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Un asunto que quema
Los médicos y el tabaquismo
Estamos llegando al fin de un siglo en donde el progreso de la Medicina y la posibilidad de acceder rápidamente a la información, generada en cualquier parte del mundo, han sido asombrosos.
Los médicos somos cada vez más exigentes con la información médica y ahora, para aceptar resultados como válidos, recurrimos a estudios multicéntricos o a complejos estudios epidemiológicos, como son los metaanálisis.
De esa manera hemos incorporado muchos conceptos nuevos sobre múltiples aspectos de la Medicina.
Sin embargo, existe un tema ante el cual, a pesar de la abrumadora información científica acumulada durante muchas décadas, el médico uruguayo se resiste a modificar su actitud: el tabaquismo.
Hoy se sabe, y ya nadie puede ponerlo en duda, que el tabaquismo es:
1) La principal causa de muerte anticipada evitable del mundo occidental.
2) Una enfermedad crónica, incluida desde 1992 en el Código Internacional de Enfermedades de la OMS, que causa cuatro veces más muertes que el abuso de drogas ilícitas, suicidios, homicidios, sida y los accidentes de tránsito juntos.
3) La principal drogadicción del mundo occidental y muy frecuentemente puerta de entrada al consumo de drogas mayores.
4) Es un importante factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y otras enfermedades que acortan la vida y disminuyen la calidad de la misma.
5) Es causante de múltiples enfermedades que son responsables de un porcentaje elevado de los costos financieros de los sistemas de salud.
Tabaquismo: una enfermedad sin «marketing»Pero desde el punto de vista práctico, toda esta información acumulada a nivel internacional parece que no existiera para los médicos uruguayos, que en su conjunto y en forma individual, salvo honrosas excepciones, ven al tabaquismo como una «brasa caliente» que nadie quiere tocar. Ello se expresa en muchas de nuestras actitudes profesionales: no interrogamos sistemáticamente a nuestros pacientes sobre su conducta de fumar, nos «olvidamos» de registrarla, y cuando lo hacemos, e identificamos a un fumador no sabemos cómo ayudarle a dejar, o ni siquiera le jerarquizamos lo suficiente la importancia de dejar de fumar; otras veces, les tratamos en forma autoritaria, como si «a prepo» alguien fuera a abandonar una adicción.
También se expresa en lo institucional: sólo una cátedra de la Facultad de Medicina tiene un área especializada que se encarga de enseñar a los futuros médicos como encarar científicamente el tabaquismo de sus pacientes, y a nivel de las instituciones de asistencia médica colectiva sólo una tiene un programa de apoyo (y otra está en vías de implementarse), cuando el tratamiento del tabaquismo debería estar incluido dentro de la cobertura «normal» de las mutualistas, por el bien del paciente y de las instituciones.
Hemos hecho guías o consensos de manejo del infarto agudo de miocardio, de la hipertensión, de las dislipemias, del asma, de la diabetes, etcétera, pero no hemos confeccionado la más mínima guía de cómo encarar el tabaquismo de nuestros pacientes.
Parece que el tabaquismo no tuviera «marketing» entre los médicos y las causas para ello son múltiples.
En primer lugar, a los médicos nos gusta «actuar y ver los resultados», nos gusta lo «agudo». Pero lo crónico, la prevención, aquello a lo que hay que dedicar mucho esfuerzo individual para obtener resultados a largo plazo y hasta quizás no en número muy significativo: desalienta. Y en tabaquismo se da todo: es una enfermedad crónica, en donde la imposibilidad de dejar y/o la recaída son «la regla», en donde el médico no se siente capacitado para actuar, porque «no ha sido formado» para ello.
Por lo tanto es más fácil «hacer la vista gorda» o tomar una «actitud autoritaria» que genera dos resultados: por un lado, deja al médico con la falsa sensación de «haber cumplido», y por otro, logra que el paciente no vuelva más o le mienta sobre su tabaquismo.
En lo último se ha progresado mucho en el tratamiento del tabaquismo, disponiéndose de métodos farmacológicos y de modificación de la conducta, que asociados generan tasas de cesación mayores de 50% al año, pero lo que es más importante, se ha demostrado que intervenciones «mínimas» (de 1 a 3 minutos), realizadas por los médicos de atención primaria, duplican las probabilidades de dejar de fumar de sus pacientes y de prolongar y mejorar la calidad de vida.
Ante esto urge un cambio de actitud, en lo individual y en lo colectivo, porque los médicos hemos realizado un juramento: «tratar la enfermedad y prevenirla cuando sea posible», y en el caso del tabaquismo, estamos francamente omisos.
Los médicos como parte del problema
Los médicos tenemos, en este tema, una gran responsabilidad: somos «tutores» de la salud de nuestra población, debemos aconsejarla sobre cómo mantenerla y asesorar a los políticos y administradores de salud al respecto, pero también somos «modelo»: debemos dar el ejemplo. Los médicos que fuman socavan la credibilidad del mensaje que debe dar la Medicina sobre los riesgos para la salud que implica el fumar. Pero no es cuestión de «tirar piedras», sino de buscar soluciones. La gran mayoría de los médicos fumadores fueron primero fumadores, luego adictos a la nicotina y después se hicieron médicos, y la mayoría sabe que debería dejar, y muchos quisieran hacerlo, pero al igual que el resto de los fumadores, no saben cómo.
Es por ello que llamo a la reflexión a todos los médicos y a las autoridades del SMU para que asumamos nuestra responsabilidad y juntos intentemos cambiar la situación actual, porque en este tema de la adicción al consumo de tabaco: «quien no forma parte de la solución, forma parte del problema».
Para concluir quisiera dejar planteadas algunas iniciativas a considerar: a) insistir en la necesidad de que los estudiantes de Medicina sean formados adecuadamente en el tema como parte de la actividad curricular; b) que los médicos actuales reciban cursos de actualización sobre el manejo del tabaquismo y su importancia; c) que se exhorte a las Instituciones de Asistencia Médica Colectiva a incluir programas de tratamiento del tabaquismo dentro de su cobertura habitual; d) que todos los médicos que tengamos similares inquietudes con respecto a este tema generemos una agrupación o sociedad que trabaje en pos de estos objetivos, así como en estudiar estrategias para influenciar sobre la población fumadora y, e) que el SMU dé el puntapié inicial organizando un Programa de Apoyo de la Cesación del Tabaquismo para Médicos Fumadores.
Dr. Eduardo Bianco
(E-mail: biamau@adinet.com.uy
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Encuesta de la ONG sobre fumadores será publicada por OPS
Médicos en proyecto Stop-TabacoLa organización no gubernamental Stop-Tabaco inició un novedoso método de lucha contra la adicción, que incluye la participación directa del médico personal del paciente. La institución se hace cargo de un honorario médico de 40 dólares por cada sección de 45 minutos en la que participe el profesional. Una encuesta de esa entidad no gubernamental sobre fumadores montevideanos será publicada este año por la Organización Panamericana de la Salud.
El programa que permite la intervención del médico personal del paciente comenzó a funcionar a partir del primer día de julio y «cumple con una vieja aspiración de la entidad, ya que a través de una fundación internacional se costea el honorario del médico de cabecera o especialista», según el prevencionista Boris Segal, director técnico de la ONG.
«La OPS afirma que la intervención directa del médico de cabecera aumenta de dos a diez veces la posibilidad de abandono total del hábito de fumar», agregó el Dr. Segal.
Fundada en 1997, Stop-Tabaco es la primera organización no gubernamental dedicada a la prevención y tratamiento del tabaquismo.
El Lic. Daniel Kliman, director organizativo, señaló que «el nuevo plan multidisciplinario de deshabituación integra técnicas y métodos recomendados por la OMS».
«Uno de los grandes apoyos es el servicio de mantenimiento de ex fumadores con un vínculo directo durante los tres años posteriores al abandono del vicio. Parte de ese trabajo consiste en participar en actividades y proyectos de la institución», señaló Kliman.
Según Stop-Tabaco, los fumadores representan el 35% de los adultos mayores de 14 años en Montevideo. «Lo más grave es la estrecha vinculación entre tabaquismo y consumo de otras sustancias adictivas. No menos significativos son los 17 cigarrillos que cada uno fuma diariamente en la capital, muy por encima de los 12 que promedialmente señala la OMS», afirmó el psicólogo y psicoterapeuta Alejandro de Barbieri.
La edad promedio de inicio en el hábito es 21 años, pero se mantienen constantes dos cifras: 63% comenzó a fumar antes de los 20 años y 90% antes de los 30 años.
Las cifras forman parte de una encuesta realizada en Montevideo que obtuvo la aprobación de un tribunal de la OPS para ser editada en una de sus publicaciones. Los técnicos argumentaron «su importancia médica y sanitaria para el continente».
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