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por Armando Olveira

Luc Montagnier, descubridor del virus del SIDA, pasó por Uruguay

Pasteur del siglo xx

«Guarde la foto para sus nietos, señor periodista. Montagnier es el Pasteur del siglo xx.» El consejo, tan cálido como espontáneo, partió de un reconocido infectólogo que participó con la humildad de un principiante en la clase magistral que el célebre investigador francés ofreció en el Edificio Libertad el miércoles 11 de febrero.
El descubridor del virus del SIDA estuvo dos días en Uruguay invitado por la Asociación Española Primera de Socorros Mutuos. Cumplió una apretada agenda con visitas protocolares, conferencias académicas, almuerzos, cenas, y hasta una interesante rueda de prensa en la que mostró su carácter extravertido y amable.

El profesor Luc Montagnier vino acompañado por el Dr. Gustavo González Canali, su mano derecha en materia médica, un joven profesional uruguayo radicado hace más de diez años en París. Ambos impulsan una Fundación Mundial de Investigación y Prevención del SIDA, con apoyo de la unesco, cuyo objetivo es la creación de centros piloto en los cinco continentes dedicados al seguimiento clínico de pacientes con vih y la aplicación de avances científicos.

El científico informó que ya existen instituciones de ese tipo en París, Abidján (Costa de Marfil) y Nueva York y adelantó la próxima instalación de un centro en Buenos Aires que podrá coordinar trabajos con expertos y organismos uruguayos.

El célebre sabio de 66 años se entrevistó con el presidente Julio María Sanguinetti, el ingeniero químico Jorge Brovetto, rector de la UniverSIDAd, y el Dr. Eduardo Touya, decano de la Facultad de Medicina.

Brovetto y Touya mostraron un marcado interés en revitalizar el proyecto de instalación de un centro asociado al Instituto Pasteur de París, impulsado en agosto de 1996 por científicos uruguayos. También se estableció la posibilidad de firmar convenios de cooperación entre el grupo Montevideo –formado por univerSIDAdes del Cono Sur y ese Instituto– para la investigación de virus emergentes.

Ante un auditorio que lo siguió atentamente de autoridades ministeriales, expertos nacionales, parlamentarios y estudiantes, afirmó que «es casi imposible pensar» un tratamientos menos costoso y más corto que restablezca el sistema inmunitario de pacientes afectados de SIDA. «Por ahora es solamente un sueño... Estamos bastante lejos de lograr una vacuna», sentenció. No obstante, aclaró que la industria farmacéutica internacional «se dedica más al desarrollo de medicamentos que al de vacunas».

Montagnier opinó que a pesar de los grandes avances «el virus sigue haciendo trampas que provocan sorpresas a cada paso. El virus juega a la ruleta y hace variaciones al azar... Pero la astucia humana para contraatacarlo es actuar sobre diferentes partes del virus al mismo tiempo».

Consultado sobre las triterapias reconoció que «significan un progreso muy importante» aunque «todavía no son la solución definitiva». «Es cierto que logran disminuir la carga viral en la sangre, pero el virus permanece en estado latente en reservorios como los ganglios, el cerebro y el semen. Por ahora no tenemos la salida definitiva para el problema», acotó.

Montagnier sostuvo que «tampoco se conocen los efectos en el largo plazo y quedan muchas preguntas por hacerse. Las investigaciones deben continuar para que disminuyan costos y duración de trabajos y se complementen con otros que restablezcan el sistema inmunitario y contengan la infección».

Por otra parte, reconoció que «uno de los grandes enigmas que hay que develar» es el mecanismo por el cual entre 10% y 15% de las personas que contraen el virus «logran controlar la infección y demoran el proceso de desarrollo del SIDA».

«Tanto en Francia como en Estados Unidos, se busca una explicación para el suicidio de ciertas células del sistema inmunitario, independientemente de la presencia del virus. Sin olvidar los estudios que intentan contrarrestar la acción de sustancias propias del invasor que lo hacen dolorosamente violento», anunció.

Cáncer y SIDA, una investigación común

Montagnier definió el SIDA como «una enfermedad compleja», por lo que «es normal que se investigue en muchas direcciones... Viajar mucho permite conocer distintas ópticas. Por ello, creo que mediante esas investigaciones se puede seguir avanzando. No hay una coordinación, pero sí una cooperación. Debemos aunar esfuerzos y hacer que los médicos e investigadores trabajen en forma coordinada».

Asimismo afirmó que «el origen del cáncer es multifactorial y sólo algunos tipos tienen relación con virus. Es muy importante diagnosticar esos tipos y hacer una vacuna, ya que ese factor es mucho más influyente que los bioquímicos o ambientales. Por ejemplo, en el cáncer de sangre o mama intervienen muchos factores, pero a veces hay retrovirus asociados que colaboran con una mayor mortalidad. Esta investigación es muy importante, pero también es muy difícil hacer una vacuna contra los retrovirus».

«Mucho más difícil aún es elaborar una vacuna contra el SIDA. Por ese motivo, a pesar de los esfuerzos, todavía no existe una vacuna. Pero soy optimista y es probable que algún día haya una contra el virus del SIDA, que, en forma paralela, podrá ayudar a tratar el virus del cáncer, y viceversa», dijo.

Consultado sobre las terapias actuales, admitió que conllevan algunos problemas serios: «Sólo atacan las células que producen el virus de manera activa y dejan el retrovirus latente. Éste no es accesible al tratamiento actual. Necesitamos saber cuánto dura la etapa de latencia. Antes de agregar nuevos medicamentos deberíamos actuar sobre las células que producen el virus y sobre la capacidad para matar esas células. También es importante que se siga trabajando en tratamientos que aumenten la inmunidad contra el virus en las personas infectadas».

Montagnier dijo que «la aplicación de esas drogas podría presentar efectos tóxicos en el mediano y largo plazos, pero aún no se conocen... Las investigaciones deben lograr que los pacientes tomen menos medicamentos».

«Está claro que la terapia tripartita ha aumentado la capacidad de los pacientes para defenderse contra el virus, por tanto, cuando se aplica correctamente se observan mejorías considerables. La mayor limitación es económica, porque el costo elevado no permite atender a más de 5% de los enfermos del mundo. Por eso no se ve su eficacia a gran escala».

«Sería muy bueno abordar un cambio hacia una terapia de cuatro o cinco medicamentos que tenderían a aumentar la respuesta del sistema inmunológico, además de abaratar costos», concluyó.

«No soy un exiliado»

Sobre las campañas de prevención («sexo seguro») sostuvo que «no han fracasado» pero «la población debe entender que aun descubriendo un tratamiento efectivo, a menudo hay virus que se muestran muy resistentes. Por ello es importante continuar con la tarea de prevención, sobre todo con aquella que está dirigida a los niños y adolescentes de 10 a 15 años. Es importante hacer énfasis en el uso del condón y las conductas responsables, sin promiscuidad».

Negó una versión sobre la supuesta falla de 40% de los profilácticos, señalada por altos funcionarios de la Cruz Roja. «No es así –enfatizó–. Todos los estudios demuestran que el porcentaje de error no supera 4%. El condón protege si se usa bien. El problema es que a menudo las personas lo usan mal o directamente no lo usan».

A continuación, dio a conocer un dato económico impactante: «Si el Banco Mundial diera dinero para atender a todos los infectados del mundo, no alcanzarían sus arcas. Se gastaría más que en dos guerras del Golfo... En realidad, para casi todos los países pobres los gastos implicarían una suma mayor a todo su PBI nacional».

Planteó una hipótesis del caso uruguayo al definirlo «epidemiológicamente similar al argentino» pero «muy distinto en la eficacia del tratamiento».

«Montevideo es una entrada portuaria. Las cepas de virus tienen muchos orígenes y eso complica el trabajo sanitario».

A la vez, diferenció la realidad de ambos países señalando que «aquí hay un descenso más marcado de enfermos de SIDA por la aplicación pública (a través del MSP) de la triple terapia».

«No soy un exiliado en los Estados Unidos. A pesar de haber sido cesado en mis cargos de Francia por edad, conservo una relación estrecha con el Instituto Pasteur. El principal objetivo es coordinar distintas investigaciones en diferentes lugares del mundo. Es cierto que la legislación fue poco flexible, pero para investigar no hay límite de tiempo. Tengo un puesto docente en Nueva York y soy director de un instituto para la investigación del SIDA en el mismo estado norteamericano», concluyó.

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