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Louis Ignarro, un Premio Nobel de Medicina en Montevideo

«En lucha constante contra la vanidad»

Desde 1998, el Dr. Louis Ignarro forma parte del selecto club científico de los premios Nobel. Junto con sus colegas y amigos de la Universidad de UCLA, los médicos farmacólogos Robert Furchgoff y Ferid Murad fueron distinguidos por el Instituto Carolinska de Suecia por sus investigaciones acerca del papel del óxido nítrico (ON) como mediador químico en la regulación de la presión arterial y la vasodilatación sanguínea.

por Armando Olveira

Ignarro estuvo en Montevideo, entre el 8 y 10 de noviembre, invitado por su amigo personal, el Dr. Rafael Radi, un joven investigador biomédico de la Facultad de Medicina. La visita contó con el auspicio del laboratorio Gramón Bagó.

Dr. Louis Ignarro
El Premio Nobel, Dr. Luis Ignarro, junto al decano de la Facultad de Medicina, Dr. Luis Calegari, mostrando la distinción recibida

Dr. Ignarro, ¿cuál es el origen de su apellido? ¿Su familia tiene algo que ver con la medicina?

Soy hijo de una familia de italianos, mi padre de Nápoles, mi madre de Sicilia, que emigraron a Estados Unidos a fines de los '30. Nací en 1941 en Brooklyn, en el barrio italiano de Nueva York. Mis padres no tuvieron formación primaria. Mi padre era carpintero y mi madre una laboriosa ama de casa que crió a ocho hijos.

¿Por qué la farmacología?

Difícil responder sin salir de la lógica italiana de principios y mediados de siglo. Mi familia no tuvo una educación formal, por lo que no era el mejor lugar para plantear una vocación científica. Mi padre quería que fuera carpintero como él. No obstante, fue el más interesado en que hiciera secundaria y que ingresara a la Universidad.

Podría haber hecho otra carrera, pero desde muy joven me gustaron los mecanismos de acción de las drogas, la terapéutica y los fármacos. Mi primer trabajo, siendo todavía un escolar, fue en una pequeña farmacia cercana a nuestra casa. Transportaba medicamentos en una bicicleta, de la farmacia a la casa de los clientes.

Era algo así como un cadete, pero cuando fui más grande, 12 o 13 años, cada tanto tiempo me dejaban pasar al fondo del comercio, donde se preparaban las drogas. Era para mí lo máximo. Inclusive, hasta me dejaban preparar algunos medicamentos, viéndome tan entusiasta.

¿Cuánto cambiaron sus ideales médicos respecto de la juventud?

Desde que comencé mi carrera universitaria soñaba con investigar la aplicación de fármacos para mejorar la salud humana. Y el Premio Nobel fue una consecuencia del trabajo en equipo. Al principio uno ni se lo plantea. Pero en la medida que el trabajo avanza y los otros te hacen saber que tienes posibilidades, la premiación comienza a transformarse en un objetivo.

No hice mis investigaciones para alcanzar un Nobel. Mucha gente trabaja en función de lograrlo. Traté siempre de ser serio en mi trabajo. Si el premio vino, bienvenido sea. Pero sin obsesiones.

¿Su imagen exitosa gravita en la decisión vocacional de jóvenes de su entorno?

Sí, mis sobrinos comenzaron a interesarse más por la medicina luego que ganara el Premio Nobel. Mi entorno familiar sigue siendo básicamente de trabajadores... pescadores, carpinteros, plomeros. Gente de trabajo de Italia, sin una estimulación universitaria fuerte, más allá de la novedosa fama del tío gracioso. Lo mismo ocurrió con mi hija, aunque ella me tiene tan cerca que ni me presta atención (se ríe).

Parece tener un gran atractivo sobre los jóvenes. En todos los actos que participó siempre estuvo rodeado de estudiantes.

Me encanta enseñar. Es mi otra gran vocación. De la misma forma que mis sobrinos me consideran un tío gracioso, también soy el profesor chistoso de la facultad. Tengo una cercana relación con los muchachos, a tal punto que vivo recibiendo pequeños «nóbeles» estudiantiles. Me siento reconocido cada vez que me señalan como un profesor con capacidad de diálogo, o el más ameno o el de explicaciones menos difíciles. Fueron los estudiantes de UCLA quienes me han votado durante varios años consecutivos como primero en excelencia. Lo considero un honor.

Óxido nítrico: factor de cambio

¿Cómo comenzó a investigar el óxido nítrico?

A fines de los '60 trabajaba en un mediador de transducción de señales denominado AMP cíclico sobre el cual investigaban otros colegas. Por esa época se descubrió un nuevo mediador que es el GMP cíclico. Entonces cambié la orientación y comencé a analizar todos los factores que se insinúan en la producción.

Paralelamente, Ferid Murad, mi amigo y colega también laureado, estaba demostrando que el ON podía aumentar la formación de GMP cíclico. Esta sustancia mediadora al oficiar como transductora de señale cambia las concentraciones de calcio en la célula, y que ciertas proteínas y enzimas se activen o inactiven lo que altera el funcionamiento de la célula.

El ON interacciona con una enzima llamada guanilato ciclasa, la cual activada produce el GMP cíclico. Por eso, tanto la administración exógena como la producción endógena de ON conduce al aumento de la formación de GMP cíclico.

¿Qué efectos orgánicos produce?

Depende del órgano en el cual se produce. Por ejemplo, en los vasos sanguíneos estimula la vasodilatación. Todavía no conocemos las razones moleculares, pero sí sabemos que en hipertensos la síntesis de ON está disminuida y al estar disminuida hay menor vasodilatación y aumento de la presión arterial.

¿Cuáles son las aplicaciones del descubrimiento?

Ahora sabemos la fisiología y patología del ON. A partir de ahí se desarrollan fármacos que lo producen para mejorar la vasodilatación. También los antioxidantes a través de la eliminación de los radicales del oxígeno que disminuyen la vida del ON pueden ser alternativa terapéutica.

Las terapias génicas que apuntan a aumentar la formación de ON mediante la modificación del genoma pueden estar prontas dentro de 10 o 15 años. Como gas inhalatorio, el ON es eficaz en el tratamiento de la hipertensión pulmonar persistente en recién nacidos.

Como vasodilatador contribuye a regular la presión pulmonar y mejora la función ventiladora.

¿Cuándo se podrá utilizar el tratamiento?

En menos de seis meses podremos generalizar el uso de terapias inhalatorias de ON, una vez que la Food and Drug Administration, el organismo de fiscalización y control de medicamentos las apruebe. En Europa ya la están utilizando.

¿Servirá el ON para bajar la mortalidad por enfermedades cardiovasculares?

Realmente siento que sí. Por eso hemos estructurado este nuevo centro de medicina cardiovascular en la UCLA y con todos nuestros conocimientos, dentro de 15 o 20 años, podremos abatir muy significativamente la incidencia de las enfermedades cardiovasculares.

El Nobel cambia una vida

¿Cómo conoció al Dr. Rafael Radi?

Con Rafael nos conocimos en conferencias científicas y como las áreas de trabajo son similares, hubo desde un principio una gran afinidad. Por aquello, también, de que siempre voy a preferir un joven como compañero de aventura. Nos interesamos mutuamente por nuestros trabajos.

Cada dos años organizamos en la UCLA una reunión internacional sobre el óxido nítrico, a las que he invitado a Rafael y su equipo para que también hicieran su valioso aporte científico.

Rafael me invitó a venir hace más de un año, poco antes de saber que recibiría el Nobel.

Tengo una excelente impresión del nivel académico de la Facultad de Medicina, y por el desarrollo del Laboratorio de Ciencias Básicas. Me encanta la generación de investigadores jóvenes que encontré en Montevideo. Discutí sobre temas muy profundos, que requieren de mucho conocimiento. Y no se quedaron atrás.

¿Qué impresión se lleva de la Fundación Manuel Pérez?

Es el perfil de actividad que más me gusta. Ya le propuse a los muchachos la realización de actividades científicas conjuntas con mis alumnos de la UCLA, tanto en Montevideo como en Los Ángeles. Por supuesto que seguiré invitando al grupo uruguayo a nuestras reuniones sobre óxido nítrico. La idea es incrementar la colaboración entre los laboratorios para buscar puntos de apoyo recíproco y ampliar la interacción.

¿El Nobel le cambió mucho la vida?

Los científicos vivimos en una constante lucha contra la vanidad, pero eso habría que preguntárselo a mis colegas. Creo que no, que no me siento un infalible, ni mucho menos. Sigo pensando de la misma forma crítica respecto de mi trabajo que hace cinco, diez o veinte años. El Nobel me influyó al revés. Me permite viajar, conocer el mundo y a mucha gente muy interesante, pero no me hizo crecer en vanidad.

Eso sí, me pasan cosas increíbles. Por ejemplo, me cruzo con celebridades del cine que me paran para preguntarme si soy el Premio Nobel. Hasta me han invitado a cenar.

Mi sueldo no ha cambiado. Sigo siendo profesor de una universidad estatal.

¿Qué hizo con los 920 mil dólares del premio?

La mayor parte se lo di a mi esposa, ya que es una muy buena administradora. Gasté mucho en los preparativos para la ceremonia de Estocolmo, ya que invité a amigos y familiares. Con parte del dinero hice una buena entrega para comprarme una casa en Beverly Hills.

Una vida

Louis J. Ignarro nació en Nueva York en 1941. Se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia en 1962. Obtuvo su doctorado en 1996, en Fisiología y Farmacología, en la Universidad de Minnesota, donde fue profesor hasta 1985. Ese mismo año obtuvo su actual cargo de profesor del Departamento de Farmacología Molecular y Médica en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), uno de los principales centros de investigación biomédica del mundo.

Su actividad científica incluye 150 publicaciones en revistas especializadas de los cinco continentes y premios internacionales en Estados Unidos y Europa.

En 1966 inició sus investigaciones sobre el óxido nítrico como vasodilatador e inhibidor de agregación plaquetaria.

El 12 de octubre de 1998, el Comité del Premio Nobel anunció su decisión de premiarlo junto con Robert Furchgoff, de 82 años y Ferid Murad, de 62, colegas también especializados en Fisiología y Medicina.

Su próximo desafío es poner en marcha un Centro de Medicina Cardiovascular dependiente de la UCLA, desde donde podrá llevar al ámbito clínico su destacada experiencia en el campo de las ciencias básicas.

Ignarro mantiene una estrecha vinculación con el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina, con el que lo une la tarea de investigación común en el campo del óxido nítrico.

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