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Una formación integral
En Jaime Cibils, a pocos metros de 8 de Octubre, funciona el Instituto Nacional de Enfermería. Allí se forman enfermeras y enfermeros dotados de una concepción integral del paciente. Desde abril de 1996, la encargada de llevar a cabo esta tarea es la licenciada Haydée Ballestero.
por Melisa Machado
"Intentamos formar profesionales desde una concepción mucho más humana, que abarque el todo del individuo. Además de lo biológico, no se puede dejar de atender lo social o lo psicológico de un paciente. Hay que tener presente que si ese organismo tiene una parte enferma, esa parte está en un todo que debemos tratar para que la enfermedad no aumente", dijo la licenciada Haydée Ballestero, directora del Instituto Nacional de Enfermería (INDE), que está cumpliendo 50 años de existencia.
En 1994, el INDE obtuvo su independencia de gestión, gracias a una resolución del Consejo Directivo Central de la Universidad. Aunque fue recién en 1996 cuando recuperó los fondos que le permiten funcionar en forma autogestionaria. "En estos momentos es un instituto asimilado a Facultad, como Psicología o Bellas Artes. Ese pasaje ha sido muy importante porque nos permitió un desarrollo independiente. Antes era la Facultad de Medicina la que nombraba a los profesores, organizaba los cursos y realizaba los cambios en los planes de estudio. Y en una Facultad tan compleja y vasta como la de Medicina nuestros problemas, lógicamente, eran los menores, los que quedaban para el final".
Lic. Haydée Ballestero: "Desde hace unos años
venimos trabajando
en explicar por qué Enfermería debe
ser
una disciplina independiente de la Medicina"
En 1996, comenzó a efectivizarse un proceso de reestructura, de reformulación de departamentos que tendían a recuperar la esencia de la profesión de enfermería. "Nos independizamos de la nomenclatura médica, tratamos de recuperar un lenguaje, de obtener una identidad profesional. Comenzamos por crear los departamentos de adultos y ancianos, de niños y adolescentes, el materno-infantil, el de administración, el de salud mental y el de enfermería comunitaria".
Ballestero considera que la dificultad más importante con la que se enfrenta como directora del INDE, es poder responder a la pregunta de "¿cuáles son los límites del conocimiento entre una profesión y otra?", entre la medicina y la enfermería, por ejemplo. "Desde hace unos años venimos trabajando en explicar por qué enfermería debe ser una disciplina independiente de la medicina. Los antecedentes dicen que nació como una profesión independiente pero que se hizo dependiente. Es claro que, en la historia, el peso de esa dependencia es mayor que cualquier otra cosa. Lo que quedó a nivel popular es que la enfermera recibe órdenes del médico. Nosotros hemos estado trabajando en una serie de teorías, que se manejan a nivel mundial, que explican qué es lo propio y qué no y estamos tratando de llevar a cabo lo que es nuestro".
Para solucionar esta problemática, las enfermeras han desarrollado una metodología propia como el diagnóstico de enfermería y el tratamiento que difiere, en ambos casos, del diagnóstico y del tratamiento médico.
La enfermería entendida de este modo está también, según la licenciada, "encaminada a fortalecer la resistencia del hombre a las múltiples agresiones a las que se ve sometido. Apunta a una concepción integral del ser humano, como un organismo que tiene un aspecto psicológico y que se encuentra inserto en una realidad social. La enfermería así entendida no trabaja solamente con los enfermos sino que desarrolla una tarea en la comunidad, haciendo prevención de salud. Trabaja también con el hombre sano. Es responsabilidad nuestra trabajar para que las personas sean conscientes de esas agresiones del medio. Esto es muy claro en el tema de las vacunaciones, por ejemplo, o en el caso de las radiaciones físico-químicas que repercuten en la salud".
Diagnóstico propio
En España, la enfermería lleva adelante un sinnúmero de tareas en el campo de la prevención y de la atención primaria en salud. Está atenta, por ejemplo, a si una silla presenta un riesgo para la salud de un niño en la escuela o para un adulto en su trabajo. Gracias a estas teorías que comenzaron a gestarse en los 60 y que tuvieron su auge en los 70, el campo de la enfermería se ha visto ampliado. A todo esto se le suma la necesidad de una interdisciplinariedad con psicólogos, asistentes sociales, dietistas, nutricionistas, maestros y médicos.
"Desde este instituto aspiramos a que el profesional que recibe una indicación de dar un medicamento a un paciente, tiene que conocer la composición química, el perfil de esa persona, tiene que tener su propio diagnóstico. Saber qué le sucedió antes de ese momento a ese paciente y qué le va a suceder después. Debe conocer todos los impactos a los que estuvo expuesto y estará expuesto esa persona que no es solamente un organismo biológico. Esto es: debe enterarse y estudiar las condiciones higiénicas, sociales, biológicas y psicológicas de ese individuo".
A nivel internacional, cada dos años, se realiza un Congreso Panamericano de Investigaciones en Enfermería, estructurado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), donde se presentan investigaciones llevadas a cabo por profesionales de esta especialidad. "Se ha incursionado, por ejemplo, en el campo de las prácticas medicinales indígenas, en el uso de hierbas y medicinas autóctonas. En Colombia se inició una investigación sobre el tratamiento de úlceras varicosas con paneles de glucosa, en la que se demostró que en ocho días se lograba una recuperación que era impensable con la utilización de sulfas y antibióticos".
En Uruguay, el curso de enfermería tiene una duración de cuatro años y medio y termina con la presentación de una tesis.
Haciendo un poco de historia, el instituto se creó en la década del 50, en el Hospital de Clínicas, conjuntamente con la creación de los primeros centros de salud. El plan de estudios de la época muestra una clara influencia de la escuela norteamericana, y su primera directora fue Dora Ibarburu, que acaba de ser nombrada Honoris Causa. "Ibarburu, además de ser la primera en dirigir el Departamento de Enfermería del Hospital de Clínicas, era asesora de la OPS, muy reconocida en toda Latinoamérica y con una gran capacidad de trabajo", recordó Ballestero.
En aquellos años, la carrera se realizaba en tres años y no era necesario ser bachiller para ingresar. En 1962, se comenzó a exigir el bachillerato y en 1971, se modificó el título obtenido y pasó a ser una licenciatura. Pero este proceso quedó interrumpido por la dictadura. Recién en 1985 se recuperó el título básico de licenciado y desde 1997 existen las maestrías en gestión de Servicios de Salud, en Salud Mental y en Atención de Salud.
"En estos 50 años de existencia me parece que vale la pena rescatar la evolución de la licenciatura como una profesión independiente, la ampliación del campo de trabajo, el desarrollo de investigaciones y la existencia de publicaciones. Una de esas investigaciones es el estudio pormenorizado del propio registro de las enfermeras con el objetivo de precisar la identidad del diagnóstico y el tratamiento de enfermería a partir de la práctica", señaló Ballestero.
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