lunes 20 de marzo de 2023
¿Cómo fueron tus comienzos dentro del gremialismo y qué te impulsó ser parte del movimiento?
Mis inicios en el gremialismo se remontan a la época en la que iba al liceo, en una ciudad del interior. En plena dictadura, en el año 1983, con un grupo de estudiantes comenzamos a organizarnos y nos integramos a la, entonces reciente, ASCEEP (Asociación de Estudiantes de Enseñanza Pública), en este caso en la Federación de Estudiantes del Interior (ASCEEP FEI).
No fue nada fácil, en una ciudad pequeña, donde todos se conocen nos identificaban y señalaban. Por otro lado, eran muchos los temas y reivindicaciones a plantear. Pese a las dificultades fuimos logrando que nos escucharan, que accedieran a algunos de nuestras solicitudes hasta que, ya terminando la dictadura y con la democracia floreciente, se sumaron muchos más estudiantes y pudimos trabajar todos juntos.
Posteriormente, y habiéndome mudado a Montevideo para poder estudiar en la Facultad de Medicina, me integré al gremio de estudiantes en la ASCEEP FEUU (la querida AEM). Y luego de recibirme fue natural que continuara en esa línea, en el SMU, en ADUR y desde la época de practicante interna, en la Sociedad Uruguaya de Pediatría que, siendo una sociedad científica con componente gremial, es un espacio también de trabajo y de servicio global.
Cuando pienso en los motivos que me impulsaron a integrarme al movimiento, no puedo dejar de sentir que los determinantes fueron varios. Para empezar, nací y crecí en el seno de una familia de trabajadores, altamente comprometidos con el trabajo, la militancia política y la lucha social. Incluso durante buena parte de mi niñez y en la adolescencia, mis padres estaban a cargo de un hogar para niños y jóvenes sin familia. Conviviendo con más de 35 niños en esas circunstancias también conocí la injusticia social, la inequidad, lo duro que podía ser la vida para algunas personas por el solo hecho de haber nacido en un lugar desfavorecido. Y, aunque pueda sonar a lugar común, debo reconocer que esas experiencias me fueron llevando naturalmente a querer luchar por un mundo mejor, desde el lugar en el que me encontrara y desde donde me tocara.
¿Qué problemas encontraste en el camino o qué situaciones tuviste que enfrentar?
El camino no fue sencillo. Como decía antes, para animarnos a formar y participar de un gremio estudiantil en el interior y en la época de la dictadura, debíamos tener convicciones muy firmes, era todo un desafío. Inicialmente además éramos muy poquitos.
Ya en la etapa de facultad, no era fácil compatibilizar los tiempos con el estudio; para los que nos habíamos venido desde el interior, con todo el sacrificio que implicaba para nuestros padres, descuidar los estudios no era una opción. Por tanto, participar en el movimiento de estudiantes muchas veces requería sacrificar tiempos y actividades (sin contar que además realicé la mayor parte de la carrera trabajando también). En los años posteriores, sin duda que participar en movimientos exige sacrificios, en especial dedicar tiempo implica quitarlo a la familia, a la recreación o incluso al espacio personal.
A través de los años hemos tenido que enfrentar diversas situaciones; pero también hemos adquirido muchos aprendizajes: aprender a conciliar posiciones, a trabajar en equipo, a dejar de lado intereses personales por el bien común. Aprender a ser humildes, a saber escuchar. A seguir adelante cuando estamos convencidos del camino, aun cuando nos agredan (y sin duda que lo hemos experimentado). A entender que siempre vamos a ser mejores trabajando juntos y unidos por el bien mayor, que individualmente y separados. Y sobre todo creo que no debemos perder la vocación de servicio. NO hay que perder de vista que la motivación nunca puede ser el lucimiento personal ni alimentar el ego o acceder a espacios de poder.
La medicina está feminizada, más del 60 % del cuerpo médico son mujeres. En este contexto, ¿cómo es la situación laboral para las médicas?
Tanto en las instituciones de salud como en la Universidad de la República incluyendo la Facultad de Medicina, continúa habiendo situaciones de desigualdad evidentes. Sin ir más lejos y si nos remitimos al artículo “El lugar de las mujeres uruguayas en la toma de decisiones” publicado en Cuadernos del Sistema de Información de Género MIDES, se aprecia que de los 20 altos cargos considerados en la UDELAR, 17 son varones y sólo 3 mujeres. Y la información que surge del análisis de la distribución de género en la Facultad de Medicina, muestra que, si bien globalmente hay mayoría de mujeres en los cargos docentes, se encuentran concentradas sobre todo en los cargos de Grado I y II, mientras que al analizar los Grado V se ve que 2 de cada 3 son hombres. Y esta situación se ha mantenido en el tiempo. En las instituciones de salud las mujeres acceden a puestos clave, no obstante, la mayoría de los cargos directivos son varones.
Si comparás la situación actual con tus comienzos, ¿qué avances considerás que se han logrado?
Sin duda que, si comparo con aquellos tiempos, es innegable que se han logrado avances. Las mujeres somos más escuchadas. La legislación también ha progresado. La sociedad ha presentado cierta evolución, aunque no la suficiente. Queda mucho por hacer.
En mi caso si miro hacia atrás y veo en perspectiva el camino recorrido, lo primero que debo decir es que estoy muy agradecida a la vida. Tengo una familia maravillosa que siempre está apoyando, unos amigos incondicionales, compañeros de equipo y una profesión que amo. Y tengo el gran honor y responsabilidad de poder contribuir, a través de esa profesión, a trabajar por mi país. Todo eso me impulsa a seguir trabajando, desde el lugar en el que me toque estar y con vocación de servicio.
¿Por qué es importante la participación de las mujeres a nivel gremial? ¿Qué impide dicha participación? ¿Qué estimularía dicha participación?
La participación de las mujeres a todo nivel, incluyendo el gremial, es fundamental. Creo que las mujeres aportamos otra perspectiva, en un análisis más integral como algo natural, considerando miradas desde distintos ángulos. Promovemos el trabajo en equipo. Dado que estamos habituadas a contemplar los sentimientos y emociones, intentamos aceptar y valorar a quien opina diferente, y tenemos muchas veces un rol articulador.
Contribuimos al equilibrio para una mejor integración de los grupos de trabajo, de estudio, de investigación.
Las mujeres nos enfrentamos permanentemente a la situación de tener que tomar decisiones. Y trabajando en el área de las ciencias y la docencia debemos analizar en forma constante un espectro y abanico amplio de pros y contras.
Estamos acostumbradas a insistir para hacernos oír y para que se tenga en cuenta nuestra opinión, por lo que tratamos de desarrollar habilidades para la comunicación y hacerlo asertivamente.
Creo que no es novedad que la participación de las mujeres se ve limitada en general porque pese a cierta evolución de la sociedad, en muchos casos continúan siendo pilar en el sostén familiar y crianza de los hijos, lo que claramente hace que dispongan de menos tiempo para otras actividades incluyendo la participación gremial. Sin contar que, dado que en promedio acceden a salarios de menores ingresos que los varones, tienen multiempleo, son sostén de hogares monoparentales, etc. Por tanto, para estimular la participación deberían desarrollarse estrategias a varios niveles.