Pedro Belou
(1884-1954)
Alberto Valls
Antonio Turnes
Es con admiración que evoco la figura inmensa del Prof. Dr. Pedro Belou, que Francia legó al Uruguay, su patria natal, y a la Argentina, su lar adoptivo, donde desde las tareas más humildes iniciales, para ganarse su vida y la de sus familiares, construyó desde su base la pirámide de su personalidad científica y humanista de carácter universal.
Esta tarea, gigantesca por su intensidad y amor, fue posible por estar dotado de una inteligencia excepcional, demostrada en su capacidad de hombre total, que le permitió, desde su niñez, destacarse en las ciencias, artes, filosofía, literatura y música. Todo coronado en el amor a los familiares, maestros, colegas, alumnos, enfermos y, sobre todo, su abnegada esposa, a la que ahorró, en lo que pudo, el dolor de conocer su triste final, gesto admirable que coronó una vida maravillosa.
Su origen nos recuerda el episodio evangélico de la llegada de María y José para dar nacimiento a Jesús en Belén.
Su familia materna, Antoine, francesa, se radicó en California, por la fiebre del oro y después en Chile, de donde, en ambas ocasiones, empujada por terremotos, pasó a Rosario y Buenos Aires, donde las condiciones no les fueron favorables, trasladándose a Montevideo. Acá la hija, Josefina, conoce a Esteban Belou, también francés, perito comercial. Se casan y tienen un hijo, Alejo. Como aparece la epidemia de fiebre amarilla se trasladan a Minas. En esta pequeña población serrana, nació Pedro el 19 de febrero de 1884. Allí vivió los primeros 7 años de su vida, hasta 1891,empezando su educación a los 3 años y medio en una humilde escuela, a la cual concurriera muchos años después, ya figura famosa, a sentarse en el asiento del aula que ocupara en su niñez, y escribirá en el pizarrón, que allí había recibido sus primeras clases. ¡Cuanta emoción nos embarga este episodio que pone de manifiesto el alma de un hombre de gran corazón!
Como la situación económica empeoraba, la familia se trasladó a Montevideo, donde fue alojada temporariamente por familiares, para después alquilar casa en el sur de la ciudad. Por ese motivo continuó su concurrencia a la escuela en Montevideo, donde tuvo actuación destacada. Para mantener el idioma paterno tomó clases de francés, que ya se empleaba en familia.
Su curiosidad lo llevó a leer múltiples libros y a entrar en contacto directo con la Naturaleza, a concurrir al Prado donde asimiló en forma directa elementos de Botánica, en la observación de su hermosa vegetación y a ir a la costa, admirando el mar, por primera vez visto. En sus caminatas costeras, llegó un día hasta Punta Carretas. Allí vio una mansión, la Re-publica Parva Domus, entró en ella encontrando en un salón a don Juan Zorrilla de San Martín, al que reconoció elogiando sus poesías. El poeta de la Patria le preguntó si se acordaba de alguna de ellas y Pedro le respondió afirmativamente, recitándole “Leyenda Patria”, lo que emocionó profundamente al poeta, que lo abrazó y anotó su nombre y domicilio, enviándole después sus obras.
Sus conocimientos escolares eran amplísimos (matemáticas, gramática, historia Patria, Universal y Americana) a los que se sumaban los de arte y música, en que participaba con sus hermanos en la realización de pequeños conciertos, lo mismo que los idiomas francés e inglés.
Dio un examen de ingreso a Enseñanza Secundaria brillantísimo, contestando alguna de las preguntas en francés, ante la admiración del tribunal.
Hizo los años de su carrera liceal con notas de sobresaliente, inclu-yendo el latín (que le fue muy útil en sus trabajos). Sus conocimientos de literatura, arte, filosofía, matemáticas y astronomía eran excelentes.
La pobreza del hogar, cada vez mayor, llevó al padre a Francia, donde murió de una infección gripal. El hermano mayor, Alejo, y él tuvieron que trabajar para cubrir las necesidades del hogar. Hacían cometas, que vendían y realizaban pequeñas sesiones teatrales, de autores nacionales, cuyas entradas cobraban a precio módico. Esto lo obligaba a hacer sus cursos libres, por no poder cumplir todos los horarios, dando los exámenes co-rrespondientes con notas de sobresaliente.
Por no poder comprar libros concurría a la Biblioteca Nacional, donde pasó gran cantidad de horas estudiando. Allí conoció al director de la Biblio-teca, Rodó, que quedó maravillado de su inteligencia y conocimientos. Tuvo como profesor de filosofía a Carlos Vaz Ferreira, que admiró sus dotes, lo mismo que Claudio Williman, de física (futuro presidente de la República), que trató de convencerlo de seguir la carrera de ingeniería dadas sus aptitudes para las matemáticas y la física.
Como la situación económica era cada vez peor, el hermano, Alejo, fue a Buenos Aires. Desde allí comunicó que había logrado buena colocación, las perspectivas eran buenas por lo que la familia cruzó el Río con la es-peranza de mejorar. En la gran urbe Pedro tuvo que trabajar, con 14 años de edad, trabajo humilde y esforzado, en el que consumió muchas horas, sobre todo nocturnas, primero escribiendo, en cintas de papel, nombres y direcciones, que le pagaban a 2 centésimos cada una, haciendo 500 a 600 por noche, lo que le hizo mejorar la caligrafía. Después trabajó en una imprenta como corrector, por lo que tuvo que leer trabajos de todo orden: literarios, artísticos, filosóficos, políticos, científicos, geográficos, históricos, etc., que lo dotó de conocimientos enormes, dada su memoria prodigiosa. Esta tarea la realizaba desde las 9 de la noche a las 6 de la mañana. Terminada aquélla, recorría a pie 12 cuadras por las calles, con buen o mal tiempo, con lluvia y frío muchas veces, llegando a la casa aterido, donde su madre le preparaba el desayuno, durmiendo hasta el mediodía, en que almorzaba y se ponía a estudiar las materias de los cur-sos, cuyos exámenes daba libres en Montevideo, por lo que cruzaba periódicamente el estuario. Exámenes brillantes, todos coronados con la nota de sobresaliente.
Obtuvo, por recomendación de Claudio Williman a Carlos Berg, un puesto de conserje en un colegio privado. Un día, en que un profesor faltó por en-fermedad, se ofreció a dar la clase, y ante el director hizo una exposi-ción magistral de sus conocimientos y capacidad docente, ante el asombro de aquél. Como consecuencia, este joven de 14 años, que se hacía pasar por tener 16, tuvo varios alumnos particulares en distintas materias, que rindieron exámenes excelentes, lo que le aportó más alumnos. Como cobraba 100 pesos mensuales a cada uno y su número era grande, él y su familia gozaron de una situación desahogada. Se compró un microscopio Zeiss, que le permitió enriquecer aún más sus conocimientos.
Dados todos sus exámenes en Montevideo, se enteró con desconsuelo que para obtener su título de bachiller, válido en Argentina, tenía que rendir examen de Educación Física, en 5 pruebas, para poder ingresar en la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Volvió a Montevideo y se entrevistó con Claudio Williman, el que habló con el tribunal examinador. Cada prueba fue un suplicio para él, no apto para ejercicios y pasó todas con la nota de aprobado por mayoría.
Realiza su entrada en la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Allí adquie-re destaque de entrada. Sus disecciones anatómicas son dignas de elogio para por el profesor Naon, que las hace figurar como modelos. Su frecuentación a los museos de Historia Natural y el apoyo del microscopio lo dotan de amplios conocimientos de Botánica, Zoología y Parasitología. Entra de ayudante en esta cátedra y, ante la falta de textos adecuados, realiza un texto de gran categoría a los 19 años de edad, en 1904.
Cuando en 1922, con 38 años, visita la Facultad de Medicina de París como profesor titular de Anatomía, el Profesor Brumpt, de Parasitología, figu-ra de carácter mundial, le dice que tiene el honor de conocer al hijo del profesor Belou de Buenos Aires, que realizó un Tratado de Parasitología espléndido, que lo tiene como texto de consulta, el cual se lo muestra sacándolo de su biblioteca, Belou le dice que el libro es obra personal de él. Entonces Brumpt le dice: “Esto es increíble porque entonces usted era todavía un lactante”.
Ahora sólo da clases particulares de Anatomía, Parasitología y Ciencias Naturales. Goza del aprecio de sus compañeros, futuros profesores, y de los profesores. Se hace ciudadano argentino y entra por méritos en la Sanidad Militar, donde su actuación como interno es brillante. Además entra de interno en el Hospital de Clínicas. Es así que adquiere una vastísima experiencia clínica y quirúrgica de cirugía general, ginecotocológica (hace partos con fórceps y cesáreas), otorrinolaringológica, oftalmo-lógica, torácica, traumatológica y de urgencia.
Obtiene el título de médico cirujano en el año 1907, a los 23 años de edad, en forma brillante.
Se casa ese año con la que será la compañera amorosa y fiel de toda su vida, Concepción Giacosa.
Se instala en la naciente ciudad de La Plata, con la esperanza de vivir con lo ganado en su profesión, porque abandonó todos sus cargos y clases particulares, esto último debido a que trabajó intensamente desde el principio, tratando pacientes de orden médico, quirúrgico y ginecotocológico, operando de urgencia y de coordinación, en su propia casa, en los domicilios de los pacientes o en sanatorios, haciéndole de ayudante y anestesista su esposa, que muchas veces lo esperaba, en las horas de la noche, en el sulky, frente al domicilio de pacientes de urgencia.
Es así que desde 1907 a 1942 trató más de cien mil pacientes, catalogados en su archivo, e hizo 3.500 operaciones. Operó a figuras eminentes, entre ellas a políticos y dirigentes de la iglesia.
Desarrolló la fotografía, sobre todo la estereoscópica, que le serviría para sus trabajos anatómicos fundamentales. En esta tarea lo ayudó también su esposa, con cariño y dedicación.
Es llamado por todos los médicos de La Plata con los que mantiene muy buenas relaciones.
Funda y es presidente de la Asociación Médica de La Plata. Estudia y lee mucho (muchos de sus libros pasaron a enriquecer la biblioteca de esta Sociedad). Su esposa le lee antes los libros, seleccionándolos para aho-rrarle tiempo, el que era muy escaso, dada su gran actividad.
Iba a Buenos Aires a ejercer docencia y preparaba trabajos que le permitieron acceder a la Cátedra de Anatomía, primero como interino, en 1913, a los 29 años de edad, siendo recibido con cariño y alegría por su esposa, y a los 30 años, en 1914, es profesor titular de Anatomía Descriptiva de la Facultad de Ciencias Médicas de la ciudad de Buenos Aires.
Su labor docente y de investigación fue brillante, labrando el camino de muchas figuras rutilantes de la medicina argentina. Enseñó el papel de la Anatomía, de las demás materias afines en relación a las restantes discipli-nas médicas; el médico, lo que debe ser, conocer y querer. El médico frente al hombre sufriente, a la humanidad. El hombre frente al Cosmos; el valor de la Democracia. La evolución histórica del hombre. Todos estos conceptos han quedado impresos para la posteridad.
Hace trabajos de investigación muy importantes: 1º) de 1913 a 1915 “Anatomía de los conductos biliares y de la arteria cística”, sobre 150 cadáveres, donde encontró detalles originales, inesperados con la fotografía plana, puestos en evidencia con la fotografía estereoscópica.
Con este procedimiento, usado por él en adelante con gran provecho, y la diafanoscopía presenta, 2º) el trabajo “Estudio de la anatomía del órgano del oído”, que recibió en la sección médica de la Exposición Internacional de California, en 1918, la más alta distinción, la medalla de oro y presentada por Gregoire, en la Academia de Cirugía de París como un “chef d’ oeuvre”. Este trabajo sirvió para construir 3º) su obra “Atlas de Anatomía del órgano del oído y de las regiones vinculadas, premiado en 1923, en el certamen del 1er. Centenario de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires y con el premio “Testut” de carácter internacional, en Francia.
3º) “El estudio del sistema arterial de todo el cuerpo humano”, realizado sobre un material cadavérico enorme, por diafanoscopía, foto y radio-logía estereoscópicas, que mostraron detalles muy importantes, que fuera premiado.
Hizo además 200 trabajos científicos fuera de la anatomía, muy importantes.
Fue presidente de la Sociedad de Otorrinolaringología, miembro de muchas sociedades científicas extranjeras, profesor honoris causa de varias Facul-tades, entre ellas la de Montevideo, donde fue recibido en forma calurosa.
Organizó el Museo de Anatomía Normal de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Presentó muchos trabajos en películas científicas cinema-tográficas.
Tarea inmensa, realizada hasta 1946, fecha en que se retiró de la cátedra diciendo: “Mi buena salud física y la suerte con que me protegió el desti-no, al depararme una compañera que, sin reticencias, me entregó su vida para fusionarla a mis anhelos y desvelos, fueron factores primordiales para el logro de mis propósitos”.
Con motivo de su labor de investigación, realiza viajes a Congresos extranjeros y dicta conferencias magistrales. En el Congreso de Anatomía de París fue calurosamente reconocido por el presidente del Comité Ejecutivo, el Prof. Sappey. Visitó a sus familiares, en el sur de Francia y fue a Madrid a un Congreso, donde trabó contacto con Ramón y Cajal, que vertió conceptos elo-giosos sobre su obra. Asistió y participó en otro Congreso en Sevilla. Fue a Estados Unidos y distintos países de América Latina, entre ellos el nuestro, donde vertió en conferencias sus conceptos.
Es de destacar que fue encargado en 1918 de la organización de la Escuela Médica, preparatoria de la Facultad de Medicina de La Plata, que dirigió él y enseñó Anatomía, cargos a los que renunció en forma indeclinable por graves desórdenes estudiantiles, con un estudiante muerto de un balazo en un local de examen.
El profesor Pedro Belou fallece a los 70 años de edad, el día 6 de setiembre de 1954, víctima de un cáncer por el cual fue operado meses antes, escribiendo en su posoperatorio azaroso, sus memorias, publicadas en un libro con el título “Del Uruguay a la Argentina”.
En ese período mostró su temple excepcional, tratando de ahorrar sufrimientos a su esposa.
Merecen ser leídas y pensadas estas memorias porque ponen de relieve la formación de un hombre que, a través de las penurias que lo llevaron al cambio de lares, con su inteligencia superior, supo hacer de esos obstáculos factores de éxito.
Su vida es una lección permanente de optimismo pese a todas las adversidades y de cómo se puede llegar a la cumbre, para admiración de todos los que lo conocieron directamente o a través de sus obras.
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