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por Ana Marta Martínez

La salud en las cárceles incumple normas elementales

«No mueren, por ser jóvenes y sufridos»

  El dramático suceso del Hospital Maciel, donde muriera un enfermero, puso el tema de la salud de los presos en el tapete. Para muchos el Hospital Penitenciario sería la solución. La Dra. María del Luján Jauregui sostiene que no bastay que es imprescindible la puesta a punto de las policlínicas y la independencia de la tarea médica.

El preso como sujeto de derecho

La Dra. Jauregui afirmó: «El preso es un sujeto de derecho; salvo el derecho ambulatorio y el derecho al voto, merece el mismo respeto en todos los demás derechos, especialmente en el de la salud».

Según la Dra. Jauregui, quien desde hace ocho años integra el Grupo de Trabajo sobre el Sistema Carcelario, «el gremio médico hasta el momento le ha dado la espalda al derecho de 3.300 uruguayos».

Con el fin de lograr una salida y revertir la situación de las policlínicas carcelarias y el Hospital Penitenciario y de promover un diálogo con los médicos de los institutos carcelarios socios del smu para que éstos expongan sus necesidades, se debería crear una mesa negociadora del Sindicato Médico con el Ministerio del Interior.

«Los presos están aislados de todos los grupos sociales, salvo de su familia. Este grupo multiinstitucional que integro en representación del smu procura hacer un diagnóstico de la situación para tomar medidas ante un intento eventual de la sociedad civil de integrarlos», explicó la Dra. Jauregui.

Para esto ha hecho visitas a todos los establecimientos carcelarios con objeto de constatar las condiciones vivenciales a las que el detenido está sujeto. Éstas incluyen la relación con los familiares, la alimentación, el trabajo y la salud, y las condiciones físicas del establecimiento, entre otras.

Si se tomara como criterio la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (oms), que abarca desde la recreación hasta la alimentación, «es evidente que no se cumple ni por asomo», afirmó Jauregui.

La definición de salud de la oms «no se cumple ni por asomo»

Médicos subordinados

Jauregui dijo que habría dos realidades distintas: por un lado las cárceles grandes (Comcar y Libertad) y, por otro, las cárceles del interior, dejando de lado el tema de la cárcel de mujeres que dado que hay niños merecería otro tratamiento. En Comcar y Libertad existen 14 médicos que cumplen una guardia semanal de 24

horas a razón de dos por guardia y uno o dos enfermeros, dos psiquiatras y un odontólogo. Todos éstos, salvo el jefe que posee grado de Comisario, tienen el grado de agentes de segunda, por lo tanto están condicionados para ver un paciente al parecer del llavero, un agente de primera que es quien determina cuándo un preso debe ver al doctor.

«Esto es una violación del acto médico y demuestra la total falta de independencia del médico de guardia en sus funciones», recalcó la Dra. Jauregui.

Por otro lado, resaltó que el salario que perciben ronda los 2.300 pesos sin el pago de viáticos. Las policlínicas están mal dotadas de instrumental. La medicación es comprada por la división de abastecimientos, es decir, por el mismo funcionario que compra ladrillos, sin que intervengan los técnicos en su solicitud. Algunos médicos se manejan con muestras de laboratorios.

«La atención es espantosa»

«En cuanto al trabajo médico –prosiguió– se nota un gran déficit en las historias clínicas, que en general no existen, y tampoco hay examen de ingreso para los nuevos o los traslados. El seguimiento por consiguiente es nulo. Esto por ejemplo redundó en que un recluso fuera internado cinco veces por coma diabético en hospitales de Salud Pública. Por todo esto, la atención es espantosa».

En el caso de Comcar existe «un esbozo de sala de internación, la cual carece de puerta, no tiene servicios higiénicos ni enfermería, consta de 14 camas y posee mala ventilación». En cuanto al sistema de traslados hospitalarios, no existe ninguno permanente: «Por esto murió un joven recluso, por un neumotórax valvulado: hubo demora en el diagnóstico pero fundamentalmente por falta de traslado. También a esto se debe que transcurrieran 18 horas entre la instalación de una oclusión intestinal y su traslado a un Hospital».

«En un medio así, no se puede hablar de medicina preventiva. Ni siquiera en lo relativo a la droga, aun cuando su presencia es segura. En cuanto al diagnóstico de vih, a pesar de reiteradas solicitudes, no hemos podido saber la cantidad de seropositivos. Sólo se conocen aquellos que ya vienen con diagnóstico. A éstos no se los aísla, lo cual por un lado es positivo porque no son discriminados, pero por otro es negativo porque no reciben una alimentación mejorada ni la higiene necesaria. En este momento, la atención a nivel de los dos centros mayoritarios de reclusión no cumple con las normas más elementales: libertad del acto médico y asistencia integral, correcta y documentada», reflexionó la Dra. Jauregui.

Jóvenes y sufridos

La situación de salud resultante de estas circunstancias, en opinión de la Dra. Jauregui, no es más grave en buena medida por la juventud de la población.

Todo lo hasta aquí descrito muestra la situación de Comcar y Libertad con una población de entre 1.800 y 2.000 reclusos. El 80% de éstos tiene menos de 30 años, y nociones de salud muy elementales ya que proviene de medios culturales bajos, y 60% viene o pasó por el Iname.

«La única razón para que no se mueran apilados es que son jóvenes y sufridos», dijo la Dra. Jauregui con realismo.

En el interior el panorama mejora levemente, sostuvo, en parte porque los médicos no tienen dependencia jerárquica para brindar asistencia (los propios reclusos se anotan en una lista diaria) y también porque es más aceptable en términos globales la calidad de vida.

En la cárcel de Río Negro trabajan dos tercios de los reclusos y tienen cancha de fútbol; en Maldonado cuentan con zonas de recreación y trabajan en una quinta.

«Respecto a la asistencia de salud de los reclusos en el interior, una solución viable sería que se llegara a un acuerdo entre los ministerios del Interior y de Salud Pública y Femi para que recibieran la misma atención que cualquier abonado», dijo.

Al ser consultada acerca de si entendía que el Hospital Penitenciario sería la solución a la situación de salud de los reclusos de Montevideo, explicó que ésta sería parcial ya que no contempla los casos extremos: «Con el problema que existe con los traslados, cómo llevaríamos un caso de paro cardiaco o un intento de autoeliminación».

En opinión de la Dra. Jauregui, se debe crear una mesa negociadora integrada por el Sindicato Médico y el Ministerio del Interior para lograr una salida a la situación de las policlínicas carcelarias y sólo a partir de ahí comenzar a hablar del Hospital Penitenciario. En forma paralela, desarrollar un diálogo con los socios del Sindicato Médico que trabajen en institutos carcelarios para que expongan sus necesidades y carencias, y obviamente cumplir todos los deberes médicos (registro y seguimiento) de manera cabal. n

En COMCAR existe un «esbozo de sala de internación»

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