Ciclo de entrevistas a médicas: Prof. Ag. Dra. Mónica Pujadas, pediatra

En el mes de la mujer, realizamos un ciclo de entrevistas a médicas que, además de ejercer su especialidad, son profesoras de la Facultad de Medicina de la Udelar. En esta oportunidad, compartimos el diálogo con la Prof. Dra. Mónica Pujadas, pediatra, epidemióloga e infectóloga pediatra.

Ciclo de entrevistas a médicas: Prof. Ag. Dra. Mónica Pujadas, pediatra

jueves 27 de marzo de 2025

La Dra. Pujadas es Prof. Ag. de Clínica Pediátrica A y además es diplomada en vacunología, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Pediatría, coordinadora de la Diplomatura de Infectología Pediátrica y ex. Prof. Adj. del departamento de Medicina Preventiva y Social de la Facultad de Medicina, Udelar. También es miembro de la Comisión Nacional Asesora de Vacunas Uruguay y consultora OPS/OMS. Integró el Grupo Asesor Científico Honorario para el manejo de la pandemia por COVID19 en Uruguay. Es socia del SMU y de ADUR.

—¿Qué mujeres han influenciado tu carrera docente?

—Soy docente de la Facultad de Medicina Udelar desde hace 34 años en forma ininterrumpida. Por tanto, a lo largo de ese tiempo han sido muchas las mujeres que me han influenciado. Pero sin duda, la mayor influencia la he tenido de las mujeres de mi familia, en especial mi madre. Ninguna de ellas fue médica ni universitaria. De hecho, vengo de una familia de trabajadores, del interior, y tengo el inmenso orgullo de ser la primera profesional en mi familia. Crecí viendo a mis abuelas, a mis tías y a mi madre luchar para sacar adelante a sus hijos trabajando, educándonos y transmitiéndonos la importancia del amor, de la solidaridad, de la empatía, de ponernos en el lugar y saber escuchar al otro. Mi madre me enseñó también a defender nuestros derechos, sin violencia, pero con firmeza.

Junto a mi padre, fue directora en Colonia de un hogar para niños y adolescentes. Allí, mi hermana y yo convivimos durante muchos años con otros treinta niños, en una experiencia única que sin duda me marcó y reafirmó mi vocación. En cuanto a la medicina, por alguna razón siempre sentí la necesidad de ayudar a los demás. La lectura de un libro de A.J Cronin llamado “Las aventuras de un maletín negro” contribuyó a concebir la medicina como un servicio; y ya desde niña planeaba y jugaba a ser doctora y maestra.

No puedo dejar de mencionar (entre muchas otras y a riesgo de cometer omisiones) a la Prof. Gloria Magnífico, quien me transmitió la pasión por la enseñanza de la epidemiología y la salud pública durante la carrera docente, por la metodología científica, por la rigurosidad en la planificación de la tarea docente entre otras.

Y a la Prof. Ivonne Rubio, que con su sabiduría y sobre todo con la práctica y el ejemplo, me transmitió la importancia de aprender y enseñar la semiología y el razonamiento clínico, no sustituible por ningún algoritmo de inteligencia artificial ni por ningún examen complementario. De escuchar atentamente y comunicarnos con empatía con los niños y sus familias. De que el ambiente de trabajo docente se construye entre todos y debe cuidarse. De que pese a que en los cargos docentes superiores había mayoría de hombres cuando comencé, las mujeres nos ganamos el lugar. Que era posible ser buena docente, pediatra y a la vez tener una familia y ser madre. Y que contribuyó a reafirmar mi sentimiento de que los pediatras y los docentes somos privilegiados por poder hacer lo que hacemos.

la participación de las mujeres en el ámbito académico se ve limitada, en muchos casos, porque continúan siendo pilar en el sostén familiar y crianza de los hijos, lo que claramente hace que dispongan de menos tiempo para otras actividades incluyendo la académica. Las mujeres siguen siendo las principales responsables de los cuidados de las personas dependientes.

Porque aún a riesgo de caer en lugares comunes, sigo manifestando que esta tarea proporciona satisfacciones diarias. Es emocionante y es un privilegio poder acompañar el crecimiento y desarrollo de nuestros pacientes y mantener el contacto con sus familias. Nunca dejaré de agradecerles su confianza. Incluso actualmente varios pacientes ya “crecidos” me llevan a la consulta a su vez a sus hijos. No hay palabras para describir el sentimiento que esto genera.

Y en otros planos, también genera satisfacción cuando, desde la docencia, vemos crecer a los estudiantes; y cuando ya siendo reconocidos colegas y especialistas, nos siguen agradeciendo y diciendo “profe” con cariño.

—¿Cuáles han sido los mayores desafíos que has enfrentado como mujer en el ámbito académico?

—Los desafíos por enfrentar en el ámbito académico han sido y son, varios y diversos. Tanto en la Universidad de la República y en la Facultad de Medicina como en las instituciones de salud, continúa habiendo situaciones de desigualdad y de inequidad evidentes. Si nos remitimos al artículo “El lugar de las mujeres uruguayas en la toma de decisiones” publicado en Cuadernos del Sistema de Información de Género MIDES, se aprecia que, de los 20 altos cargos considerados en la Udelar, 17 son varones y sólo 3 mujeres. Y la información que surge del análisis de la distribución de género en la Facultad de Medicina, muestra que, si bien globalmente hay mayoría de mujeres en los cargos docentes, se encuentran concentradas sobre todo en los cargos de Grado I y II, mientras que al analizar los Grado V se ve que 2 de cada 3 son hombres. Pese a que ha habido algunos avances, esta situación se ha mantenido en el tiempo. Por otra parte, en las instituciones de salud las mujeres acceden a puestos clave; no obstante, la mayoría de los cargos directivos son varones.

Considero que la participación de las mujeres a todo nivel, incluyendo el ambiente académico, es fundamental. Creo que (…) aportamos otra perspectiva, en un análisis más integral, como algo natural…

Asimismo, es bien sabido que, aún con progresos en aspectos como la legislación, las normativas sobre licencias maternales y demás, en la sociedad y en la universidad la participación de las mujeres en el ámbito académico se ve limitada, en muchos casos, porque continúan siendo pilar en el sostén familiar y crianza de los hijos, lo que claramente hace que dispongan de menos tiempo para otras actividades incluyendo la académica. Las mujeres siguen siendo las principales responsables de los cuidados de las personas dependientes. Sin contar que, dado que en promedio acceden a salarios de menores ingresos que los varones, tienen multiempleos, son sostén de hogares monoparentales, entre otros.

Considero que la participación de las mujeres a todo nivel, incluyendo el ambiente académico, es fundamental. Creo que las mujeres aportamos otra perspectiva, en un análisis más integral como algo natural, considerando miradas desde distintos ángulos. Promovemos el trabajo en equipo.  Dado que estamos habituadas a contemplar los sentimientos y emociones, intentamos aceptar y valorar a quien opina diferente, y tenemos muchas veces un rol articulador.

Contribuimos al equilibrio para una mejor integración de los grupos de trabajo, de estudio, de investigación.

Las mujeres nos enfrentamos permanentemente a la situación de tener que tomar decisiones. Y si trabajamos en el área de las ciencias y la docencia debemos analizar en forma constante un espectro y abanico amplio de pros y contras. Estamos acostumbradas a insistir para hacernos oír y para que se tenga en cuenta nuestra opinión, por lo que tratamos de desarrollar habilidades para la comunicación y hacerlo asertivamente.

—¿Qué consejos les darías a las jóvenes que aspiran a una carrera docente?

—En primer lugar, dialogaría con ellas para reflexionar sobre cuál es la motivación y cuáles son sus expectativas con la carrera docente. Y a continuación les compartiría mi experiencia. Les diría muy especialmente que si se lo proponen se puede lograr, que exige trabajo y sacrificio pero que vale la pena. Que se puede ser mujer docente y tener una pareja, familia e hijos siempre y cuando se esté dispuesto a construir esos vínculos y a trabajar por ellos. Que exige muchas veces un equilibrio entre el trabajo y la familia, que a veces implica renuncias temporales. Que conlleva momentos duros, frustraciones, que hay que aprender a canalizar. Que siempre seguimos aprendiendo de todos, incluyendo nuestros pacientes y nuestros alumnos. Que hay que cultivar la humildad, lo que no implica dejarse atropellar y que debemos defender nuestros derechos. Y que debemos aprender a construir ambientes de trabajo saludables, en equipo, lo que en definitiva nos permitirá aportar un granito de arena para la construcción de una sociedad mejor.

—¿Cómo percibís el progreso en la igualdad de género en tu campo de estudio?

—He desarrollado mi carrera docente en áreas donde históricamente ha habido más mujeres que en otras especialidades, la epidemiología, la pediatría, la infectología pediátrica, la vacunología. Sin embargo, en los cargos docentes altos y en la gestión como mencionábamos antes, a menudo siguen siendo ocupados en gran parte por varones. Cuando era asistente G2 de pediatría, recuerdo haber ido a una entrevista de trabajo y quedar afuera por estar embarazada. También lamentablemente asistimos a casos de violencia de género en sus múltiples manifestaciones, que en ocasiones pueden ser muy sutiles. De todos modos, considero que en la FMed ha habido mejoras. Tanto desde la Comisión de Género, como con las normativas que acompañan los derechos de las docentes embarazadas y en lactancia, por mencionar algunos ejemplos, creo que se han logrado espacios y derechos. Y se viene recorriendo un camino. Pero aún sigue habiendo mucho para profundizar en ese sentido, y para que no quede en intenciones o discursos la igualdad y la equidad de género.

—¿Qué cambios te gustaría ver en la Facultad de Medicina para apoyar a las docentes?

—El cambio creo que pasa por entender que sólo entre todos podremos construir espacios para continuar trabajando y ejerciendo docencia de calidad con todo lo que ella implica, y por tanto, luchar por un mundo mejor. Me gustaría que ser mujer no implique una desventaja en la carrera docente, que tanto mujeres como hombres en la FMed aprendiéramos a evitar el egoísmo, el individualismo, los egos, el odio. En definitiva, el perfil docente definido por nuestra Udelar debe coincidir, en el caso de nuestra Facultad de Medicina, con el perfil del médico, o sea, entre muchas otras cosas, ser profundamente humanista.