viernes 1 de mayo de 2020
Cada 1º de mayo es un día de celebración para los trabajadores del mundo. Se conmemora el inicio de la huelga general en Chicago en 1886, en reclamo de la jornada laboral de 8 horas; y la posterior condena a prisión y muerte en la horca a algunos de sus líderes: George Engel, Michael Schwab (tipógrafos), Adolph Fischer, Albert Parsons (periodistas), Samuel Fielden, (obrero textil), Louis Lingg (carpintero) y Oscar Neebe (vendedor).
Como documentó José Martí, corresponsal en Chicago en ese entonces, gritó Spies: «la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”. Y así fue. Cuánto debemos a aquel grito ahogado en la horca.
Hoy estaríamos convocando a la plaza, al encuentro, al clásico asado, a los abrazos fraternos, a analizar y planificar. Y sin embargo, la plaza es nuestra casa, desde el responsable aislamiento impuesto para cuidarnos y cuidar a los demás.
Es que este 1º de mayo es especial. Encuentra al mundo en un profundo escenario de cambios. La pandemia por COVID – 19 que desde diciembre se expande desde Wuhan, es un terrible golpe en muchos aspectos al mundo del trabajo. El brutal impacto económico tiene repercusiones atroces, particularmente en las tasas de desempleo, informalidad, ingresos, y por supuesto en todos los aspectos vinculados a la calidad de vida; sin olvidar las terribles consecuencias psico sociales del confinamiento, herramienta extensamente aplicada por distintos países de mundo para contener la diseminación del virus y así salvar vidas.
Los trabajadores debemos recurrir a la solidaridad como herramienta fundamental para sobrellevar estos difíciles tiempos. Duelen las calles, el hambre, las ollas populares y la deseperanza. La crisis es mucho más que sanitaria. Es del modelo de orden mundial sustentado en el consumo y el crecimiento económico como fuentes de satisfacción personal, el cual ve profundamente cuestionado. Cuanto valoramos ahora las cosas mas sencillas de la vida: el contacto, el abrazo, el beso, el encuentro, la sonrisa escondida tras los tapabocas. Todo aquello tan simple, hoy perdido y sin tiempo cierto de vuelta.
Pero para nosotros, trabajadores de la salud, este 1º de mayo tiene connotaciones más especiales aún. Nunca nuestra actividad estuvo tanto en la atención pública, en los medios, en los programas de televisión. Nunca se habló tanto de temas médicos como ahora. Y, sin dudas, nunca se nos valoró tanto como ahora, como lo sentimos en esos aplausos que a las 21 hs nos acarician el alma.
Es que la capacidad de diseminación del virus y su letalidad, hacen que debamos extremar cuidados con medidas de bioseguridad que hasta ahora excepcionalmente debíamos usar. Cual película de ciencia ficción, se ha vuelto rutina vestirnos cual astronautas, y aprendimos a sonreír para llevar aliento tras las máscaras.
El riesgo a enfermar y morir es una amenaza real. Según la OMS, son miles los trabajadores de la salud que han contraido la enfermedad, y cientos los muertos. Esta situación es dramática. La seguridad laboral es un pilar esencial en nuestra vida. Nadie debería enfermar por trabajar, y nadie debería morir por trabajar. Sin embargo, esta es nuestra realidad, y el compromiso ético de cuidad a la población va de la mano ineludiblemente de las condiciones mínimas para la asistencia: insumos para bioseguridad y test para descartar o confirmar enfermedad.
Siempre creí que mis compañeros y compañeras eran héroes, seres especiales, capaces de pelear por la vida con pasión cada día. Ahora lo siento así y con mucho mas firmeza. No porque la sociedad tenga conciencia de ello, sino porque se asiste sin cuestionar ni anteponer el miedo. Importa la persona, el paciente, la vida. Veo sus caras marcadas por las máscaras, sudar, angustiarse, y siempre, siempre al final está la sonrisa por el deber cumplido. Si todo este desastre sirve al menos para que la sociedad visibilice y tome conciencia de quiénes son sus verdaderos héroes, mis hermanos de la vida, me doy por satisfecho.
Feliz día a todas y todos los trabajadores, feliz día compañeras y compañeros de la salud. Cuánto tenemos por delante, y cuánto nos une.
Dr. Gustavo Grecco.