son abismales
y a los latinoamericanos nos colocan en una indisimulada
desventaja».
Como ejemplo citó el impacto que le provocara conocer
personalmente al otro finalista de su especialidad, el
esloveno Kovacs. «Cuando nos dimos la mano me quedó
claro que enfrentaba a un verdadero profesional del
deporte, a un hombre que primero fue atleta y luego
tenista. Las diferencias se vieron en el resultado final,
especialmente en el segundo set».
Subrayó «el gran esfuerzo realizado por la delegación
uruguaya para equiparar diferencias de fondo que
parecían insalvables. El caso de Morales es histórico
porque le ganó a equipos armados, algunos
profesionalizados y con toda la estructura de medios
ricos».
Salvarrey: «Incluir a todos los trabajadores
de la salud»
El reconocido
deportólogo y traumatólogo Leonardo Salvarrey logró
una Medalla de Bronce en la competencia de lanzamiento de
disco, un premio que consideró «sorpresivo» dado «el
alto nivel de los atletas reunidos en la especialidad».
Recordó que el austriaco ganador de la prueba es «un
verdadero olímpico, pese a tener 52 años». Consideró
«muy buena» su performance, aunque quedó a casi 20
metros de distancia de quien recibiera la Medalla de Oro.
«Las diferencias eran tan grandes, que de alguna forma
la competencia fue del segundo puesto en adelante. El
colega austriaco era algo así como nuestro viejo y
querido carro del Chaná. ¿Se acuerdan?», acotó.
Salvarrey resaltó la necesidad de «incluir a todos los
trabajadores de la salud en las próximas competencias
mundiales». Para fundamentar esta propuesta «alcanza
con hacer una cuenta muy sencilla... Un médico en
nuestro país se recibe en el entorno de los 30 años, o
sea que compite después de esa edad. Entre los 25 y 35
años casi no tenemos atletas. Los europeos solucionaron
ese problema incluyendo a representantes de carreras
cortas. Y está bien».
Siécola: «Cambiar criterios»
El cirujano
Osvaldo Siécola participó en cuatro disciplinas de
atletismo, 400 metros llanos, 1.500 metros, 5.000 y la
media maratón (21 kilómetros). Aunque Siécola no
obtuvo medallas por su actuación, se mostró satisfecho:
«Fue la primera vez que participaba en una justa mundial
y mi único antecedente había sido en el panamericano
del Mar del Plata donde, objetivamente, el nivel era
indudablemente inferior».
En aquella oportunidad había conseguido la Medalla de
Oro de 8.000 metros y de Plata en 5.000 metros.
Siécola sostuvo que el resultado en atletismo «era
previsible». «El nivel de la competencia fue muy alto,
con tiempos muy cercanos a los de profesionales. En ese
contexto, si bien entrené a conciencia en la pista de
atletismo, considero que mis posibilidades estaban muy
lejos de los primeros lugares».
Luchador, exfutbolista
y ciclista por casualidad
El
cardiólogo y médico laboral Santiago Morales, de 59
años, pudo recibirse tras una lucha de dos décadas. A
los 18 años debió abandonar la carrera al morir su
padre. Fue obrero textil en la fábrica «La Mundial». A
los 28 años retomó la carrera en el nocturno,
culminando la Facultad 10 años después, a los 38. Se
especializó primero en Medicina Laboral y luego en
Cardiología. Como laboralista trabajó en la empresa de
transporte COME y en el Instituto Nacional del Menor.
Como cardiólogo, en la cooperativa médica Comeca y en
la Española.
Abrazó el ciclismo «por casualidad» hace 16 años,
luego de haber sido un mediocampista que acompañó a
Julio Montero Castillo en el Club Atlético Salus.
Como pedalista participó en Rutas de América y varias
decenas de carreras de la Agrupación de Veteranos del
Uruguay. Intervino en pruebas internacionales de Brasil y
Argentina y en la última edición del Cicloturismo
Mendoza-Santiago, una prueba de montaña de 330
kilómetros.