Ensayo sobre el pensamiento del Dr. Carlos María Fosalba en las postrimerías del siglo XX
El orador
Su defensa del pueblo español
El 24 de setiembre de 1938 pronunció un discurso removedor EN DEFENSA DEL PUEBLO ESPAÑOL, (26) mientras se debatían en las trincheras los defensores de la República contra el fascismo.
No diseña su mensaje en términos de la solidaridad obvia, reclamando el apoyo y aporte del pueblo, sino que señala con certeza premonitoria, el significado de esta guerra peninsular para el destino de la Humanidad.
A pesar de su optimismo permanente, no puede ocultar a sus oyentes sus más oscuros presagios, lamentablemente confirmados por los hechos que siguieron:
"Es por eso que la solidaridad para el pueblo español no es un gesto de simple simpatía, que nosotros brindamos por quijotesco idealismo. En realidad somos parte del gran ejército. Somos su retaguardia; tenemos por lo tanto el deber de nutrir, material y espiritualmente, a los que se desangran en el campo de batalla. Pues es necesario saber bien que la retaguardia del ejército, sacrificándose por la libertad del mundo, no se detiene en las orillas del Mediterráneo, sino que se extiende por sobre toda la superficie de la tierra y llega a todos los rincones en donde exista un puñado de hombres que amen la libertad y la justicia y que sueñen con la igualdad y la fraternidad de los pueblos liberados de cadenas y de déspotas.
Mientras los gobiernos llamados democráticos desoyen este imperativo de la razón y la conciencia, los pueblos, para honor de la humanidad, han comprendido su deber y pasando por encima de los que pretenden regir sus elevados destinos han brindado su espontánea colaboración a quienes están ofreciendo el espectáculo más heroico y conmovedor de la epopeya universal."
"Os mentiría y me engañaría a mí mismo si me mostrara ante vosotros con un optimismo y una esperanza que no vislumbro. Mientras los pueblos continuen ciegos, entregados a los políticos arribistas y explotadores, con una puerilidad que sería cómica si no tuviese consecuencias tan nefastas; mientras los hombres de trabajo y de pensamiento sigan sumergidos en esta ensoñación vivida, verdadera pesadilla de errores, en virtud de la cual las muchedumbres se entregan a sus falsos jefes, confiando en ellos, en lugar de no contar más que con sí mismas; mientras sólo se tienda una mano hacia los verdaderos antifascistas que se desangran en las trincheras, mientras se permite a los gobiernos claudicar, vender y traicionar aquello que nosotros queremos defender; mientras sólo se haga antifascismo de fronteras para afuera, al mismo tiempo que se tolera y no se es capaz de abatir el disfrazado fascismo interno que nos ata y nos corrompe; mientras los pueblos no se hagan dueños de si mismos, estaremos destinados tan solo a enviar nuestra misérrima ayuda material, y el clamor de nuestros gritos solidarios, que por muy sinceros que sean, apenas si resuenan como un eco apagado y sin consecuencias prácticas, en los oídos de los luchadores heroicos, que saben morir como leones, bajo la metralla asesina del fascismo.
Para que nuestra colaboración y nuestra ayuda a los pueblos generosos que mueren por la libertad sea algo más que un mendrugo y algo más que palabras y que los puños levantados, es necesario acentuar, es impresncindible intensificar, no sólo el aporte de nuestros envíos a los hermanos que se baten en las trincheras, sino que debemos agregar la lucha sin descanso contra el engaño de los gobiernos divorciados moral y materialmente de los pueblos cuyas aspiraciones contradicen, apoyando directa o indirectamente el fascismo internacional."
El 3 de julio de 1940 dicta en el Teatro Solís una conferencia, abriendo un gran acto como Secretario del Comité de Lucha por la Soberanía y la Democracia, para dar inicio a sus actividades.
Allí, en una de sus piezas oratorias más breves, es donde desgrana algunos conceptos sobre las circunstancias que se vivían en el País y en el mundo, lo que nos permite acercarnos más a su pensamiento. (28)
"Se ha dicho y se dice que estamos asistiendo a la crisis de la Democracia, derrumbándose como una ruina bajo el peso de sus errores monumentales y corroída por el tóxico de sus engaños e injusticias. Es inexacto, ciudadanos. ¿Cómo puede ser una ruina lo que sólo es un altar, apenas un rayo de luz en las tinieblas espesas, intentando transformar en día la noche milenaria de la humanidad?
Lo que está en crisis es la Democracia falseada por los plutócratas negros, que medraron a su costa, engañando al pueblo, e incubando en sus propias entrañas el monstruo insaciable de los totalitarismos esclavizadores.
Lo que está en crisis es el sistema económico basado en el egoismo individual, en la explotación del hombre y en la demagogia política.
Lo que cae y se derrumba es precisamente la antítesis de la Democracia, es el vestido horroroso que ha encubierto sus magníficas formas de diosa llena de pureza y de luz. Pero antes de derrumbarse ha engendrado en sus propias entrañas, ha amamantado con su propio seno, ese hijo nefasto que se ha llamado nazi-fascismo o capitalismo de estado. Y éste pretende asesinar la Democracia auténtica, que es el espíritu del pueblo; éste pretende arrasar la libertad, que es el oxígeno sin el cual no puede vivir una humanidad digna de llevar tal nombre sin avergonzarse de sí misma.
Es necesario evitar confusiones. Cuando los hombres libres hablan de morir por defender la Democracia no se refieren a los regímenes que sacrificaron en un siniestro calvario al sublime pueblo español y a los que clavaron en la cruz a los inocentes hijos de Abisinia. No es a los hombres que entregaron la libertad de Checoeslovaquia, ni a los que contemplan indiferentes la masacre indígena de millones de ciudadanos chinos.
Ni a los que durante años, protegidos por la ingenuidad de un pueblo olvidado del verbo candente de los revolucionarios del 79, fueron preparando la ruina de la Francia heroica de la Comuna mártir, para entregarla humillada y esclava a los descendientes de Atila y Alarico por las manos réprobas de unos políticos que defienden sus acciones de empresas de armamentos, pozos de petróleo y de trusts financieros antes que las libertades de su propio pueblo, sacrificado sin lágrimas, en ese crepúsculo de un día que se soñó eterno.
¡No! No es a esos que la humanidad estremecida de sublime emoción trata de salvar.
Es al pueblo inocente de todos esos crímenes, al pueblo que ama la libertad, y quiere la justicia y proclama el derecho como norma inviolable a quien nosotros defendemos."