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por Ana Marta Martínez
«Abolir las armas nucleares en el año 2000»
Kahan: agitador de la tolerancia
«Tenía expectativas con esta reunión dijo el Dr. Ernesto Kahan en el Comité Ejecutivo del SMU porque yo sé todo lo que ustedes podrían llegar a hacer y que no están haciendo. Tengan una participación activa en este tipo de sociedades porque faltan 764 días para que termine el milenio y si no lo cuidamos se extingue, pero si lo cuidamos tenemos la posibilidad de hacer algo maravilloso por la medicina».El Dr. Ernesto Kahan, «además de ser un experto en atención primaria y un epidemiólogo de nota, es un agitador de la tolerancia», afirmó el Dr. Jorge Lorenzo, cuando visitó el SMU. Fundador de la Asociación Internacional de Médicos para la prevención de la Guerra Nuclear, que mereció el Premio Nobel en 1985, fue también el gestor de la Asociación Uruguaya de Médicos por la Paz y por la Vida, concretada dos años atrás. Noticias resume los conceptos fundamentales vertidos por él en dos ámbitos: su visita al SMU y las palabras que dirigió a un auditorio adolescente en el Latu.
«El mensaje de los jóvenes uruguayos hacia el mundo»
Con un nutrido y bullicioso marco de público, tuvo lugar en el Latu la entrega de premios del concurso organizado por la Asociación Uruguaya de Médicos por la Paz y por la Vida y el Consejo de Educación Secundaria. Este concurso consistió en una invitación a los jóvenes de nuestro país para que expresaran sus sentimientos de paz y transmitieran sus vivencias al respecto. Más de tres mil jóvenes respondieron a la convocatoria, superando las proyecciones más optimistas. Participaron en cuatro categorías: plástica, música, literatura y audiovisual. Los tres primeros premios por categoría y las menciones especiales se convertirán en una muestra itinerante que recorrerá todo el mundo.
En la mesa del evento se encontraban el presidente de la Asociación Uruguaya de Médicos por la Vida y por la Paz, Dr. Uruguay Russi; y su vicepresidente, Dr. Jorge Lorenzo; la inspectora de Educación Secundaria, María Lila Indarte; el Dr. Juan Carlos Macedo, presidente del Sindicato Médico del Uruguay; el Dr. Ítalo Mogni, presidente de Femi; el Dr. Pedro Salomón, presidente de Cocemi, y el Dr. Ernesto Kahan, director de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear.
En su mensaje inicial, el Dr. Kahan dijo con emoción que «éste es el verdadero camino que significa la unión de la medicina con la educación y de una generación con otra. Ésta es la fiesta del mensaje de los jóvenes uruguayos al mundo y siento que estamos en condiciones de escribir el manifiesto de la juventud uruguaya que acompañará al libro, a un audiovisual y a una exposición ambulante que vamos a llevar al mundo. Porque hoy, a 763 días del año 2000, los jóvenes uruguayos han votado por que la vida en el planeta Tierra continúe».
De inmediato, comenzaron a desfilar las delegaciones ganadoras. No faltaron los nervios y la emoción de los chiquilines y también de los maestros que los acompañaban. Además de los tres primeros premios de las cuatro categorías y las menciones especiales hubo premios colectivos, como el otorgado al liceo de Juan Lacaze por su productividad. Los ganadores, en algunos casos grupos de alumnos y en otros clases enteras, mostraron a los presentes sus trabajos. Así fue que, durante cerca de dos horas, el público, compuesto en su mayoría por estudiantes, se deleitó con las creaciones de sus pares, coreando las canciones y ovacionando a manera de hinchada a los compañeros galardonados de sus liceos.
«La paz es estar en mi hamaca mirando las estrellas»
Luego el Dr. Kahan dirigió al auditorio un mensaje final.
Ante todo hizo pararse y sentarse cinco veces al joven auditorio como medida de prevención de las enfermedades cardiovasculares y luego instó a dar un beso al vecino: «Dentro de poco se terminará el milenio y esto es apenas un pestañeo en la historia de nuestro planeta, pero en los últimos cien años, la décima parte de mil, han ocurrido los eventos más imprevisibles: Algunos buenos, como las vacunas, los antibióticos, los transplantes, la electricidad o el transporte, pero por otro lado hemos desarrollado armas y contaminación como jamás en la historia».
«La bomba que explotó en Hiroshima era muy burda, llegó a tener 12,5 kilotones de explosivo. Aquí fue el lugar donde explotó la bomba señaló apoyando su exposición con diapositivas, sobre un colegio de artes y ciencias, único edificio que no se destruyó justamente porque estaba en la zona de vacío de la bomba».
Luego mostró un monumento a una niña de 9 años que murió de leucemia a causa de las radiaciones: «Ella dijo que no quería morir hasta hacer mil palomitas de papel; cuando llegó a 950 murió. Esto conmovió a toda la gente y a partir de ese momento todo el mundo lleva miles y miles de palomitas de papel. En la actualidad hay un poder explosivo de 20 mil millones de toneladas de Trinitotolveno en 18 mil bombas atómicas que pueden destruir el mundo un millón de veces más que la de Hiroshima».
A continuación, Kahan leyó el juramento hipocrático y repasó los números de la carrera armamentista comparados con el gasto en salud (ver recuadro). «Hace dos años dos grupos de niños al leer el llamado por la abolición de las armas nucleares me mandaron estos mensajes: Estamos de acuerdo contigo en luchar por un mundo mejor, sin violencia, sin crueldad, pobreza, matanzas, amenazas, basura y con más justicia (4 A escuela 213); No tiren más bombas, la paz es estar en mi hamaca mirando las estrellas, un lugar tranquilo y en silencio donde corre aire fresco y hay pajaritos. Esto dio origen a que nos conectáramos con el Consejo de Educación Secundaria y de ahí surgió este programa que significa la lección que ustedes, jóvenes de Uruguay, nos han dado a nosotros, de vivir con contenido y no dejar que la vida pase por el costado».
Luego Kahan leyó una poesía dirigida a la fuerza de los jóvenes uruguayos e instó a los presentes a formar una gran cadena humana, que coreó el estribillo de la canción ganadora del rubro música titulada La guerra termina hoy.
«El doctor no está»
La noche anterior a que todo esto sucediera, el Dr. Ernesto Kahan fue recibido por el Comité Ejecutivo del SMU.
Otro público y otro entorno dieron a Kahan la oportunidad de contar la historia de la organización internacional de médicos que fue merecedora del Premio Nobel de la Paz en 1985.
«Al principio, en 1980, era una organización muy pequeña de tan sólo treinta o cuarenta personas, fue creciendo rápidamente y diez años atrás llegamos a ser 179 mil médicos de ochenta países. La finalidad de esta federación internacional de organizaciones nacionales de médicos es prevenir la guerra nuclear. Esta palabra no es casual porque los médicos hacemos atención primaria, secundaria y terciaria, pero está absolutamente demostrado que no hay ningún tratamiento contra la guerra nuclear. O sea que si la población nos llamara por teléfono para asistirla después de producida la guerra nuclear, tendríamos que decir: El doctor no está. Con este criterio surge la organización para hacer frente a la mayor epidemia que puede llegar a sufrir la humanidad, que sería una guerra nuclear intencional o accidental».
«La primera idea prosiguió el Dr. Kahan para prevenir era que necesitábamos impedir que la gente la produzca. Descubrimos, en 1983, que si se suprimían las pruebas nucleares se impedía a los países perfeccionar las armas nucleares, porque sin pruebas es imposible desarrollar la tecnología. Sin las pruebas tampoco se puede mantener el stock, porque es como una bodega de vinos: cada tanto hay que abrir una botella para que llegado el momento de la fiesta uno no haga un papelón abriendo un vino agrio. Entonces hicimos la prescripción médica de suspender las pruebas nucleares y todos los años la repetíamos. Nos entrevistamos con Gorbachov y Reagan pidiéndoles que suspendieran las pruebas, no estábamos pidiendo que se desarmaran, sino que no progresaran. Ambos dijeron que sí pero que el otro debía empezar primero. Convencimos a Gorbachov, que ya estaba medio convencido, y las suspendió por seis meses; Reagan no las suspendió. Luego de los seis meses nos entrevistamos con Gorbachov nuevamente y, tras una serie de problemas y con el compromiso de que Reagan también lo hiciera, aceptó suspender las pruebas nucleares por un año. En total se suspendieron por 18 meses. Esto, más los experimentos con físicos como Karl Sagan, hizo que se nos confiriera el Premio Nobel de la Paz en 1985, y después comenzó el desarme entre los distintos países y se suspendieron las pruebas atómicas».
Por la responsabilidad social de los médicos
Luego de conseguir este objetivo, la organización, según relató el Dr. Kahan, «cambió de receta». La nueva prescripción fue abolir las armas nucleares para el año 2000.
«En 1989 planteamos por primera vez en Hiroshima el problema de la guerra química. En ese momento estaba muy fresco el ataque de Irak a los kurdos con armas químicas, y entonces comenzamos a pedir la abolición de las armas químicas. El proceso continuó y hoy está bastante más maduro. El movimiento ha crecido mucho en América Latina en los últimos años. La Asociación Uruguaya de Médicos por la Vida y por la Paz nació hace dos años y tiene una fuerza impresionante. ¿Por qué la tiene? Porque están las organizaciones médicas. Cuando estas organizaciones caen en manos de médicos vinculados a la política, como se dice aquí, se queman. Pero cuando las integran profesores universitarios y gente con altos valores y prestigio médico, y cuando participan instituciones como el SMU y Femi, que representan lo mejor de la comunidad médica, la cosa cambia. Por eso la Asociación Uruguaya creció con tanta rapidez y estamos más maduros a nivel de la Asociación Internacional», continuó.
«La idea que hoy manejamos es que hay una pirámide. En la cima está el peligro de la guerra nuclear, por debajo existe una carrera armamentista general, fruto de conflictos regionales de países, más abajo está el terrorismo en todas sus formas y en la base está la violencia social provocada por causas socioeconómicas y a veces políticas. De modo que si queremos en el largo plazo prevenir la guerra nuclear, tenemos que luchar por la paz y la paz tiene dos etapas. Una primera etapa, que es la más débil, es la tolerancia. Tolerancia significa sufrir al enemigo, soportarlo aunque no se esté de acuerdo con él. La segunda etapa de la paz es la cooperación y la colaboración, que ya es un elemento mucho más evolucionado y firme. Si queremos llegar a prevenir la destrucción total de la guerra nuclear tenemos que trabajar por la paz, y para ello hay que trabajar por la cooperación, por reducir los conflictos y la violencia en la sociedad. Entonces esto se transforma, más que en una Asociación de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, en una asociación por la responsabilidad social de los médicos, fundamentada en el juramento hipocrático», concluyó.
Balas contra vacunasTanto ante el auditorio del Latu como en el Comité Ejecutivo, Kahan insistió sobre el aspecto económico de la carrera armamentista: «El costo de la carrera armamentista es de un trillón de dólares por año. Eso significa que si se suspende durante tres horas la carrera armamentista, tenemos dinero suficiente para vacunar a todos los niños del mundo que en este momento no reciben las seis vacunas necesarias, lo cual mata por día a 40 mil niños menores de un año. Si dividimos 40 mil por 24 horas, 60 minutos y 60 segundos tenemos que cada dos segundos un niño menor de un año muere o queda impedido para toda la vida por no haber recibido esa atención mínima de seis vacunas.
Si se suspende la carrera armamentista durante tres días, podríamos cubrir el presupuesto universal para tratar la malaria.
Si se suspende por seis meses, tendríamos dinero suficiente para dar asistencia primaria y alimenticia, durante varios años, a todos los niños.
Si se suspende por un año, tendríamos dinero para apoyar a todas las universidades del Tercer Mundo y, si se suspende por dos años, tendríamos dinero para financiar la investigación de la cura del cáncer y el sida y apoyar a todos los institutos de enseñanza primaria, secundaria y terciaria.
Díganme si eso no es medicina», exclamó.
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