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Escultura: Categoría familiar (1998) «Timias y distimias» Sra. María del Rosario Passadore

BANQUETE

III

Yo deseaba que fuera viernes y el smog
despintara mis uñas.

Practiquemos un deporte de bajo impacto
como el backgammon.

Creías escuchar gaitas
dentro del vaso de scotch
mientras yo me aturdía
con un mal trago. 

Un comentario inteligente
me daría diez minutos de ventaja:

-El lavabo
¿Es de auténtica loza inglesa?-

Retrospectiva de un lago:
Una pupila dentro de otra y así sucesivamente.

-¿En qué estábamos?
«La sirena es una buena señal
para recordar el incendio».

Subimos al auto
antes que nos atrapara la luna.

«Tu casa es un laberinto».
Enciendes el televisor para una velada perfecta.

Ojos que no acuden a la cita.
Hace frío cerca de la estufa.

-¿Qué reza tu horóscopo esta temporada?

Júpiter oponiéndose a todo.
Sequías en Islamabad.

«Llévame al hospital más próximo»
Sólo fingiendo una herida de alcohol
se huye de Alcatraz.

Lo cercano adquiere lejanía
mientras más se observa.

IX

Sobre la mesa vestida de enagua
vacías copas
de labios rotos
esparcen vino rancio
por los lacrimales de las cortinas flotantes.

Naturaleza muerta.
Vapores de ayer
me ciñen a la sábana
con manos sudorosas.

Un pájaro añil
picoteando migas, escamas,
pétalos de piel, huesos helados.
Engarzada al mantel,
todavía, la sed.

Restos de nube
cayendo por las paredes.

No es de noche
o de día.

Todos los relojes
apuntan a la nada
o viceversa.

Un cristal
cree estar vivo
y cruje con el viento.

Sobre el mantel de ceniza
hay un brillo artificial
como de piedra barata.

Fotografía: Gran Premio SMU (1998) «Mensaje» Br. Walter D. Rolfo

XI

El ala de tu avión rozó mi sombrero
el tiempo justo para preguntar

-¿tú por aquí?-

luego de tender la mesa.

Él clavó su espuela
sin piedad sobre mi flanco
(yo recordaba el sol tiñendo tu pelo)

Puentes quemándose
bajo las faldas de la noche
por las galerías de sus manos subterráneas.

«Necesito un trago soft»
Otra vez tu perfume interceptando la música.

Ruidos de motor a explosión
salpicaron la campana de cristal

-¿Puedo abrir la ventanilla?-

Percibo la fugacidad de tus dedos acuáticos,
un chasquido de algas
contra las aletas de un pez.

Se hizo tarde para un hotel de utilería.
Pasas por mi mente como la sombra de un gato.

El reloj,
asesino de tiempo,
da un salto al vacío.

Un poco más de esto.
Algo menos de aquello.

(No se trata de alquimia
sino de un cóctel casual).

No llevaba atuendo para la ocasión.

-Si alguna palabra desconoces
devuélvela al oído-

Todo claudica. El reloj
dio un salto al vacío.

«Solo hace falta un mago para esta fiesta»
Una ciudad sin cigarrillos.

El tren se detuvo para siempre.
Una pizca de sal en el tintero
no vendría mal.

Te esperé hasta que el reloj
saltó al vacío.
Ahora el silencio llueve cruel
como aguijones.

Un agujero en el zapato
basta para observar el mundo.

XII

Ella llevaba un vestido ceñido
pero a él no le gustaba el rojo.

«El caos habita el orden femenino»
había dicho
ebrio de Shakespeare
y cielorraso.

«Fragilidad es tu nombre, mujer»
dijo cuando cayó
la taza de sus manos.

Ella rozó sus labios con los muslos
mientras levantaba la loza.

En el entreacto
ella vertió hebenón
en el oído del Rey
para recordarlo
a través del velo negro
de su viudez.

**

XV

El tiempo ha disparado
su látigo veloz.

Se amotina la sangre
como en un reloj de arena:

con el abrigo puesto
me sorprendió el verano.

Crecen peldaños en la escalera
a medida que subo.

Otra puesta de sol una salida
frustra:
en mis ojeras
descansa el insomnio.

**

XIV

Eras un tahúr de oscuro aliento.
Engarces de oro tu sonrisa
sin labios. Ojos que no han visto el sol.

Invisibles manos enguantadas
con exactitud de Oráculo
cambiaron los Reyes de tu manga
por un póker de marinos ahogados.

Ni el blíster sublingual
en el bolsillo de emergencia
de tu frac de alquiler
ni la blasfemia de metal hendiendo el aire
como un rigor helado
pudieron detener tu rostro sin afeitar
cayendo desde el espejo
sobre la carpeta del lavabo.

**

XVI

La luz del ascensor crea fantasmas
que suben y bajan entre rejas.
(Los inquilinos miran sus zapatos
mientras dura el viaje)

Afuera
los aviones giran como insectos
su danza nupcial.
Los escaparates me recuerdan
que aún existo.

Se hace tarde.
No llueve más que ceniza.

**

XVII

«O convoi solennel des soleils magnifiques»
Jules Laforgue

Engominado
traje de máximo luto
finos bigotes perfilados
Astarot asiste a su propio entierro.

Desde el sarcófago vertical
su índice feroz
de larguísimas uñas
cosméticas
apunta
hacia el Zodíaco que gira.

La Tierra
bajo tierra
oculta la Calle Dorada
de los Alquimistas.

Por siempre el plomo
seguirá siendo plomo.

«¡Oh, cortejo solemne de soles magníficos!»
Sollozan los paraguas de los deudos.

(Dicen que el difunto
se ha teñido el pelo).

El núcleo plúmbeo
se congela
en torno al féretro.

De pie Astarot sonríe
por encima
del oro de sus tacones.

**

XX

Aguas sabáticas.

Amazonas cabalgan
caballos de piedra.
Vientos de presagio
animan sus talones
líquidos.

La luna
cae
derrotada. Comienza
su rojo sacrificio.

Desnudan
su torso curvo
depredadores de luz.

El ritual
ha terminado.

Género: Poesía

Seudónimo: Amanita Muscaria

 

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