miércoles 29 de enero de 2014

Se trata de un proyecto de atención primaria que surgió de una asociación de la Intendencia de Montevideo, la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y que se extenderá al menos hasta 2015.
Asistentes sociales, intérpretes y dos jóvenes sordas que ayudan como «puente» con los pacientes, además de la médica, ya han atendido a 180 pacientes que hasta ese momento se mantenían prácticamente al margen de la atención sanitaria.
«No es solo la lengua lo que aísla al sordo sino que es una cultura. Las personas sordas son desconfiadas, muy cerradas. Además, el sordo que maneja la lengua de señas no tiene por qué saber español. Se suele perder todo lo escrito porque es difícil para ellos mantener el español», explicó la doctora general.
Según dijo, la unidad que se desarrolla en la policlínica Tiraparé es «la primera en América», pero funciona como «trabajo militante» ya que cobran sueldos que no les permiten dedicarse íntegramente a eso. De hecho, suelen poner de su bolsillo recursos para trasladarse para acompañar a los sordos a interconsultas, o para visitar escuelas y liceos.
«Hasta ahora atendimos a 180 pacientes. También atendemos a la persona sorda y a sus familiares. Si hay un niño sordo atendemos a los padres», señaló.
La primera consulta con un sordo lleva unas dos horas, cuando la consulta con un oyente suele llevar 15 minutos y la solicitud del colectivo médico es aumentarla a media hora.
Lambiasse explicó que en su tiempo de atención a personas sordas comprobó que es muy frecuente que no entiendan los diagnósticos y que confundan enfermedades.
«Por eso dejan de ir al médico. Llegan a tener enfermedades como la sífilis porque no van al médico, porque no entienden», contó.
De hecho, han tenido que «innovar» en las señas, porque «en la vida de un sordo no está incluido el lenguaje médico». «Por ejemplo, no había una forma de transmitir sífilis. Entonces con las compañeras sordas nos vamos manejando», señaló la médica.
Agregó que muchos médicos creen que se explican bien ante pacientes sordos, porque les escriben los diagnósticos. «Si el sordo no maneja español me trae el papel y me pide que le explique», contó.
Lambiasse explicó que su unidad accede a todos los profesionales de la policlínica en la que atienden, en la calle Uruguay y Arenal Grande. También a la medicación que solicitan, que la da la IMM. Pero sin embargo, por ser un proyecto, no forman parte de ningún presupuesto.
«Nuestra aspiración es a formar parte de ASSE y luego también del Ministerio de Salud Pública como una política de Estado para personas sordas», indicó.
La unidad atiende sólo a personas de salud pública, pero en las demás instituciones privadas no existen servicios similares.Se estima que el 1% de la población es sorda.
«La sordera es una incapacidad invisible. Si la persona va caminando por la calle pero no está hablando el lenguaje de señas no la ves. Hay un trabajo para hacer enorme», señaló Lambiasse.
La unidad atiende los lunes de 13 a 18 horas y los jueves de 8 a 12 horas en Uruguay y Arenal Grande. Por más información, se puede contactar a las profesionales por unidadsaludsordos@gmail.com.


