lunes 4 de abril de 2022
La situación referida a los médicos de la ex Casa de Galicia lleva varios meses de negociación entre todas las partes.
Como es sabido, la institución cerró y un universo de aproximadamente 600 médicos quedarán sin sus puestos de trabajo en ese prestador. Esta población de colegas, variada, heterogénea, incluye una gama que abarca desde aquellos con escasa carga horaria, hasta médicas y médicos con dedicación exclusiva por propia decisión, como los Cargos de Alta Dedicación (CAD) por ejemplo y otros que concentraron trabajo en ese prestador.
La Ley 20.22, aprobada en febrero pasado casi unánimemente en el parlamento, determinó (además de la distribución de cápitas), una forma de redistribuir cargos médicos que implica su tratamiento en el marco del Consejo de Salarios.
Esto es: fijar un ratio vinculado a la cantidad de cápitas que se adjudican a cada prestador privado involucrado (CCOU, CUDAM, Universal, Hospital Evangélico y CRAMI) y a la vez criterios de distribución lo más justos posible.
Estos criterios fueron diseñados en la asamblea del Gremio Médico de Casa de Galicia, de manera democrática, priorizando en categorías de acuerdo al impacto en los ingresos salariales de la perdida de la fuente laboral entre otros criterios, como tener hijos a cargo, antigüedad, etc. De esa forma se consolidaron distintas categorías para ordenar la redistribución.
Vale aclarar que el gremio médico de Casa de Galicia es un gremio autónomo, con personería jurídica propia, autoridades propias y por tanto decisiones propias, que el SMU ha acompañado y respetado en su espíritu y en su letra.
Son por tanto las propias asambleas de médicos de Casa de Galicia, el lugar donde se han definido todas estas pautas, que el SMU como delegación que representa a todos los médicos en el Consejo de Salarios ha llevado adelante. Hemos trabajado en conjunto con este gremio y seguiremos en este camino de alianzas que entendemos respeta al máximo la voluntad de los involucrados.
En el marco del Consejo de Salarios esta discusión no está siendo fácil, fundamentalmente porque la postura empresarial ha sido dura, pretendiendo utilizar cada cápita para objetivos que no incluyen el salario médico.
Nuestro argumento principal en la negociación, como tantas otras veces, está referido a los objetivos de calidad asistencial para los usuarios, en el entendido de que cuando una institución asistencial recibe miles de usuarios sin gastar ni un peso de marketing, lo lógico es que privilegie la incorporación de equipos asistenciales acordes en número y características, para al menos mantener la calidad de su asistencia, que ya desde el vamos no muestra cifras aceptables sino en todo caso mejorables.
Hoy, 5 de abril (más allá de los picos asistenciales esperados para esta época del año) sabemos que están ocurriendo problemas en las instituciones que han recibido los usuarios (sin aumentar su plantilla de médicos): colas de ambulancias, traslados acumulados, en fin, sobrecarga asistencial para las médicas y médicos de esos prestadores, que esperan el aterrizaje de quienes provienen de Casa de Galicia para aliviar ese trabajo extra.
No estamos pretendiendo mantener la proporción que existía en la Institución que cierra, que ya sabemos era inadecuada, sino lo mínimo indispensable: que las Instituciones que toman médicos lo hagan desde sus propias cifras, tomando el ratio que ya utilizan para asistir a sus usuarios hoy día.
Hemos tenido la actitud colaborativa de no exigir lo imposible, sabiendo que muchos colegas serán perjudicados de todas maneras. Menos que esto resulta inadmisible, la palabra ahora la tienen los empresarios.