lunes 20 de marzo de 2023
¿Cómo fueron tus comienzos dentro del gremialismo y qué te impulsó ser parte del movimiento?
Tardíamente en la carrera, cuando ya estaba en la residencia de Medicina Intensiva, año 2005 aproximadamente, por reivindicaciones laborales como: residentes explotados, mal pagos y utilizados como mano de obra barata para resolver estructuras, como las puertas de emergencia. Y a eso se sumaba un pago diferencial, según el servicio en el que cursabas la residencia. Me parecía muy injusta la diferencia y las condiciones laborales. Básicamente ese es el principio; luego, desde las sociedades científicas, tanto la de Medicina Intensiva como la de Infectología, he participado activamente formando parte de las Comisiones Directivas, porque creo que tienen un rol fundamental en el accionar gremial de la medicina y de cada una de las especialidades. Y cada vez que he participado ha sido buscando equidad. En particular, en el SMU me he involucrado desde la Comisión de Género, hace ya un par de años. O sea, llegué tardíamente al movimiento, pero con ímpetu a pesar de los años.
¿Qué problemas encontraste en el camino o qué situaciones tuviste que enfrentar?
No tanto desde mi participación, porque en lo personal nunca he tenido interés en figurar en primer lugar, por poner un ejemplo, en los cargos de las comisiones directivas. En las dos sociedades participé como secretaria sin intención de ocupar otro cargo acompañando compañeros excelentes. Pero también es cierto que el aspecto gremial de las SSCC no ha sido verdaderamente potenciado. No sé si hubiera querido ocupar otros espacios, qué es lo que hubiera pasado, en su momento no sentí un obstáculo en particular.
A veces no somos del todo conscientes de lo puede frenarnos nuestra identidad de género u orientación sexual o etnia o, siendo mujer, particularmente, el aspecto físico. En otros ámbitos he tenido más claro los obstáculos vinculados a ser mujer. En el gremialismo sí lo he presenciado con respecto a compañeras que actualmente ejercen cargos relevantes. Con el ninguneo que reciben de otros colegas, con comentarios descalificativos por ser mujeres, con campañas sucias contra ellas.
Tal vez el hecho de que, en el propio ejercicio de la medicina, muchas veces, hemos tenido que imponernos con actitudes fuertes para ocupar espacios, es decir nos ha hecho forjar temperamentos y posturas fuertes, con improntas clásicamente identificadas con roles tradicionalmente masculinos, como ser médicos. Tal vez por eso, no percibo los eventuales obstáculos sobre mí por mi identidad de género
La medicina está feminizada, más del 60 % del cuerpo médico son mujeres. En este contexto, ¿cómo es la situación laboral para las médicas?
El hecho que se haya feminizado es lo que ha impulsado que hoy haya más compañeras en determinados cargos. Se quedaron sin recursos humanos masculinos para ocuparlos y creo que eso abrió las puertas a que compañeras accedieran a puestos de jefaturas, por ejemplo. Esto, sin duda, es así en la medicina intensiva. Había compañeros que trabajaban en algunos CTI que se jactaban, hasta hace unos 8 años, de tener en su staff sólo hombres por lo “problemáticas que son las mujeres”. Hasta hace un par de años quedaba una unidad con staff médico sólo de varones. Creo que hoy trabaja una mujer o dos en esa unidad.
En cuanto a la retribución económica, si contratas más hombres que mujeres, aunque el pago es el mismo por igual función, sin dudas salen perjudicadas las mujeres como colectivo. Igualmente, para acceder a los cargos jerárquicos.
Si comparás la situación actual con tus comienzos, ¿qué avances considerás que se han logrado?
Es difícil separar “la feminización” de la medicina de los logros en la medicina, pero sin duda el hecho que más mujeres estemos ocupando más lugares, es el mayor logro. Los avances relacionados con la lactancia materna y los cuidados del recién nacido son otro mega avance, aunque falta por ejemplo, igualar derechos entre sectores público y privado y en personas con diferentes vínculos laborales.
El mismo embarazo sigue siendo una fuente de discriminación, incluso entre pares, ni digamos el ejercicio de la maternidad más allá de los primeros 6 meses de vida. Otro tema que, en lo personal me preocupa, son los derechos de las personas menstruantes; la menstruación es algo vinculado a lo fisiológico pero tabú, de lo que no hablamos. Ahora se ha puesto en el tapete el tema de costos asociados y, sin duda, es de relevancia. Pero esto que es fisiológico a veces implica una sobrecarga no reconocida cuando se está trabajando. A veces invalidante. Lo mismo que la menopausia y los cambios hormonales, físicos y el envejecimiento, esto sea para cualquier género. Más aún si pensamos, por ejemplo, que la edad de jubilación se va a postergar, cómo va a repercutir esto en el colectivo de mujeres médicas que en su mayoría fuimos, además de médicas cuidadoras, familiares. Doble trabajo por años.
¿Por qué es importante la participación de las mujeres a nivel gremial? ¿Qué impide dicha participación? ¿Qué estimularía dicha participación?
Creo que la participación de todos los géneros es sobre entendidamente importante, en forma inequívocamente igualitaria. Es decir, no debe verse como un retroceso de los hombres frente al avance de las mujeres, sino que debe verse como la complementariedad como seres humanos. Más allá de eso, si somos mayoritariamente mujeres no es admisible que no nos representemos a nosotras mismas y luchemos por nosotras mismas.
Seguimos siendo las principales cuidadoras de hijos, progenitores, etc. Eso ya sea en nuestro rol de madres, hermanas, esposas, lo que sea. Somos las que cuidamos y la sobrecarga que ello implica atenta para que, además de trabajar en lo formal, podamos participar en actividades gremiales, científicas, etc.
Estimular la participación tiene varios pilares, desde poder hacer reuniones virtuales, a poder tener sistemas de cuidados accesibles en instancias presenciales, por ejemplo. Luego implica cambios en otros planos de la vida que, creo, la sociedad va acompañando. La cuota para ocupar determinados puesto o cargos es una forma válida de empezar a equiparar creo.