Daniel Márquez: “la expectativa de vida de la población trans es de las cifras más vergonzosas del país para quienes trabajamos en salud”.

Sobre las prestaciones de salud y la asistencia a personas trans.

viernes 26 de julio de 2019

Daniel Márquez. Foto: ®OPS/OMS Uruguay

Daniel “el Turco” Márquez es médico y docente de Facultad de Medicina de la UDELAR. Durante mucho tiempo se desempeñó en el servicio del Hospital Saint Bois volcado a la asistencia de personas trans.

Ser Médico conversó con él para conocer sobre la realidad de la asistencia a este colectivo y los desafíos que se enfrentan para mejorar la calidad de la misma y el acceso a la cobertura en salud de este colectivo.

¿Cuáles son los objetivos principales cuando nos dedicamos a la salud de las personas trans?

El objetivo principal de la atención a las personas trans es brindar justamente una atención de calidad con los requerimientos específicos que esta población tiene que son varios. Son necesarias un conjunto de medidas para intentar mejorar la calidad y la expectativa de vida que es de aproximadamente 35 años, en Uruguay y en la región. Esta cifra es alarmante porque menos de la mitad de la expectativa de vida de la población general, esto habla de la segregación que esta población tiene en casi todos los ámbitos de la vida.

¿Existen especificidades desde el punto de vista biológico en la salud de las personas trans que deban tenerse en cuenta a la hora de la prevención y promoción?

Sí, existen muchas especificidades en las personas trans. Podemos dividirlas en las especificidades para varones trans y para mujeres trans.

En los varones trans hay mayor prevalencia de depresión; ansiedad; consumo problemático de sustancias; uso de faja permanente para disminuir el volumen mamario que genera lesiones en las mamas y lesiones en la piel; muy baja cobertura de papanicolau, tema que es necesario abordar ya que se trata de un método muy sencillo y no hemos logrado la cobertura total para esta población.

Asimismo, la expulsión del núcleo familiar, del núcleo laboral y también la hormonización clandestina ya que estos pacientes acceden de forma muy económica a hormonas que están en el mercado negro, que no son seguras ni de calidad.

En cuanto a mujeres trans, también depresión, ansiedad e intentos de autoeliminación que muchas veces llegan a suicidio.

Consumo problemático de sustancias, aquí un eje central que es la inyección de productos tóxicos como la silicona industrial, también conseguida en el mercado clandestino. La hormonización clandestina de acceso fácil, el trabajo sexual en condiciones no adecuadas y la expulsión de los sistemas familiar (en etapas muy precoces), educativo y laboral. Siempre decimos que el factor común de esta población es el odio y discriminación que recibe. Para todas las personas trans la violencia es el principal problema de salud.

¿Cuáles son los determinantes sociales de la salud más importantes en este colectivo?

Los determinantes sociales de la salud, son las condiciones en que las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen y también los vinculados al sistema de salud.

Básicamente las personas trans no envejecen porque mueren antes, eso es un problema que debemos abordar. Las personas trans tienen que poder vivir el envejecimiento y disfrutarlo también. Como dijimos antes, su expectativa de vida no les permite llegar a esa edad.

En cuanto al sistema de salud, Uruguay ha recibido muchos reconocimientos inclusive internacionales por su abordaje a esta población pero se limita a algunos servicios de salud, sobre todo a los vinculados a la Universidad de la República (UDELAR) y ASSE.

Estas vulnerabilidades explican la mayor parte de las inequidades en salud y tienen que ver con la educación y la salud y sobre todo los ingresos. Esta población es mayoritariamente muy pobre.

Si tuviera que hacer un propuesta para el SNIS para mejorar el acceso a la salud de las personas trans ¿Qué lineamientos plantearía?

Uruguay viene avanzando muchísimo en su agenda de derechos y particularmente para esta población que es la más vulnerada, se requiere que tenga una cobertura universal y que dé cuenta de sus necesidades específicas.

Eso actualmente no ocurre pero la ley garantiza que independientemente del prestador a las cuales estas personas estén afiliadas, puedan tener las prestaciones específicas.

Es importante que estas personas puedan expresar su identidad, que tengan una expresión de género vinculada a su identidad de género.

Como propuesta, el personal de salud todo, tiene que estar capacitado para una atención que es bien específica. La formación de los estudiantes de medicina debe tener como materia curricular todo lo que tiene que ver con la salud de la diversidad sexual, específicamente la población trans.

Esta atención tiene que estar centrada en el primer nivel con una fuerte articulación con el segundo y el tercero. La calidad de atención del primer nivel, es lo que diferencia a Uruguay de otros países y lo que nos hace ser reconocidos y que los números que tenemos para mostrar sean bastante reconocidos en otros países que por ejemplo implementan la atención puramente con acciones invasivas.

El acompañamiento, el seguimiento, la búsqueda de redes y la posibilidad de poder someterse mediante indicaciones claras y precisas a tratamientos hormonales hace justamente que ellas salgan del circuito clandestino y tengan mejores resultados en su salud.

El argumento principal para aumentar el acceso a los servicios de salud es básicamente ético. Para una población segregada nosotros debemos aumentar los esfuerzos de los equipos de salud, que tienen que ser directamente proporcionales a las necesidades de las personas. Y como vimos estas personas son de las que más necesidades tienen.

Si el argumento ético no es suficiente, también podemos plantear un argumento económico. Es mucho más barato para el estado abordar a esta población desde un punto de vista integral teniendo en cuanta todo lo que mencioné anteriormente, que tratar las consecuencias del mercado clandestino que llevan a internaciones, discapacidades y años de vida potencialmente perdidos.

El Servicio que funciona en el Saint Bois, creado por convenio de la UDELAR con ASSE es de referencia nacional e internacional ¿cómo lo describiría?

El servicio nació hace más de cuatro años. En las primeras consultas no podíamos ofrecer mucho con respecto a conocimiento específico de este colectivo, por eso siempre decimos que el aprendizaje es genuino, traído del aprendizaje que ellas y ellos tienen producto del uso clandestino de productos.

Debimos aprender algo que no aprendimos en el pregrado que es el examen físico de la silicona industrial, por ejemplo.

La primera consulta fue en base a la empatía, y esa persona trajo a otra persona y después a otra y cuando quisimos acordar teníamos la sala de espera llena de personas trans.

¿Creés que la atención debe ser exclusiva para personas trans?

No, en la sala de espera tienen que estar todas las personas compartiéndola, siendo un ámbito de convivencia.

Ese es el camino que viene recorriendo Uruguay y otros países vienen tomándolo como ejemplo. Por esto hemos recibido por ejemplo a más de cincuenta pasantes extranjeros que quieren llevar a sus países la experiencia uruguaya.

¿Qué efectos concretos puede tener la ley 19684 vinculada a la salud de las personas trans?

Tengo certeza de que las acciones integrales que plantea la ley trans podrán mejorar la expectativa de vida de esta población, que recordemos es de 35 años. Es de las cifras más vergonzosas para quienes trabajamos en salud, es menos de la mitad de la expectativa de vida de la población general.