ADVERTENCIA: El recurso que está visitando fue creado hace mucho tiempo y no ha sido revisado recientemente. Se mantiene como acervo de la Institución pero tenga en cuenta que puede contener información no relevante o desactualizada.

Algunas verdades sobre el arte

"¿Y esto qué es? ¡Es espantoso...!".

"Callate, yo tampoco lo entiendo, pero es el Premio, nosotros no entendemos nada; disimulá, hacé como si fuésemos entendidos... ¡Qué maravilla!, ¡es extraordinario...! Fijate en esas rayas, se parecen a las vías de un tren".

"¿Y cómo se llama el cuadro?".

"Aquí abajo dice Niño repatriado con Complejo de Edipo".

"¿Y dónde está el niño? Aquí no hay nada que se parezca a un niño...".

"Andá a saber dónde está escondido; le debe dar vergüenza aparecer. Pero fijate, allí hay una mancha que parece un huevo frito. Y allá hay unas mitocondrias expresadas con gran alegría. Y el fondo negro debe ser el porvenir de la selección uruguaya, a la cual el niño sueña con ingresar".

Estos comentarios son tema corriente en las exposiciones de pintura hoy en día.

Desde hace tiempo en nuestro medio se valoran muchos trabajos que a nuestro entender y también del público en general, es inexplicable que sean considerados obras de arte y que además obtengan los máximos galardones.

Todo tiene su explicación.

El predominio absoluto de esta modalidad de pintura se debe a varios factores: primero, que para criticar y juzgar cualquier ignorante puede hacerlo. Basta ser nombrado. Nunca se fundamentan por escrito por qué tal cuadro es colgado y/o premiado. Los juicios son absolutamente subjetivos. Y si de alguna forma se expresa el porqué, se emplea un lenguaje alejado de la comprensión. Lo que se complementa con aquello de "...callate que no entendés...". Segundo, que es difícil encontrar personas formadas, que conozcan el oficio y se expresen desinteresadamente cuando actúan como jueces. Y si las hay, no dicen nada por delicadeza. O por temor a ser radiados de los círculos de preferencia. El círculo de los ignorantes. O se dejan llevar por quien ejerce su condición de juez de todos los concursos.

En Europa y en Estados Unidos, el predominio es claramente a favor del arte figurativo. No se niega al abstracto, pero hay que ser muy bueno y haber transpuesto los talleres asimilando los conocimientos que allí se enseñan. En música, se escribe sobre un pentagrama y con notas musicales. En literatura se utiliza papel y escritura. En pintura pasa algo parecido. Hay reglas.

En Uruguay los jurados actuantes descartan prácticamente todo lo que es figurativo sin considerar sus valores.

¿Es que en Europa están más bajos que en Uruguay?

¿Es que los críticos uruguayos son superiores a los europeos?

Si hemos de comparar toda América con tan solo un país europeo como España, Francia y no digamos Italia, nuestro continente pierde por goleada.

Tanto Dalí, como Picasso, como Van Gohg, Chagal, etcétera, todos transitaron por lo figurativo clásico.

Pero aquí se es abstracto de entrada y sin taller o casi sin él. Es más cómodo, más rápido. Y así salen esas "obras" que nadie colgaría en la sala de su casa.

Desgraciadamente, no existe una cultura artística en nuestra población en general. Los planes de enseñanza parecen que han sido diseñados por arquitectos, como así también muchas clases se dan por estos profesionales. Todo es uso de la regla, el compás y demás instrumentos de geometría. A mano suelta nada. La carbonilla no existe. Hay que dibujar letras, proyecciones y planas de rectas y rectas. No se permite la creatividad ni la individualidad. Hoy, el trabajo perfecto no es identificable.

Ni en las escuelas, ni en los liceos se enseña arte. Sólo se enseña dibujo técnico. En Europa se lleva a la clase entera a los museos y se da instrucción con los originales enfrente. Y orientados por una persona experta en el tema; no cualquier improvisado. Se lleva a los escolares y también a los liceales. Es un curso más.

Y ¿qué es el arte, entonces?

Arte es el dominio de la artesanía, del oficio, más la participación del espíritu. Es una expresión que debe causar placer a través de los órganos de los sentidos. Una sensación que al convertirse en percepción por la participación del área psicosensorial, crea un estado que se llama éxtasis, donde todo lo que no sea ese momento y objeto, desaparece, elevando al observador a un estado de placer intelectual intenso.

Para llegar al dominio de la artesanía, de las herramientas, para llegar a aprender a ver, para conocer los materiales, para poder descubrir la armonía y los ritmos al golpe de vista, es necesario pasar por el taller. Nadie nace sabiendo. Se necesita la instrucción de un maestro. Y el tiempo suficiente de práctica continua.

Esto ocurre con la música, la escultura, etcétera.

El predominio de aquello que no es el resultado de lo antedicho, es el predominio de la mediocridad. Quizás el no instruir en arte en la Enseñanza Pública sea una forma de mantener la prevalencia de lo estrafalario. Mantén al pueblo en la ignorancia y mantendrás el poder. Algo parecido al tema de El nombre de la Rosa.

Por último, diremos a todos aquellos que habiendo pasado años en talleres y que practican lo figurativo, que lo más importante en esta tarea es estar satisfecho con uno mismo.

Dr. Rubén De María

/