jueves 9 de marzo de 2023
¿Cómo fueron tus comienzos dentro del gremialismo y qué te impulsó ser parte del movimiento?
Yo soy egresada de la Universidad Nacional de la Plata en Argentina, inicié mis actividades en la facultad, en un movimiento de estudiantes independientes de medicina. Para mejorar las condiciones del estudiantado y despolitizar cuestiones complejas que acontecían por aquella época. Sobre todo, en formas de mejorar, pero sin hacer paros que perjudican las clases, buscando otras formas de manifestación más creativas y lo logramos sin perder ninguna clase por aquellos años.
Ya de retorno a Uruguay, me fui interesando en la problemática que aqueja a los especialistas en infectología, la falta de salida al mercado laboral, la falta de integración a los equipos de salud (formar equipos de trabajo en temas relevantes y delicados para la especialidad como la resistencia antimicrobiana, infecciones asociadas a dispositivos, infecciones en inmunocomprometidos, etc) . Incidir en el rol que ocupamos en la medicina local, en pos de mejorar la calidad asistencial que se brinda a los usuarios. Por este motivo me acerqué a la Sociedad de Infectología del Uruguay, para trabajar sobre estos aspectos.
¿Qué problemas encontraste en el camino o qué situaciones tuviste que enfrentar?
En verdad desde hace un tiempo, por suerte, la medicina viene cambiando el paradigma respecto al lugar que ocupamos las mujeres médicas. Claro que hay que lidiar con cuestiones inherentes a los resabios de corrientes de otros tiempos. Pero en verdad, si soy sincera, no me ha tocado demasiado de cerca, en lo referente a la desigualdad de sexos.
Sí un tema importante y urgente es compatibilizar el ejercicio de la profesión con la familia, los tiempos que dedicamos y el multiempleo son tiranos y atenta, muchas veces, tanto contra nuestra salud, así como también incide en nuestras relaciones familiares.
La inestabilidad laboral y la precarización en los contratos (sistema de facturación) con lo que esto implica ha sido preocupante por momentos.
Por eso es clave mejorar la calidad del trabajo médico, regular las horas trabajadas, el salario percibido e invertir en la educación que brindamos a los futuros profesionales. En pocas palabras cuidar al que cuida.
La medicina está feminizada, más del 60 % del cuerpo médico son mujeres. En este contexto, ¿cómo es la situación laboral para las médicas?
Como decía antes, hay un cambio de rumbo, pero falta mucho aún. Más mujeres ocupando lugares de decisión en puestos de jefaturas, en direcciones, a nivel ministerial, político, etc. Con salarios en concordancia a los cargos que se ocupa y por supuesto que existe desigualdad en ese sentido. Por eso es necesario el compromiso y el trabajo diario para poder revertir esta situación.
Si comparás la situación actual con tus comienzos, ¿qué avances considerás que se han logrado?
Aumento del ingreso de mujeres en especialidades quirúrgicas. Si bien han ingresado más mujeres en especialidades que eran ocupadas por hombres, sobre todo las quirúrgicas, aún los puestos gerenciales y de jefaturas, en general, siguen siendo masculinos.
Los beneficios por embarazo y lactancia, sobre todo, han sido un logro y un avance justo e importante.
Hemos logrado presencia y voz de las mujeres en nuestro gremio (SMU). Por segunda vez en la historia hay una presidenta mujer, la Dra. Zaida Arteta. Y eso es un avance que celebramos. Y esto se dio luego de 3 décadas.
Pero insisto, aún falta y la disparidad sigue siendo grande.
¿Por qué es importante la participación de las mujeres a nivel gremial? ¿Qué impide dicha participación? ¿Qué estimularía dicha participación?
Las mujeres conocemos los problemas de cerca y los hemos padecido desde siempre. Somos gestoras naturales la mayoría y tenemos capacidad de trabajo innata, demás de necesarias para representar a ese 60 % de colegas que integran el colectivo médico, el cual necesita ser escuchado, comprendido y apoyado desde la identidad y el conocimiento. Por eso somos fundamentales en la actividad gremial médica.
La participación está impedida por todo lo antedicho: multiempleo, gran carga horaria y docente con remuneración no acorde, compatibilizar la actividad profesional con el rol que ocupamos en la familia, situaciones a mejorar y para las cuales hace falta mucho compromiso de todos los actores sociales.
Lo estimularía la mejora salarial en lo asistencial y docente, la disminución del multiempleo con cargas horarias de menor cuantía, avanzar a cargos de alta dedicación horaria (brindando la capacidad de trabajar en un solo lugar, con un mejor valor hora). La desprecarización. Y por supuesto ser tenida en cuenta en cargos de decisión en todos los niveles.