domingo 6 de marzo de 2022
Reconocer y valorar el impacto de cuidado en el sector salud, y en la salud de las mujeres es fundamental para generar políticas más justas.
El personal de salud se destaca por ser altamente feminizado, por cada varón hay 4 mujeres brindando servicios y atención, donde en la profesión médica la participación de las mujeres representa el 59% de los médicos en actividad según datos 2019. Las condiciones de trabajo en los últimos años se vieron mayormente afectadas con la pandemia, enfrentando una mayor carga y volumen de trabajo en el sector salud.
A esto se suma rol de las mujeres en el trabajo no remunerado, que comprende:
- El Trabajo doméstico en el hogar: actividades que producen bienes y servicios para uso de los miembros del hogar
- Trabajo de cuidados: actividades de cuidado de niños/as, personas mayores o con discapacidad que se realizan en el hogar
- Trabajo que se brinda a otros hogares: tareas de apoyo y servicio (tareas domésticas, de cuidados, gestiones, etc.).
- Trabajo voluntario: actividades que se prestan a los no familiares, por medio de una organización (ej ollas populares)
Las situaciones de sobrecarga física y emocional tienen una marcada influencia en la salud de las mujeres, lo que justificaría su mayor morbilidad por enfermedades crónicas que se extienden a lo largo de la vida. El reconocimiento del impacto del trabajo doméstico y de las condiciones en que se realiza es fundamental para entender las desigualdades en salud.
La Encuesta Nacional de Cuidados no remunerados en Salud, realizada en nuestro país sostiene que las mujeres son las principales cuidadoras en salud, y en particular aquellas de mayor edad. Esto genera vulnerabilidades múltiples en las condiciones de vida de las mujeres relacionadas con la invisibilización y escasa valoración social de la tarea y limita por ejemplo posibilidades de acceso al trabajo remunerado y calificado (Bathyány, Genta y Perrota, 2015).
La medición del uso del Tiempo (EUT) permiten dimensionar el trabajo en sus dos componentes (remunerado y no remunerado) entendiendo ambos como indispensables para la existencia humana, y visibilizando la división del trabajo en los hogares. La diferencia en horas destinadas al trabajo no remunerado es casi dos veces mas en mujeres (en una semana laboral, la carga de trabajo no remunerado para las mujeres es del 37,5% y para los varones es un 19,5% publica Inmujeres 2021). Aunque las mujeres disminuyan su carga de trabajo no remunerado al obtener ingresos propios, la brecha de género no disminuye. Si esto no se acompaña, entre otras acciones, de una corresponsabilidad entre hombres y mujeres dentro del hogar, no podrán superarse las desigualdades de género en términos de redistribución de la carga total de trabajo.
La transversalización de género en salud (TGS) supone cambiar las estructuras organizacionales, los comportamientos y las actitudes que pueden dañar el estado de salud de mujeres y hombres. Desde el SMU y su Comisión de Genero se impone trabajar con esa perspectiva.