
lunes 31 de marzo de 2025
—¿Qué mujeres han influenciado tu carrera docente?
—Muchas, al iniciarme como estudiante de la Facultad de Medicina, ya algunas mujeres docentes me deslumbraban particularmente. Por ejemplo, en el ámbito de anatomía recuerdo que me preguntaba cómo llegaron hasta ahí, en un ambiente tan hostil, donde la mayoría eran varones.
Recuerdo a la Prof. Dra. Sonia Bourandi, que fue docente de anatomía y luego profesora de una clínica quirúrgica. Siempre me pregunté cómo llegó, cuánto empuje y fortaleza necesitó para llegar —estamos hablando de unos 25 o 30 años atrás— a ese lugar donde los comentarios y las bromas de mal gusto sobre las mujeres se escuchaban a diario.
Personalmente, fui interna en servicios de cirugía porque me gustaba y, sin embargo, nunca me cautivó trabajar en ese espacio como docente ya que realmente me sentía muy incómoda. Por esto creo que había mucha perseverancia por parte de esas mujeres que habían logrado trabajar allí.
Luego, como estudiante de cuarto año de medicina, no puedo olvidar a la Prof. Dra. Gabriela Algorta quien nos enseñaba microbiología con muchísimo entusiasmo. Como docente transmitía que amaba lo que estaba enseñando y lo hacía con una avidez enorme para que el estudiante lo asimilara. A su vez, me decía que tenía aptitudes para enseñar, para ser ayudante de clase, así fue como comencé a ir como honoraria cuándo terminé el curso, en ese tiempo llamado CEFA.
Fue una de mis inspiradoras, la recuerdo con mucho cariño porque trabajé años con ella y aprendí muchísimo. Ella me influenció para optar por la carrera docente en la encontré muchas alegrías porque me encantaba enseñar.
Luego, fui incursionando lentamente en la investigación que también me cautivó. Me daba energía para trabajar día a día y para incorporar todos esos conocimientos a la carrera de grado que en ese momento estaba realizando.
De aquí en adelante puedo decir que las mujeres que influenciaron en mi carrera académica fueron, fundamentalmente, docentes con las que trabajé. Algunas de ellas estudiantes mías, que luego se convirtieron en docentes, también de enorme valor académico.
No puedo dejar de mencionar a mi amiga de la vida, la Prof. Agda. Dra. Zaida Arteta, que inició siendo grado 1 en el Departamento de Parasitología y Micología cuando yo era grado 2 y con la que luego recorrimos un largo camino juntas hasta ahora. Ella influenció mucho mi carrera docente, por su apoyo, su empuje, su compañerismo y su lucha también en el rol de la mujer dentro de la Facultad de Medicina.
Por último, quiero mencionar a los estudiantes, mujeres y hombres, que también influyeron en mi carrera docente. Ellos son los que realmente me generan las ganas de seguir, de enseñar cada vez mejor, de formarse cada vez mejor y de transmitir lo que he podido ir adquiriendo a lo largo de los años en lo académico – profesional y en la carrera docente. Es una actividad que amo, por lo tanto, estimularlos a ellos a que puedan incursionar en la docencia, me parece importantísimo.
Siempre digo que soy una privilegiada porque pude llegar a desempeñarme como médica, pero también desarrollar una carrera docente de forma ininterrumpida durante 30 años, lo cual me ha dado mucha felicidad. En ese sentido, entiendo que no todas las personas que salen a trabajar todos los días son felices con lo que hacen y a mí la docencia me ha dado eso: alegría, felicidad y la posibilidad una formación continua.
Otro gran desafío que me gustaría agregar es el que enfrentamos como mujeres al ser madres, al cuidar a nuestros hijos, a estar atentas a todo durante las 24 horas del día, a trabajar y a mantener la actividad docente. Mantener todas esas actividades sin descuidar ninguna fue un gran desafío; recuerdo la dificultad de encontrar el tiempo para sentarse a escribir un trabajo científico, terminarlo y plasmar los resultados de una investigación.
Poder complementar la maternidad y el rol familiar con lo que nos gusta, en este caso, la docencia, que implica la asistencia —para quienes trabajamos en un ámbito hospitalario— más las actividades de investigación y de extensión, es un combo bastante difícil.
—¿Cuáles han sido los mayores desafíos que enfrentaste como mujer en el ámbito académico?
—Diría que acceder a los cargos superiores. Yo inicié la carrera docente en el Departamento de Parasitología y Micología del Instituto de Higiene y concomitantemente en el Departamento de Laboratorio Clínico del Hospital de Clínicas. Acceder a los cargos iniciales de grado 1 y al cargo de asistente en ambos Departamentos, no me generó grandes dificultades; sí requirió mucho esfuerzo y dedicación para concursar. Pero luego, ya en los grados 3 se empezaba a complicar un poco más y ni que hablar cuando llegó el momento de concursar por cargos de grado 4. Se vislumbraban claras diferencias en lo que respecta, por ejemplo, al género.
Afortunadamente, fui profesora agregada en ambos departamentos, y luego accede al cargo de grado 5 en el departamento de Laboratorio Clínico. En el ámbito estrictamente académico y docente, era y sigue siendo difícil para una mujer acceder a los cargos de dirección. En el ámbito universitario y de co-gobierno, también enfrenté mis mayores desafíos. Si bien tuve el honor de integrar el Consejo de la Facultad de Medicina, durante años, en algunos períodos yo era la única mujer en un consejo integrado por hombres.
Mis propios compañeros consejeros hacían referencia en tono de burla sobre esta situación de ser la única mujer, lo que indica claramente los desafíos que hay que enfrentar, con los que hay que aprender a convivir y defender para poder seguir en lugares a los que tanto nos cuesta llegar.
Creo que está claro que la mayor parte de los ingresos en la Facultad de Medicina son mujeres, no así la mayor parte de los egresos. Por otro lado, en las carreras docentes, la mayoría de los niveles de grado 2 y grado 1, también son mujeres. Cuando llegamos a grado 3, empieza a haber un desbalance a favor de hombres en cuanto al cargo de profesores adjuntos. Cuando llegamos a grado 4, claramente los profesores agregados, la mayoría son hombres y cuando llegamos a grado 5, la diferencia es abismal. Durante muchos años en algunas especialidades, específicamente los grado 5, han sido siempre hombres. En mi caso particular, soy directora del Departamento de Laboratorio Clínico y la primera mujer grado 5 en esta especialidad.
—¿Qué consejos le darías a las jóvenes que aspiran a una carrera docente?
—Mi experiencia en la carrera docente ha sido muy buena. Vengo de una familia de clase media y tuve muchas dificultades para poder terminar mi carrera como doctora en medicina, pero todo lo que soy actualmente se lo debo a la FMed y a mi actividad como docente.
Los consejos que le daría a un joven docente, que se los doy a mis estudiantes, a mis aspirantes, es que la docencia nos brinda otros aspectos que no lo brinda la vida profesional médica diaria. Nos obliga a formarnos constantemente, a enseñar y a aprender de nuestros estudiantes, a investigar, a razonar y aporta un lugar hermoso de trabajo. Por lo que siempre digo que ser docente es algo muy especial.
Es cierto que también te tiene que gustar, pero creo que el poder transmitir todo lo que vamos adquiriendo es una herramienta enorme, de hermoso valor y que vale muchísimo más que la remuneración que se recibe como docente, aspecto importante para destacar. Perdemos muchísimos jóvenes de enorme valor de la carrera docente porque son mal remunerados, versus las posibilidades de trabajo que pueden existir en otros medios fuera de la FMed o del Hospital de Clínicas.
Por otra parte, la docencia es un ámbito para la investigación, una tarea docente que nos enriquece día a día y que nos permite trabajar en equipo. Uno de los roles fundamentales de la Facultad de Medicina en la Universidad de la República es generar conocimiento genuino a través de la investigación; eso es un aspecto muy importante que siempre le marco a los más jóvenes.
—¿Cómo percibís el progreso en la igualdad de género en tu campo de estudio?
—Desde hace años las mujeres venimos conquistando diferentes espacios, explorando las posibilidades de hacer tareas tradicionalmente consideradas como de varones. Y creo que hemos avanzado: pasamos de ser exclusivamente “amas de casa” a poder elegir una profesión con más libertad, a que la sociedad vea con más naturalidad que las mujeres puedan elegir una profesión. Eso hace, sin duda, que hoy podamos ser médicas, podamos elegir una especialidad, aunque siguen existiendo obstáculos como compatibilizar los requerimientos laborales con la vida personal o la concreción de una familia.
Las mujeres seguimos siendo vistas como las cuidadoras de nuestros hijos, de nuestros padres mayores y es difícil, muchas veces, compatibilizar con nuestras parejas o con nuestra familia en general. Por otro lado, entiendo que la FMed no es una burbuja aislada de la sociedad, por tanto, las desigualdades de género también se repiten.
Durante años, la Facultad de Medicina no ha tenido políticas de género. Afortunadamente, eso fue cambiando, muy lentamente, detrás de la Universidad de la República, que también tuvo un cambio lento. Recién en el 2013 se comenzó a trabajar en políticas de género; en el 2014 se crea un modelo de calidad con equidad de género en la universidad y en el 2020 se crea una comisión de género y asesoramiento en materia de aplicación de las políticas centrales sobre acoso y violencia y discriminación. En el 2021 recién se genera un equipo técnico para trabajar en esto, o sea, creo que avanzamos, pero lentamente.
Hay que conocer las situaciones para poder transformar. Sigue existiendo una segregación vertical de género muy clara donde los varones son los que llegan a los lugares de dirección, eso se replica fuera de la Facultad de Medicina, obviamente.
La Universidad de la República es altamente feminizada y sin embargo grados altos y grados de gobierno son ejercidos por varones. Si bien avanzamos — en la Udelar tenemos hoy un centro de estudio feminista para evaluar y estudiar todos estos problemas— no es suficiente, hay que trabajar mucho en lo que es la promoción de la igualdad de género.
—¿Qué cambios te gustaría ver en la Facultad de Medicina para apoyar a las docentes?
—Me gustaría un cambio cultural que tuviera una mirada feminista. Sé que eso es muy difícil, pero creo que hay que sensibilizar en temáticas de género. Dentro de las acciones posibles, hay que establecer políticas claras sobre violencia, sobre acoso, sobre discriminación.
Consolidar políticas de actuación que requieren estructuras definidas y con claras competencias. Poder prevenir, monitorear y atender antes de que suceda la situación de acoso, violencia o discriminación. Tenemos que trabajar en protocolos para evitar que sigan ocurriendo actitudes a diario que muchas veces son normalizadas. Y eso tiene que cambiar.
Me gustaría ver una Facultad de Medicina con un grupo técnico profesional, remunerado, trabajando fuertemente con integrantes formados en derechos humanos, con perspectiva de género, con perspectiva de violencia, discriminación y acoso en lo que es el ámbito educativo y laboral y con conocimiento de la normativa vigente nacional e internacional.
También dar a conocer los protocolos para que un estudiante no tenga que preguntar qué hace ante una situación de violencia o que un docente no sepa responder qué hacer ante una situación de violencia. Creo que estos son pasos fundamentales, los primeros pasos que tienen que trabajarse intensamente.
Los cambios culturales son necesarios e imprescindibles en este momento y en esta temática de género.