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por Armando Olveira

Detección de cáncer: aporte uruguayo
Gran Premio Nacional de Medicina 1995

El Premio 1995 se otorgó este año al trabajo «Desarrollo y evaluación de un método para detectar glicoproteínas Tn solubles. Una nueva estrategia para el diagnóstico de cáncer», elaborado por el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina con apoyo del Servicio de Oncología Clínica del Hospital de Clínicas.

desarrollo biotecnológic
a partir de los hallazgos moleculares

El grupo de doce especialistas premiado por la Academia Nacional de Medicina es dirigido por el Profesor Agregado Dr. Eduardo Osinaga, director del equipo de Inmunología Tumoral del Laboratorio de Oncología Básica (lob) de la Facultad de Medicina, junto con el profesor Dr. Ignacio Musé, titular del Servicio de Oncología Clínica del Hospital de Clínicas.

Está integrado por Álvaro Babino (Asistente del Departamento de Bioquímica), Carlos Bathyany (Ayudante del Departamento de Bioquímica), Nora Berois (tesiste en Inmunología del lob), Sergio Bianchi (Ayudante del Departamento de Bioquímica), Ernesto Cairoli (Ayudante del Departamento de Bioquímica), Giselle Detjen (Ayudante del Departamento de Bioquímica), Ignacio Prato (Ayudante del Departamento de Bioquímica), Alberto Roseto (investigador grado 5 del Pedeciba), Silvana Signorelli (Asistente del Servicio de Oncología Clínica) y Mario Varangot (Profesor Adjunto del Servicio de Oncología Clínica).

El Dr. Osinaga sostuvo que «se trata de un trabajo diseñado con base en la concepción del cáncer como una enfermedad de origen molecular. Dentro de las nuevas estrategias de la posibilidad de diagnóstico y tratamiento, la aplicación de los conocimientos moleculares abre importantes caminos. En este trabajo desarrollamos un método para detectar una pequeña parte de una molécula, que se expresa sólo en células cancerosas. Finalmente, detectamos estas estructuras en la sangre de los pacientes».

La labor de los clínicos se inició luego de superada la primera etapa de investigación en el laboratorio: «Cuando pasamos de no poder detectar una molécula que nos interesaba por su especificidad oncológica a efectivamente localizarla y reconocerla en la sangre de individuos afectados por la enfermedad, elaboramos estrategias para estudiar cual era el valor práctico del hallazgo», explicó Osinaga.

Explicó que «el estudio es un desarrollo biotecnológico, a partir de los hallazgos moleculares, que constituye un puente de unión con la aplicación clínica. En ese contexto nos encontramos con un excelente ámbito de receptividad de los oncólogos clínicos que participaron como coprotagonistas en la etapa de evaluación del método».

A la vez dijo que «se trata de un procedimiento útil para diagnosticar algunos tipos de tumores, pero la determinación de su utilidad clínica real requiere de otros estudios que aún se encuentran en curso».

«Es una línea de investigación que ya tiene más de cuatro años», recordó.

«En una primera etapa produjimos diferentes anticuerpos monoclonales que reconocen estructuras moleculares asociadas al cáncer. Entre ellos el más específico es el anticuerpo 83D4, que comprobamos que reacciona contra el antígeno Tn, constituido por un carbohidrato (N-acetil-galactosamina) unido a un aminoácido (serina o treonina). Tn es un marcador que sólo había sido detectado en los tejidos, pero no en forma soluble. En este trabajo desarrollamos un procedimiento, que deno

minamos CA83.4, que permite la detección y cuantificación de las glicoproteínas con Tn a nivel del plasma sanguíneo».

Osinaga prefirió no definir el logro como «descubrimiento» sino como «aporte biotecnológico uruguayo»: «Se ha logrado efectuar un aporte en un tema tan complejo como el cáncer, ante el cual no podemos dar un paso único que cambie la realidad del día a la noche. Sabemos que la evolución hacia mejores posibilidades de diagnóstico y tratamiento es la suma de pequeños pasos relativos al conocimiento científico y médico del cáncer. Diría que ésa es la característica fundamental de la investigación oncológica».

Según Osinaga «este tipo de estudios no sustituyen a otros que se están realizando sobre el mismo tema, pero sí los complementan. No existe un solo camino para precisar situaciones de diagnóstico».

Musé: «País de avanzada en estudios de cáncer»

El Profesor Ignacio Musé dijo que el trabajo premiado es «un pequeño eslabón de la enorme cadena de generación y transmisión de conocimientos. Pero no es el esfuerzo de un grupo aislado, sino el resultado del cambio positivo que ha tenido el país ante la enfermedad».

Señaló también que «el cambio se comprueba desde hace algunos años, y tiene su punto de partida en la creación del Registro Nacional de Cáncer. A ello se suma que se modificó la estructura docente de la Facultad de Medicina, la creación de la Cátedra de Oncología y el mantenimiento de la de Radioterapia. De este modo, se han ido formando los recursos humanos específicos para el diagnóstico y tratamiento».

«El proceso se afianzó en 1987 con la presentación de una iniciativa legislativa acorde con la realidad, que permitió la aprobación de una partida presupuestal para la Facultad: el Proyecto Cáncer. Fue así que se vertebró una línea de trabajo en torno al concepto de que el mal afectaba a muchos uruguayos y era un factor importante de mortalidad. El esfuerzo se coronó con la creación de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer, que determinó una gran movilización que abarca desde la investigación básica (como la que realiza el Dr. Osinaga y su equipo) hasta los proyectos clínicos, entre los que se encuentra el nuestro».

Musé afirmó que el trabajo «es un eslabón y un muy lindo modelo de puente entre lo básico y lo clínico, como actividad conjunta que cada vez tiene más desarrollo y atención» y que «en ese sentido Uruguay posee claras ventajas sobre los países desarrollados. En ellos existe un divorcio marcado entre el hombre de laboratorio y el clínico que atiende pacientes. En nuestro caso, por la escala que se maneja, organización y forma de trabajo, es mucho mayor el acercamiento, que se refleja con claridad en este descubrimiento. En definitiva, contamos con la ventaja de trabajar en un país sensibilizado ante el problema del cáncer».

Desde su punto de vista, «Uruguay está en primera línea entre las naciones con mayor desarrollo en el tema. Hay que decirlo así, sin falsas modestias, pues el país se ha organizado para vencer la enfermedad y eso potencia el valor científico».

El Dr. Musé también hizo referencia a una evaluación reciente de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer sobre los proyectos científicos apoyados: «Es sorprendente la cantidad de trabajos que existen en el área de la biología en general y la oncológica en particular, casi todos presentados en las mejores publicaciones del mundo. Los uruguayos contribuimos de acuerdo con nuestra escala, pero aun así estamos en la primera línea. Si se me permite la comparación deportiva: competimos en primera división, jugamos en la mejor cancha y entre los mejores equipos».

No obstante, Musé criticó una idea sobre el valor de la investigación biológica que «en ciertos sectores es muy influyente»: «Siento dolor y frustración cuando escucho algunas voces disonantes desde puestos de tanta responsabilidad nacional, demostrando poco interés en las ciencias básicas. Si se pudiera hacer futurología, comprenderíamos que el siglo próximo será de la investigación biológica, así como el pasado fue de los descubrimientos físicos y matemáticos. Estamos dejando la era nuclear para ingresar a la biológica. Nos damos cuenta de ello por la fascinación que ejerce un tema como la clonación, con sus hechos positivos y negativos. Rechina, duele, que se diga que la investigación biológica no es prioritaria para el país».

Procedimiento multidisciplinario

Uno de los principales objetivos oncológicos consiste en mejorar la posibilidad de detección del cáncer.

«En este caso hablamos de cáncer de mama, de la esfera genital femenina, de tumores digestivos. Para estos casos el antígeno detectado se expresa claramente. Lo que no podemos afirmar es que sea un método de precocidad; sabemos sí que es de alta especificidad. Su valor clínico como preventivo requiere de una estrategia de valoración que se realiza en tres centros asistenciales del Uruguay: Hospital de Clínicas, Hospital Maciel y Servicio de Ginecología del Hospital Pereira Rossell», explicó Osinaga.

«Fuera del Uruguay se hace en tres laboratorios de referencia: en Amsterdam, París y Barcelona. Hemos recibido muestras de distintos tipos de patologías bajo un código, sin saber de qué se trata. Se envían los resultados para luego confrontar qué tiene cada paciente. De esta manera se cumple un estudio de doble ciego, lo que permite avanzar hacia la caracterización más precisa de las posibilidades de este procedimiento».

Pasada la etapa de investigación científica básica, se encara la etapa clínica y, a la manera de un puente, se hace la transferencia asistencial a los ámbitos donde este trabajo puede tener repercusión.

Musé recordó que «desde ese momento se exploró la posibilidad de pasar de la pequeña escala a una mayor que generara lo que podría llamarse una rentabilidad uruguaya. No debemos olvidar que fue una idea uruguaya, con fondos y protagonismo de médicos uruguayos. Eventualmente, se podría generar una tecnología de bajo costo y muy eficiente».

Sostuvo que «es factible soñar con un camino independiente de la oncología uruguaya: el objetivo es pasar de importador a exportador de tecnología y conocimientos».

A continuación definió como «fundamental» el papel de la Universidad en ese proceso «Alentando la investigación aplicada, tanto sin fines de lucro como con interés económico; logrando conocimientos teóricos de importancia para el país y produciendo recursos que permitan la autogestión».

Luego señaló que «así se mueven las universidades en el mundo. En los países desarrollados, las universidades son grandes generadores de dinero. Creo que en Uruguay no es incompatible este concepto en el marco de la investigación universitaria. También está el tema de la protección de patentes que la Universidad reclama».

«Se trata de un gran desafío: la Universidad debe buscar formas de autofinanciación, como por ejemplo surgen del Proyecto Centro Médico

cuando se replantea el Hospital de Clínicas. Ésa es la universidad moderna, la que atiende a personas que no pueden pagar servicios privados pero que también vende servicios y compite al más alto nivel».

Valor económico y académico

Tanto Osinaga como Musé destacaron la «importancia económica» que tiene la aplicación asistencial de un trabajo de laboratorio.

«A partir de los apoyos financieros recibidos se han ido generando posibilidades de infraestructura para desarrollar otro tipo de estudios que también repercuten en el diagnóstico molecular del cáncer, pero también en el diagnóstico viral, en las alteraciones genéticas, que son consecuencia directa de poseer laboratorios equipados con tecnología de punta para hacer investigación aplicable a técnicas cotidianas de diagnóstico médico», confirmó Osinaga.

El fortalecimiento de la investigación aplicada favorece el desarrollo de otras actividades que, en principio, parecerían alejadas del laboratorio. A través de la investigación se pueden formar excelentes médicos, clínicos, profesionales de otros ámbitos, que adquieren una metodología de trabajo, una forma de razonar y procesar la información que luego los hace aptos para realizar otro tipo de funciones que no son justamente de investigación aplicada. n

El Premio Ulast de la Academia para Neumología correspondió a la investigación sobre «Epidemiología del cáncer de pulmón en Uruguay», realizada por el Registro Nacional de Cáncer. Las distinciones fueron entregadas el 24 de junio, en el Instituto Artigas del Ministerio de Relaciones Exteriores.

7 «En Uruguay hay una gratificación extra»

El Dr. Eduardo Osinaga es Profesor Agregado del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina. Retornó a Uruguay luego de haber obtenido un PhD en Inmunología del Cáncer de la Universidad de Tecnología de Compeigne (Francia) y de trabajar en centros de investigación importantes de Europa.

«No estoy arrepentido de haber vuelto a Uruguay luego de tantos años en Francia. Tengo una gratificación importante, en parte por el premio recibido, pero particularmente por las cosas cotidianas que a uno lo hacen sentirse útil. En el exterior hay una gratificación económica y científica considerable, se aprende mucho, pero también se cumple un ciclo. Con el paso del tiempo nos damos cuenta de que nos falta contexto para sentirnos plenos. Aunque es cierto que en Uruguay se lucha con muchas limitaciones, hasta plantearse problemas que uno ni sueña en Francia... aquí se disfruta más cada paso que damos, por pequeño que sea, ante todo porque nos acompañan jóvenes deseosos de aprender y avanzar en su calidad de investigadores», comentó.

También se mostró satisfecho con el nivel de la comunidad científica uruguaya, «en particular en el área de la biología. Existe una evolución muy positiva, se dan pasos que estimulan y sirven. Pero no podemos decir que estamos conformes, ya que seguimos lejos de las condiciones óptimas».

Osinaga opinó que «la comunidad científica uruguaya ha crecido mucho en los últimos años, hasta tal punto que se llevan a cabo trabajos que antes eran impracticables.

En contraposición, es preocupante que haya tantas señales de riesgo que podrían atentar contra la evolución actual. No parece lógico que haya sectores tan influyentes que demuestren desinterés por las ciencias básicas. Si se materializara este concepto, negativo por cierto, podríamos perder lo que ha construido toda una comunidad científica. El desinterés y la falta de apoyo puede conducir a la exportación de cerebros muy valiosos formados por el país. Esto significaría una pérdida severa de la masa crítica que se ha ido generando en Uruguay».

Inversión inferior a cien mil dólares

En cuanto al costo de la investigación, el Dr. Osinaga afirmó que «es difícil de precisar con detalles. En cuatro años se gastaron entre 80 mil y 100 mil dólares. La suma engloba la formación de recursos humanos, la compra de equipamiento y los gastos de funcionamiento».

Un papel fundamental en el financiamiento le correspondió a la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer, entidad que desde su fundación ha invertido más de un millón de dólares, en diversos proyectos de investigación. La formación de recursos humanos recibió apoyo del gobierno francés, mientras que la creación del área biotecnológica fue subvencionada por el Programa Conicyt-bid.

El Dr. Osinaga destacó el papel de la Facultad de Medicina con la creación del Laboratorio de Oncología Básica (lob) en el marco del Proyecto Cáncer.

En un plazo no mayor que dos años habrá una evaluación definitiva sobre las posibilidades prácticas de este descubrimiento premiado por la Academia Nacional de Medicina.

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