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Una página negra en la historia del SMU

¿Qué está pasando en el Sindicato Médico del Uruguay? ¿Por qué la Asociación de los Estudiantes de Medicina ha pasado a ser su principal enemigo? ¿Cómo es posible que la gran mayoría de las agrupaciones médicas hayan protagonizado un atroz acuerdo politiquero para excluir al delegado estudiantil de la Junta Directiva del CASMU?

Qué difícil vivir este momento como miembros de la AEM y del SMU. Qué difícil responder a estas interrogantes de un modo constructivo. Qué difícil entender cómo las agrupaciones médicas Fosalba, Recuperación Sindical y Recambio, caracterizadas a lo largo de su historia por un fuerte apego hacia los estudiantes, hayan sido aliadas de una triste reivindicación de la agrupación UNID-Praderi: eliminar al delegado de AEM de la Junta Directiva del CASMU. La dictadura de las mayorías que aniquila a las minorías, una antigua estrategia política que tanto daño le ha causado al mundo, fue realizada a la perfección en nuestro SMU.

No nos ha quedado otra opción que realizar estos comentarios, que reflejan nuestro profundo dolor por lo sucedido. Pero no es esta la forma por la cual nos queremos dirigir a ustedes, compañeros socios del SMU. No vamos a ser aliados, bajo ningún concepto, de la mediocridad manejada por los actuales dirigentes médicos, que se han esforzado en crear un imaginario conflicto médico-estudiantil dentro del SMU. Les vamos a demostrar que médicos y estudiantes hemos construido desde 1920 una gloriosa historia llamada Sindicato Médico del Uruguay, la cual no se puede opacar, bajo ningún concepto, con esta página negra recientemente escrita.

El Dr. Julio Mañana, autor de un libro que descubre esta historia, realiza el siguiente comentario acerca de los orígenes del SMU: "Del año 1900-1920, Montevideo fue ciudad novísima, aunque conservaba algunos resabios de la era colonial. Los hospitales eran de régimen feudal, la característica dominante era el individualismo; los médicos actuaban impermeabilizados contra el contacto del vecino, la relación de camaradería y sociabilidad era nula pese al esfuerzo de la Sociedad de Medicina. Es en el medio hospitalario que comienza a surgir un movimiento que reclama abrir las puertas, herméticamente cerradas, para dar entrada a las nuevas generaciones que ansiaban conquistar su porvenir a través de su pujanza, desplazando privilegios y prebendas, exigiendo concurso de méritos y oposición. Era el trampolín de la transición del período individualista y feudal al nuevo y amplio régimen, permitiendo que nuevas energías y sangre joven entraran a disputar el futuro auspicioso.

Esta sangre joven son los estudiantes de medicina que, fuera de las aulas, concretan una agremiación, la cual sale a la luz con la sigla AEM (Asociación de los Estudiantes de Medicina) como bandera de lucha gremial, universitaria y social; primer germen que vislumbró un nuevo tipo de acción necesaria no sólo para formar médicos, sino para comenzar formando hombres antes que profesionales".

Qué vivas que se encuentran hoy estas reivindicaciones, semillas de las cuales germinó la AEM en 1915 y el SMU en 1920. Qué mejor respuesta para aquellos que se empeñan en separarnos, las palabras pronunciadas por el Dr. Pablo Carlevaro, en ocasión de conmemorarse los 80 años de la AEM: "...fue el impulso de estos jóvenes el que le deparó a nuestra sociedad el Sindicato Médico del Uruguay. Casi nada les debemos".

Pero los inicios del SMU no es el único ejemplo de nuestro camino común. También lo es el surgimiento de una de sus mayores realizaciones: su Centro de Asistencia. Sus orígenes, basados en comentarios sobre el estado de los médicos de las sociedades de Socorro Mutuo, de los cuales constituye un buen ejemplo el siguiente: "... ganan como porteros, trabajan como peones, no cuenta su intelecto y su misión. La ley de la oferta y la demanda, con la superabundancia, los hace presentarse como borregos, y la competencia ruinosa ha hecho descender lastimosamente los sueldos de los profesionales...".

Estos comentarios, que bien podrían haberse realizado acerca de nuestra situación actual, tienen más de 80 años de vida. Cuánto camino nos queda aún para recorrer juntos. Pero en la década del '30, esta realidad formó la idea de creación de nuestro Centro de Asistencia, un arma de lucha valiosa para nuestro gremio, que por sí encontraría la solución del mutualismo en una organización sanitaria que sería dirigida por los médicos mismos.

Los estudiantes no fuimos ajenos a esta estrategia, por el contrario, nos constituíamos en unos de los principales protagonistas, centrados en la figura del Br. Carlos María Fosalba, quien, como delegado de la AEM en el Comité Ejecutivo del SMU, impulsaba esta creación desde 1931. Pero Fosalba no estaba solo en su empeño. Integraba un grupo de intelectuales de la AEM, con activa participación en el SMU, entre los que destacaban los bachilleres Juan José Crottogini, Eduardo Yannicelli y Hermó-genes Álvarez.

La importancia filosófica de la AEM en la creación del CASMU fue tan grande que era impensable que no integrara su Junta Directiva desde su inicio. Se le reconocía la propiedad de un pensamiento espontáneo, fuera de toda influencia interna y externa, lo que nos colocaba en una posición de sumo respeto por parte de nuestros compañeros médicos, que defendían nuestra participación bajo este carácter.

En la década del '50, con la puesta en funcionamiento del Hospital Universitario, se posicionaba la AEM en un sitial de enorme potencialidad de cambios en nuestro sistema de salud. Participábamos con igual impulso desde su creación, en la Comisión Directiva del principal prestador de asistencia pública: el Hospital Universitario e integrábamos desde hacía años la Junta Directiva del que se transformaría en el principal prestador de asistencia mutual: el CASMU.

El impulso estudiantil desarrollado en estos espacios fue de tal magnitud que motivó un pensamiento, por suerte escrito, en las memorias del decanato del Dr. Mario Cassinoni: "Confío en el estudiantado. Les debo por otra parte un público reconocimiento. Fueron los estudiantes la fuerza perseverante, obstinada, obsesionada en procura de este hospital para nosotros. Y debemos decirlo nosotros, los profesores, para que ellos, ante nuestro silencio, no tengan que caer en la inelegante postura de proclamarlo. Y, además, nosotros tenemos la obligación de estimularlos, para que vuelvan a salir una y otra vez en sus ardientes reclamos, a gastar sus horas en el afán de ideales como este, que tienen como finalidad la procura suprema de un bien colectivo".

Es cierto que los estudiantes de AEM de nuestros días no son los que la vieron nacer en 1915, o los que fundaron el SMU o el CASMU. Pero también es cierto que nuestros tiempos no son aquellos, y que el rol de estudiantes hoy nos toca vivirlo a nosotros, así como mañana lo ejercerán otros, que serán distintos a los que somos hoy y a los que fueron ayer.

Pero a lo largo de los años nos unifica nuestra manera de pensar y actuar, así como nuestra ineludible participación en los grandes cambios de nuestra sociedad.

Por todo esto no podemos aceptar -como AEM- que la mediocridad practicada por unos pocos dirigentes médicos predomine por sobre el silencio de los iluminados, aquellos fieles a la historia y a los principios del SMU.

Bajo ningún concepto la AEM permitirá en el SMU un trato de esta naturaleza. Se enfrentará, sin dudas, a una campaña de recolección de firmas, tendiente a reconsiderar la nefasta resolución de la Asamblea General Extraordinaria del martes 16 de mayo de 2000.

Apostaremos, entonces, a la palabra de los iluminados para que juntos les enseñemos a estos mediocres un poco de historia, que tal vez les ayude a instruirse sobre el gremio al cual están representando.

Nunca mejor que en estos momentos recordar el pensamiento del primer presidente del SMU, Dr. Augusto Turenne: "No sabemos si vamos a triunfar, pero estamos seguros de combatir, y en ese combatir sin descanso hay ya un afán sin nombre y sin forma que puede conducirnos a una realidad plena".

No tenemos dudas de que ese afán representa para nosotros nuestra libertad de pensamiento, nuestra creatividad, nuestra espontaneidad, defendida antes que nadie por nuestros compañeros médicos. Sólo de esta forma, médicos y estudiantes seguiremos escribiendo esta gloriosa historia que se llama Sindicato Médico del Uruguay, comenzada en 1920.

Juntos, compañeros, solamente juntos, conduciremos a nuestra sociedad a una realidad plena, aquella que sólo nosotros seremos capaces de construir.

Asociación de los
Estudiantes de Medicina
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