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Con el Dr. Azrul Azwar, presidente de la AMM
«Integramos un foro mundial de derechos humanos y bioética»
El indonesio Azrul Azwar, presidente de la Asociación Médica Mundial, explicó que en su país coexisten dos sistemas sanitarios paralelos muy diferentes: «El estatal cubre 95% de la población y actualmente sufre las mismas limitaciones que en otros países pobres del mundo. El privado atiende a no más de 5% y está subvencionado por el gobierno».por Armando Olveira
Para Azwar la AMM es un foro de reflexión sobre temas de «derechos humanos y bioética en países tan distintos... los indonesios hemos recibido una gran ayuda, a pesar del fuerte condicionamiento religioso y cultural impuesto por el islamismo».Cuéntenos algo sobre su vida profesional.
No vengo de una familia de médicos. Mi padre era empleado del gobierno de Yakarta. Descubrí mi vocación en el secundario. Desde ese momento dije que quería ser médico. Y, por supuesto, estoy muy feliz de ello. Terminé la Facultad de Medicina en 1972 en la Universidad de Yakarta y me especialicé en Salud Pública en Hawai. Actualmente soy profesor del mismo centro indonesio que me dio la oportunidad de acceder a la que considero la profesión más interesante del mundo.
¿Cómo está organizada la salud en Indonesia?
Creo que puedo hablar de ello con cierta autoridad, porque justamente mi tema es la Salud Pública. Diría que la situación de mi país no es distinta a la de otros países pobres del mundo, en especial los asiáticos. En Indonesia aún es muy fuerte el peso del gobierno, hasta tal punto que lo privado es algo accesorio o, mejor aún, muy restringido a las capas socioeconómicas más favorecidas. El sistema se basa en un estado que controla la salud pública y aporta fondos, aunque no controla la salud privada. En todos los puntos del país, incluso los más alejados, hay hospitales gubernamentales, que, en su mayoría, hoy por hoy, sufren graves apremios económicos a causa de la falta de recursos. Lo público se ubica en las zonas menos pudientes y sirve para atender a los sectores menos protegidos. Lo privado está en los grandes centros urbanos, en los barrios de familias poderosas. Lo insólito es que estas empresas reciben subsidios estatales, aunque no deben rendir informes sobre qué hacen con el dinero.
Según las tendencias actuales lo privado goza de privilegios económicos sobre lo estatal...
Aunque la presencia estatal es muy fuerte, por razones culturales, lo privado goza de un privilegio: las subvenciones. Es muy fácil abrir una clínica, el problema es que las que ya están acaparan ese mercado y no dan lugar a la competencia. Diría que hay dos monopolios paralelos, uno estatal, para 95% de la población, y otro privado, para no más de 5%. Son algo así como dos mundos distintos.
¿Cómo pudo traspolar su experiencia hawaiana en Indonesia?
Si bien fue muy útil el posgrado que realicé en Estados Unidos, sobre todo por los conocimientos recibidos, es muy difícil aplicar esa experiencia a Indonesia. Son realidades muy diferentes. Una es evidentemente libremercadista, sustentada por un criterio empresarial; la otra es históricamente proteccionista, aunque desde hace un tiempo tiende al achicamiento de sus servicios. Es imposible implantar el sistema de salud de un país a otro.
¿Cuáles son las enfermedades que prevalecen?
Las principales son las infecciosas (en especial la tuberculosis), todas las derivadas de la desnutrición...
¿Y las de transmisión sexual?
Sé que hay un mito occidental sobre la industria del sexo en el sudeste asiático, pero no es Indonesia el caso más patético. No son relevantes los porcentajes de enfermedades de transmisión sexual en nuestro país. Por un motivo fundamental: somos muy ortodoxamente musulmanes. El SIDA, para citar una muy sensible, casi no existe en Indonesia.
¿Cómo es la relación con otros países de la región?
No hay dudas de que somos distintos, pero no es mala. Incluso vivimos una etapa de apertura a partir de nuestra incorporación a la Asociación Médica de los Países del Sudeste Asiático (SAMA). También estamos muy cerca de Oceanía. Como ejemplo basta decir que muchos de nosotros vamos a estudiar a Hawai.
¿Se siente condicionado por la religión?
Sí existen ciertos condicionamientos, sobre todo en cuanto a las conductas y relaciones humanas, pero no llegan con tanta fuerza al ámbito científico. La medicina es una sola, en Indonesia, Estados Unidos o Uruguay. Y los médicos nos parecemos bastante, en nuestras virtudes y defectos, sin importar religión, filosofía o política.
¿Qué preocupa a los médicos indonesios de hoy?
Nos encontramos abocados a fortalecer un proyecto de atención primaria de la salud, que cuesta mucho. Y aquí sí influye la raíz religiosa y cultural. No decimos que es imposible, pero existen mentalidades muy poderosas que no aceptan el concepto de atención primaria tal como se entiende en el mundo. Tenemos muy claro que la salud de la población se mejora con educación y una buena alimentación. Ambas son carencias muy grandes en Indonesia. Finalmente, estamos ansiosos por ingresar a las redes internacionales de telemedicina. Necesitamos recibir conocimientos, por las dificultades que tenemos para viajar.
¿De qué forma le sirve a Indonesia que usted sea el Presidente de la AMM?
Creo que ha sido muy útil para completar un proceso de apertura hacia el mundo que se inició hace algunos años. Cuando un país tan fuertemente religioso, con tantos condicionamientos culturales, se abre al mundo, sin dudas recibe beneficios.
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