PROBST, Enrique
Nacido el 28 de noviembre de 1931. Graduado el 1º de abril de 1960. Socio del Sindicato Médico del Uruguay desde el 1º de noviembre de 1955.
Cuando le solicitamos un breve currículum para esta presentación, nos devolvió estos breves y precisos párrafos:
- Profesor titular de la Psiquiatría
- Ex Director de la Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina
- Psicoanalista titular de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay
- Presidente del Colegio Uruguayo de Neuropsico-farmacología
- Vicepresidente de la Société Internationale de Psychopatologie de l'Expressión
- Corresponding Fellow de la American Psychiatric Association
- Ex Presidente de la Comisión Científica de la A.P.A.L. (Asociación Psiquiátrica de América Latina)
- Co-autor de 8 libros
- Autor de 3 libros
Pero eso no alcanza para conocerlo. Debimos indagar en otras fuentes, para saber algo más. De él dijo el Prof. Angel Ginés, cuando Probst dejó su Cátedra: "Nadie es por sí mismo. Levantemos por un momento el telón de la razón compartida y permitamos que la memoria de los orígenes, que es un milagro del pensamiento alucinatorio, se abra paso. Y caminará entre nosotros, por las calles en madreselva de los años veinte y hasta la Fábrica Nacional de Cerveza una obrera jovencita y tucumana cuyas raíces arrancan en Rusia y Ucrania: es Paulina Dinerstein. Y en el tranvía al Cerro el empleado del Frigorífico, el joven bachiller polaco Sigmund -acriollado- Segismundo, hombre culto y de aventura, que eligió el Uruguay por el fútbol que vio en Colombes; lo vemos jugando con la aurinegra, haciendo ciclismo y lucha. O solidario en la huelga del Frigorífico que se perdió, y así se perdió el trabajo. O presidiendo el club deportivo.
Cuando Enrique comenzó la escuela los abuelos paternos que extrañaban Polonia se volvieron a Lodz, el camino del amor a la tierra natal terminó para la abuela en Auschwitz, entre las brumas de flores caquécticas disipada en un humo de multitudes.
Una vez me dijo Probst: "Mi padre no tenía ambiciones económicas, ni usaba traje". También me contó que fue el primero que le habló de Freud; que le hizo escuchar, en tiempos de la guerra, la Sinfonía de Shostakovich donde se concertan el arte y la lucha contra la opresión. O cuando, luego del despido, lo acompañaba tempranito al Mercado Agrícola para aprovisionar el puesto que puso en Punta Carretas. Enrique hizo sus primeras comuniones con otros niños en la Escuela 64 de La Aguada y en la Escuela Grecia, luego renovó comuniones en el Zorrilla, el IAVA, la Facultad de Medicina, la Clínica madrileña de López Ibor, la Asociación Psicoanalítica; le oí decir con reconocimiento "si la enseñanza no hubiese sido gratuita yo no hubiera llegado aquí."
"Pero miremos ahora hacia delante. Enrique Probst en la madura plenitud de su personalidad seguirá aportando a la Clínica y a la Universidad por este sendero transformador que tanto ha hecho por gestar. Y los más jóvenes, pero también los más veteranos, seguiremos creciendo en esos encuentros humanos que son sus entrevistas con los vecinos que se arriman a nuestros servicios de salud -y que impropiamente llamamos clases clínicas- porque si incluyen arte, técnica y ciencia ellas quedan por completo al servicio de la más alta calidad vincular y solidaria, y el vecino en busca de alivio no obtendrá todas las soluciones pero al menos abrirá una rendija a la esperanza y el alumno no encontrará todas las respuestas pero multiplicará sus preguntas."
Después de una larga carrera académica, en el país y en el exterior, y de dirigir por once años la Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina, sigue trabajando en la profesión, ayudando a sus pacientes, que son muchos y lo adoran, escribiendo libros que son best-sellers. También practicando con éxito el golf, en la falda del Cerro de Montevideo, para mantener la armonía entre mente y cuerpo.
Por ello, el SINDICATO MÉDICO DEL URUGUAY le confiere la Distinción Sindical al mérito DOCENTE, CIENTÍFICO y en el EJERCICIO PROFESIONAL.