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Homenaje a Veronelli

Fecunda relación entre OPS y SMU

por Armando Olveira

Luego de siete años de permanencia en la oficina uruguaya de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de los cuales cinco director, el Dr. Juan Carlos Veronelli se retiró de la función en febrero. Homenajeado por el Sindicato Médico del Uruguay en su despedida, dijo que «se podrá dejar el cargo, pero no el país». De esta forma, Veronelli confirmó su radicación definitiva en esta capital.

Es que solamente aquí me encuentro con los hermosos árboles que alegraron mi infancia de la avenida Las Heras. Alegría que en Buenos Aires ya no existe». No dudó en señalar la «fecunda y positiva relación» de la OPS con el gremio médico uruguayo. «Si ambas instituciones mantienen una relación óptima, debemos otorgarle todo el mérito a ese gran amigo y profesional que fue Falconi».

Existe la creencia, Dr. Veronelli, de que la OPS depende demasiado del Ministerio de Salud Pública y que ello le quita independencia de funcionamiento.

En verdad, hay un sistema de trabajo al que considero muy transparente. Son muchos los convenios e intervenciones de la Organización fuera del Ministerio, pero en todos los casos, inclusive en trabajos con entidades no gubernamentales, ambos funcionan como asociados. Con ello quiero decir que siempre hubo una relación muy estrecha. Y digo más, en un principio, y hasta hace muy poco tiempo, el Ministerio proveía a la OPS de alojamiento y un pequeño número de funcionarios.

Ni bien fui designado director de la oficina en Montevideo, en 1991, lo primero que le propuse al ministro de entonces fue, justamente, independizarnos físicamente. No habían finalizado las obras de la construcción nueva, y sentía que nuestra permanencia en la sede oficial era una verdadera molestia. Fue así que a principios de 1992 decidimos mudarnos a la actual sede, de Pocitos, en el entendido que se necesita cierta independencia como organismo internacional. Entre otras ventajas, podría decir que cambió la imagen de la OPS, dejamos de ser un brazo imaginario del Ministerio y nos transformamos en una oficina con personalidad propia, a la que se comenzó a consultar desde distintas entidades. Es aquello de que una buena cooperación precisa de independencia, algo que hasta favoreció la relación con el Ministerio.

Más allá de lo conceptual, ¿qué cambió en la práctica?

La independencia abrió el camino a un mejor y mayor relacionamiento con otros ministerios: se empezó con Defensa Nacional, a través del Hospital Militar; se siguió con Ganadería, Agricultura y Pesca; Trabajo y Seguridad Social; el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medioambiente y el Ministerio del Interior, en tarea conjunta para el Hospital Militar. Pero uno de los mejores entendimientos se logró con la Universidad de la República. También se abrieron contactos con organismos no gubernamentales y con el propio gremio profesional, el Sindicato Médico del Uruguay. No obstante, aunque no se depende de Salud Pública, nos mantenemos muy cerca, como verdaderos asociados en la inmensa tarea de mejorar la vida de los uruguayos.

¿La buena relación entre OPS y el Sindicato Médico
es mérito personal del Dr. Veronelli?

No creo que sea así. Es verdad que por nuestra propia formación profesional, académica y política, tenemos un concepto muy ligado con el papel del médico como agente de salud colectiva. La actividad conjunta con el Sindicato Médico ha sido muy intensa, muy gratificante, pero fue una tarea con nombre y apellido: Luis Falconi. Si ambas instituciones mantienen una relación óptima, debemos otorgarle todo el mérito a ese gran amigo y profesional que fue Falconi. También hubo un excelente trabajo de las distintas directivas del Sindicato y del CASMU. De esta forma se abrió un panorama distinto, basado en el diálogo fluido y la constante recepción de inquietudes. Y sería injusto si me quedo solamente aquí; las otras mutualistas también hicieron mucho por acercarse a la OPS. Pero en la relación entre OPS y médicos uruguayos hay una figura clave, excluyente: Falconi. No me cansaré de repetirlo.

Una relación basada en la promoción de trabajos
científicos y actividades académicas...

Pero con un énfasis muy especial en el desarrollo de políticas de salud que influyan positivamente en la salud de los uruguayos, a corto y mediano plazo. Nos interesan, muy especialmente, temas de biomedicina y administración, lo que hoy se denomina economía de la salud. Hemos apoyado seminarios del Sindicato Médico sobre estas disciplinas fundamentales, en el entendido que habrá una rápida devolución de conocimientos en favor del sistema nacional de salud.

Otra de las tareas, casi silenciosa, que hace la oficina de la OPS en Montevideo, se vincula con nuestro intento de devolverle a Uruguay el lugar que se merece en el ámbito regional e internacional de la salud. Nos propusimos como objetivo que el país volviera a foros y revistas internacionales. Nos parecía una infamia que un país con el alto nivel sanitario del Uruguay figurara durante tantos años con puntos suspensivos en lugares donde debía haber respuestas a las grandes encuestas y publicaciones internacionales. Personalmente, siempre consideré que se trataba más de un problema de burocracia que de falta de información. Y en ese sentido, los uruguayos tienen mucho que aportar.

¿Cómo definiría la situación sanitaria de los uruguayos?

Sin dudas que es muy buena, más aun si la comparamos con la mayoría de los países de la región. En ese sentido, el sistema sanitario uruguayo es relevante por su alto desarrollo. Un desarrollo que no depende solamente del trabajo de los médicos ni de los funcionarios directamente relacionados con temas sanitarios.

Los uruguayos gozan de ese gran beneficio que se llama educación, alcanzado gracias a aquellos que hicieron de este país el más uniformemente culto del continente. Es aquello de valorar el trabajo que hicieron muchos en favor de organizar una nación civilizada, con grandes mayorías que conocen profundamente sus derechos.

Vale aclarar algo, como argentino y porteño, uno tiene muchos valores en común con los uruguayos, pero diría que comencé a conocer en profundidad esta realidad en 1989, cuando se realizó una muy positiva investigación sobre instituciones públicas y privadas de salud.

Justamente, descubrir esa evolución fue tarea de su oficina...

La OPS se dedica muy especialmente a estudiar los cambios que sufre cada país en el concepto de salud colectiva y cómo influye el Estado en esas transformaciones. Podría citar un ejemplo que se confirma en todos los estudios realizados. En Uruguay, hasta la década del 50, regía un concepto muy afrancesado de salud pública. Era un servicio reservado casi exclusivamente al Estado, lo que a su vez permitía diferenciar muy claramente entre áreas ejecutivas, sanitarias y de producción.

En la segunda mitad del siglo esa idea cambió, derivando en un concepto más globalizador. Antes, ni se discutía que las tres grandes áreas de la salud debían funcionar por separado; hoy, en cambio, no se discute que deben interactuar en profundidad. Un típico trabajo de campo de la OPS, fue describir esa evolución.

¿Cuándo comenzó a funcionar la oficina uruguaya?

Fue a fines de 1959. El primer director fue un gran médico y universitario chileno, el Dr. Hernán Durán. Esa primera época tuvo una gran influencia de los trasandinos, ya que a Durán siguieron otros profesionales eminentes como los doctores Francisco Mardones Pessat, Norberto Espinoza y Clodomyro Huerta. Luego vino una época que podríamos denominar «argentina», a partir de 1972, con la llegada del Dr. Luis Horacio Vera Ocampo, a quien continuó el gran estadígrafo peruano Raúl Vargas, luego mi colega y amigo Vladimiro Rathauser y, finalmente, yo. Mi retiro obligatorio fue en febrero.

¿Cuál es la influencia concreta de la OPS en las políticas sanitarias del país?

La institución se parece mucho a una cooperativa cuyos propietarios son los propios países. Como toda organización fundada a principios de siglo, no olvidemos que comenzó a funcionar en 1902, fue creada para tratar temas urgentes, siempre del momento. Lo principal, por entonces, era estudiar y prevenir enfermedades epidémicas tan comunes a fines del siglo pasado, ya que pasaban de un país a otro tanto por las migraciones como por el tránsito comercial.

Durante cuarenta años fuimos un sistema de regulación de enfermedades de notificación obligatoria. Con el paso del tiempo, y el control efectivo de las grandes endemias, la OPS se sumó a la tarea de los gobiernos en la elaboración de normas comunes para la región y la transferencia de conocimientos entre los países.

Desde 1946, con la creación de la Organización Mundial de la Salud, nos transformamos en oficina regional para las tres Américas, y es por ello que seguimos la línea general de aquella entidad, aunque no se abandonó jamás el apoyo de actividades de lucha contras las endemias regionales.

En la segunda mitad del siglo mantenemos una línea permanente de proyectos, que compartimos con el Ministerio de Salud Pública, siempre en favor del desarrollo de políticas sanitarias globales. A ello se agrega nuestra tarea en rubros como protección de alimentos y salud ambiental, en forma conjunta con el Ministerio de Vivienda, el Ministerio de Salud Pública y entes como OSE o ANCAP.

Se retira de la OPS pero no se va del país...

Es cierto, nos quedaremos a vivir en Montevideo. Es por aquello de que uno no se enamora solamente durante la juventud. Montevideo es un nuevo amor. Es el único lugar donde puedo encontrar las calles apacibles y arboladas de mi infancia en el Barrio Norte porteño. Aquí tengo todo lo necesario para llevar una vida espléndida, la paz y tranquilidad que ya no existe en Buenos Aires.

Pero Montevideo tiene bellezas propias, originales, no solamente en comparación con mi ciudad. El gran poeta nicaragüense Rubén Darío, que vivió y escribió mucho en Buenos Aires, finaliza uno de sus sonetos con aquello de «maravillosa Montevideo». Y estoy de acuerdo con Darío.



Una vida dedicada a crear
mejores políticas de salud
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El Dr. Juan Carlos Veronelli nació en la porteña esquina de Las Heras y Riobamba, del Barrio Norte. Se recibió de médico el 16 de diciembre de 1956, título obtenido en la Universidad de Buenos Aires. Muy poco después se sumó a la cátedra de Clínica Médica del Profesor Egidio Mazzei, un famoso especialista argentino fuertemente influido por la escuela francesa de la época.

Tras especializarse en Cardiología trabajó cinco años dentro de esta especialidad, hasta que en 1966 finalizó una maestría en Salud Pública de la Universidad de Buenos Aires.

En 1967 completó un curso internacional de planificación sanitaria organizado por OPS, CEPAL e ILPES. Entre 1970 y 1972 realizó estudios de planificación social en París.

Entre 1972 y 1974 fue jefe del Departamento de Planificación del Ministerio de Salud Pública de la República Argentina. De esa forma se vinculó a la OPS a través de investigaciones realizadas en el Centro Latinoamericano de Administración Médica (CLAM). «Allí conocí a ese gran personaje que fue Aarón Nowinski», recordó.

En 1975 viajó a Santiago de Chile para realizar una consultoría de mediano plazo para la OPS. Allí permaneció hasta 1980, cuando viajó a México para asumir el mismo trabajo dentro de un área de acción de cuatro países: República Dominicana, Haití, Cuba y México.

En 1984 fue nombrado consultor regional para la oficina del organismo en Washington y en 1985 renunció para asumir la Secretaría de Salud Pública del Municipio de la Ciudad de Buenos Aires de la administración radical del intendente Julio César Saguier. Allí permaneció hasta 1988.

Por pedido del entonces director de la oficina de la OPS en Montevideo, Vladimiro Rathauser, aceptó el cargo de coordinador de estudios sobre servicios de salud en nuestro país. En diciembre de 1991 se le encargó la representación uruguaya, tarea que cumplió hasta febrero del presente año.

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