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Martha Abella, asesora
laboral del SMU

Relaciones indisciplinadas

por Armando Olveira

La doctora Martha Abella es, desde 1988, asesora en Derecho laboral del Sindicato Médico del Uruguay. Docente grado 4 en la Facultad de Derecho y reconocida especialista en la materia, presenta un cuadro sobre los problemas laborales que enfrentan los médicos, tanto en el ámbito público como privado.

¿Desde cuándo asesora al Sindicato Médico?

Me relacioné con el Sindicato Médico en 1988. En aquella oportunidad se me convocó para atender a los afiliados de la institución en materia laboral y asesorar al Ejecutivo. Con el paso de los años se han ido repitiendo situaciones, y creo que pude adaptar mis conocimientos a una realidad tan particular como es la de los profesionales de la medicina.

Hay que tener en cuenta que la regulación de este subsector es muy compleja. Hay laudos, convenios colectivos, decretos del Poder Ejecutivo que se superponen, el tema de las categorías médicas y sus contenidos. En fin, muchas veces los propios médicos saben más del tema que nosotros, pero los abogados somos encargados de desentrañar algunos puntitos legales y ponerlos en el papel.


¿Ha aumentado el número de consultas laborales?

En la medida que el servicio se hizo más notorio, fuimos recibiendo más consultas. Al principio venían cuatro o cinco clientes por día de atención. En la actualidad, jamás bajan de veinte o hasta treinta.


¿En qué consiste el servicio?

Trato de centrar el vínculo en aspectos de la actividad privada y pública, aunque a veces ocurre que el abogado es como el sacerdote, también debe escuchar problemas personales, familiares y económicos. Lo hago con gusto. Dentro de mis posibilidades trato de que el cliente no se vaya frustrado, pero siempre advierto que solamente sé un poquito de Derecho laboral.

Noto, por ejemplo, y estoy saliéndome de tema, que existe mucha angustia por el aumento potencial de casos de denuncias por malpraxis. No es mi tema, lo derivo al colega Gonzalo Fernández, que es un gran especialista, pero digamos que hago una escucha tranquilizadora ante a una situación tan estresante.


¿Cómo se relaciona profesionalmente con la institución?

Este asesoramiento trabaja estrechamente ligado con las comisiones de Asuntos Sindicales y del Sector Público. A través de la experiencia propia y gracias al trabajo de mi antecesor, el Dr. Rovira, se ha logrado una interacción muy positiva. Estas dos comisiones son verdaderos sustentos de todas las reivindicaciones. Uno asesora, orienta, pero antes de aconsejar un juicio remito el caso a esos cuerpos.

La medida sindical más grave, en caso extremo, es declarar el cargo del médico demandante en conflicto. La experiencia demuestra que la mayoría se resuelve extrajudicialmente y sin necesidad de llegar tan lejos. Cabe aclarar que todo se lleva adelante con mi asesoramiento, aunque también se pueden adoptar medidas sindicales sin que haya un sustento legal. No siempre confluyen los caminos jurídicos y gremiales.

En realidad, muchas veces no se llega a la declaración de cargo en conflicto porque inclusive puede resultar inoperante.


¿Cuáles son los casos más denunciados?

Son recurrentes las denuncias de médicos jóvenes de pequeñas emergencias o seguros parciales que intentan captar socios con cuotas bajas, que no cumplen con las normas laborales. Esas empresas tienen un responsable físico identificable, muchas veces una sociedad, pero cambian rápidamente de razón social. Se trata de empresas fantasmas que cambian de nombre pero no de manos, que hacen una irrespetuosa calesita con los médicos. Inclusive se han declarado todos los cargos de una mutualista en conflicto porque era indecoroso seguir cumpliendo funciones, pero frente a maniobras o insolvencia es inútil ese tipo acciones. En estos casos se recomienda denunciar por la prensa, publicitar el caso en la revista Noticias o buscar otras formas de presión gremial.

Hubo un momento de eclosión de estas irregularidades, entre 1995 y el año pasado, verdaderamente indignas para los muchachos que recién se recibían. Desde hace un tiempo esta situación está un poco más controlada.


¿Aconseja muchos juicios?

Jamás aconsejo un juicio. Trato siempre de agotar hasta el último recurso extrajudicial. Si es inevitable, bueno, recién ahí se patrocina, pero lo normal es el trabajo de las comisiones. La experiencia nos demuestra lo fructífera que es la mediación.


¿Del total de consultas cuántas se transforman en demandas?

Al Poder Judicial llegan muy pocos casos, 1% quizá, y hasta soy un poco exagerada. Esto ocurre por distintas razones. La principal es que ha resultado muy efectiva la mediación gremial. Pero también incide una razón muy fuerte, que trasciende la realidad de los médicos y que es un verdadero problema general. En un momento de alta desocupación médica, lamentablemente, los médicos recién recibidos aceptan trabajar en condiciones laborales que en otro contexto serían impensables. Hay un dato absolutamente real: el inicio profesional es realmente penoso. Con el correr de los años la situación mejora, pero deben pasar años pagando derecho de piso trabajando para verdaderos fantasmas.


Inestabilidad laboral y suplencias


¿Qué causa tanta inestabilidad laboral y tantos temores?

Una de las causas es el invento de los suplentes. Las mutualistas usan mucho esta maniobra para encubrir una relación laboral que debería ser estable. Es una figura típica del gremio médico. No sé cuándo se inventó, pero la mayoría de los que me consultan son «suplentes». Y en realidad no lo son. Son trabajadores permanentes desde el momento que son convocados en forma regular y continua para desempeñar distintas guardias. Ese status tan atípico lo prende al médico de un hilo, porque en cualquier momento pueden dejar de convocarlo.

Las empresas dejan de convocar suplentes para evitar que se configure la permanencia. Es muy común la convocatoria durante seis meses y luego dejan de convocarlo durante otros dos. Si el médico hace ocho guardias mensuales, por ejemplo, se la retacean a dos en un mes y las suben a cuatro en otro. Transforman una secuencia de regularidad en ciclos muy distintos entre sí, con fluctuaciones.

Cuando existen problemas con el profesional, lo más común es que frente a una citación del Ministerio de Trabajo o del Sindicato Médico, las convocatorias al supuesto suplente bajen a cero. En ese caso el suplente no es convocado y sus ingresos son nulos. Ante una situación tan extrema, si cesan las convocatorias, lo único que puede hacer es reclamar el despido si tiene un buen tiempo trabajado. También se debe aclarar que un retaceo de la convocatoria baja el promedio del último año, utilizado para liquidar la indemnización.


¿Es un problema sin solución jurídica?

Al menos por ahora sí. Lo máximo que se ha logrado fue una revisión de hecho de algunas situaciones a través de la Comisión de Asuntos Sindicales. Pero lo normal es la utilización de este mecanismo coactivo por parte de las empresas. Y la pregunta es constante: «¿Qué me puede pasar?». Es un problema jurídicamente insoluble.

Unipersonales: una maniobra fraudulenta


¿Qué otras maniobras utilizan los empleadores para evadir obligaciones laborales?

En los últimos tiempos recrudeció la utilización de una maniobra que coarta los derechos del médico como funcionario privado o público. Ese mal invento llamado empresas unipersonales. Esta figura se creó hace algunos años, inclusive antes de la ley de Reforma Jubilatoria que la institucionalizó.

He visto contratos de todo tipo. Lo peor para el funcionario es que se intenta simular un arrendamiento de servicio como profesional liberal para encubrir una relación de dependencia. Se facturan honorarios... En fin, las formas son de una fantasía sin límites. En todos los casos el objetivo siempre es el mismo: simular una verdadera relación de dependencia a través de un documento por el cual se desfigura una realidad que no se compadece con el rótulo del contrato. Lo que se pretende es evadir prestaciones laborales y aportes a la seguridad social. Eso no quiere decir que, en algunos casos, no existan verdaderos arrendamientos de servicios, pero son los menos.


¿Hay focos reconocibles donde se instrumentan estas maniobra con más asiduidad?

La actividad pública se ha transformado en un verdadero generador de unipersonales. Los contratos de arrendamiento de servicios del Ministerio de Salud, por los cuales se pagan incentivos, son la más acabada aplicación de esta fórmula.

La situación se ve empeorada por la aprobación de la Reforma Jubilatoria. A los efectos de los aportes sociales se le dio vía libre a esta figura. En mutualistas grandes casi no existe la forma de contratación fraudulenta, pero en seguros parciales o emergencias pequeñas se ha declarado una verdadera fiebre de las unipersonales. Un mal que afecta la dignidad profesional de los médicos.


¿Más allá de la inestabilidad, cómo afecta la situación laboral?

Escudándose en ese contrato, el empleador no otorga licencia, no paga salario vacacional y el empleado pierde años en la Caja de Industria y Comercio. Para muchos profesionales jóvenes la jubilación es algo que no se prevé por considerarla remota. Quizá por ese motivo atrae un contrato que promete una remuneración un poco por encima del salario como dependiente.


¿Qué sucede a la hora del cese de la relación?

Por fortuna y por ahora, nuestra jurisprudencia ha sido muy cuidadosa al relevar este tipo de contratos fraudulentos. Se analiza si detrás de esta figura hay un verdadero contrato de arrendamiento profesional o si encubre una relación de dependencia. Nuestros tribunales son muy rigurosos en la aplicación del principio de primacía de la realidad.

El Poder Judicial se ha transformado, en los últimos tiempos, en agente de distribución de riquezas. Esta reducción de costos que se produce mediante maniobras de simulación beneficia al empleador mientras dura la relación laboral. Si el trabajador sabe ser paciente, al cabo de un juicio de dos o tres años puede reunirse con una cifra más que interesante. A la larga, este mecanismo crea una suerte de inseguridad jurídica para todas las partes. El beneficio para el empleador es en el corto plazo.


Desestructuración y desregulación

¿Respecto de diez años atrás ha cambiado mucho la situación
laboral de los profesionales de la salud?

Los cambios han sido dramáticos y tienen una explicación sociopolítica. En 1985 se recuperan la democracia y las libertades sindicales y con ello vuelven los consejos de salarios. Hubo un esfuerzo muy importante del Sindicato Médico para lograr una relación laboral digna. Así se mejoraron salarios y categorías. A partir de 1993 hay convenios colectivos, de los cuales quedan al margen quienes no están representados en los grandes grupos.

En 1987, cuando se inició mi relación profesional con el Sindicato, hubo un gran intento de organizar la profesión. Se trató de una gran obra del Sindicato Médico. Se estructuró la profesión luego de haber sido muy maltratada por la dictadura.

Hace diez años había una mayor disciplina, en general, para el cumplimiento de leyes y convenios.


¿Qué pasa hoy?

La relación profesional se ha ido desestructurando hasta llegar a los niveles más bajos de la historia. Los casos señalados no son más que indicadores de esta pérdida que han sufrido los médicos. No tanto en las mutualistas más viejas, pero hay toda una periferia que ha ido entrando en crisis. La falta de recursos ha derivado en fórmulas insólitas, inimaginables años atrás, que intentan abaratar los costos laborales.

¿Se puede interpretar que la situación actual tiene que ver también con los espacios que han ido cediendo los propios médicos?

No soy quien para juzgar a los médicos, pero objetivamente se nota que se han ido aceptando condiciones de trabajo insólitas, ya sea por la desocupación, la crisis, o porque en un principio a un grupo le habrá servido. Sabemos que la moda de las unipersonales surgió porque los intensivistas de Salud Pública aceptaron esas condiciones a cambio de los incentivos. Los propios médicos se metieron en el brete. Ahí tenemos un ejemplo concreto. Ahora, el disciplinamiento es cada vez más difícil, aunque aún existe una fuerte presencia sindical.

El SMU puede negociar con empresas creíbles, las nucledas en la UMU y el Plenario de Mutualistas. Pero todas las que quedan al margen se ven beneficiadas en sus malas intenciones por la falta de consejos de salarios. La relación queda librada a la peor forma: el mano a mano.


¿Qué puede pasar en los próximos diez años?

En lo inmediato la situación va a seguir siendo difícil, pero es aguardable un nuevo discipl-inamiento antes de ese plazo. Es imprescindible el papel del Sindicato en este momento de dificultad.


¿Qué rasgo diferencial tiene un juicio laboral sustanciado por un médico?

El juicio de un médico contra una institución está casi siempre rodeado de una situación de crisis humana y profesional, a veces por encima de la faceta económica. El médico vive una sanción o un despido como una agresión personal, primero, y corporativa después. Cuando se llega a la demanda es porque la situación ya es insostenible, fundamentalmente en la relación profesional. Son juicios muy cargados emotiva-mente. Uno nota que se siente hasta como un ataque contra la propia profesión.

En un medio tan reducido como el nuestro, una demanda suena muy fuerte y sabemos que duele a los involucrados. En el medio hay temas tan importantes como el nombre, el prestigio y el orgullo profesional.


¿Ha cambiado el papel del CASMU dentro del mutualismo?

El CASMU no ha sido ajeno a la gran crisis del sector. Si bien se detectan desviaciones como las ya señaladas, lo cierto es que debemos reconocer que es la que mejor acepta y acata la instancia de mediación sindical. Sin dudas, la Comisión de Asuntos Sindicales ha logrado una gran efectividad ante problemas relacionados con el CASMU. n

Nuevo servicio de patrocinio

De acuerdo con los Estatutos, sólo puedo patrocinar en juicio aquellos casos que me encomiende el Ejecutivo. Pero en determinado momento, la Comisión de Asuntos Sindicales advirtió que esa era una tarea importante. Luego de cumplidos todos los pasos extrajudiciales, asesoramiento legal, intervención de las comisiones y mediación, es inevitable recurrir a la Justicia. Siempre creí que dejar a la deriva al afiliado era una omisión institucional. La Comisión insistió mucho para obtener el patrocinio de abogados propios del SMU. De esta forma fueron contratadas dos excelentes colegas: las doctoras Gabriela Pereira y Mariela Sica. El servicio se inauguró el año pasado.

Ambas encaran el patrocinio jurídico y todas las cuestiones extrajudiciales que les pasan a los médicos y que ellos no saben si son graves. Las más comúnes, fuera de la demanda, son los asesoramientos por citaciones, notificaciones del empleador o evacuaciones de sumarios administrativos.

El médico sancionado o notificado siempre debe ir acompañado de su abogado, por tranquilidad propia y porque es un derecho. Claro está que también atienden los juicios que se deben efectuar porque no hubo una solución amigable de los casos.

Personalmente, no intervine en más de uno o dos juicios laborales que me encomendó el Ejecutivo, en su momento considerados importantes para la institución. Es bueno aclarar eso, porque mi función es atender las consultas y asesorar al Ejecutivo y las comisiones. El patrocinio corresponde a las doctoras Pereira y Sica.

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