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Dr. Jaime Sznajder: un tiempo, un hombre, un libro
Ciudadano de tres mundos
El 26 de agosto próximo pasado, en el salón social del Sindicato Médico del Uruguay, se conjuntaron tres vertientes para conformar una instancia memorable: un libro, un hombre y un colectivo. Entre la biografía y la historia: un ciudadano de tres mundos fue el libro motivo de presentación, el Dr. Jaime Sznajder, el protagonista de la historia y el marco humano, que superó las expectativas, estuvo conformado por un auditorio de colegas y amigos que jalonaron la trayectoria humana y profesional del Dr. Sznajder.
por José López Mercao
En la introducción fue leída una carta del presidente del SMU, Dr. Juan Carlos Macedo, imposibilitado de asistir por razones de salud.En la misma se destaca el honor hecho al Sindicato, en la medida que para la presentación de su libro, al Dr. Sznajder le fueron ofrecidos dos espacios relevantes por la gravitación que tuvieron en la vida del homenajeado: la Comunidad Israelita y el Policlínico del Centro de Asistencia.
Al centro, la Arq. Silvia Scarlato,
flanqueada por los Dres. Antonio Turnes y Jaime
Sznajder. Complementación y armonía para un
libro inolvidable.
Evocó al joven Jaime, quien desde la década del 40 estuvo muy vinculado al movimiento gremial, estudiantil y universitario y más tarde al profesional médico, recorriendo diversos campos, en lo asistencial, en lo administrativo y en la dirección de hospitales públicos y privados, hasta emigrar a Estados Unidos en 1975.
De esa trayectoria, destacó su trabajo en el CASMU y su participación gremial en el área de relaciones internacionales.
Allí, el Dr. Sznajder fue forjando fuertes vínculos, en especial a partir del VIII Congreso Médico Social Panamericano, realizado en el año 1964 en Montevideo y presidido por el Dr. Constancio Castells.
De 1964 a 1970, el Comité Ejecutivo Central de la Confederación Médica Panamericana tuvo su sede en Uruguay y Sznajder representó al gremio médico uruguayo junto a sucesores de Castells como César V. Aguirre, José B. Go-mensoro, Ricardo J. Caritat, Omar Barreneche, Carlos Boccoreli y Enrique Barmaimón.
En ese fluido intercambio, el Dr. Sznajder formó su personalidad de embajador del SMU en cualquier parte del mundo. No es casual entonces que el Sindicato le haya otorgado la rara y preciosa distinción de socio honorario.
Macedo caracterizó al Dr. Sznajder como: «Gaucho para el apoyo siempre que se le ha requerido».
Para el presidente, Sznajder es, además de «un cónsul honorario de Uruguay en Nueva York, un referente obligado para orientar las más delicadas situaciones, al estar provisto de una vocación de servicio que no es fácil de encontrar».
Ese vínculo que el tiempo no ha desteñido se manifiesta en sus frecuentes visitas y en el aire fresco que trae consigo, propio del viejo modo de relacionarse de nuestros sindicalistas.
Entre el misterio y la maravilla
De que Silvia Scarlato es una buena entrevistadora no pueden caber dudas luego de su excelente serie Fuera de consulta.
Sin embargo, en ninguna obra ha revelado con tanta claridad su método (a la vez constructivo -no en vano es arquitecta- y expositivo). Pese a su juventud, Scarlato alcanza en este libro su madurez, esa con que tanto se sueña, y que, por lo común, jamás llega.En su intervención, llena de afecto por el entrevistado, habló del interminable laberinto en que se convertía esa historia de tres mundos, de ese inmenso desorden que sólo dejó de ser percibido como tal cuando comprendió que precisamente ese era el orden intrínseco de esa vida con la que empezaba a vibrar al unísono.
Pero más allá de las palabras de Scarlato, es preciso leer el epílogo «ciudadano de tres mundos», el discreto espacio en el que por primera vez la voz en off que acompaña a Sznajder asume protagonismo, en el que en poco más de una página la autora diagrama todo un compendio de la estética propia del género que practica.
En el comienzo, Silvia Scarlato habla del «misterio» y de la «maravilla» que sobreviene en ciertas etapas de la vida. Adjetivos curiosos en la pluma de alguien que escribe sobre hombres y mujeres educados en el rigor científico, en la familiaridad con situaciones límite en la que el apego a la objetividad a menudo se erige en la frontera que separa la vida de la muerte.
A continuación se refiere a su comprensión de ese misterio, una comprensión tan intuitiva que «abraza sin límites precisos, al universo emocional y al universo intelectual».
Se trata de la necesidad («afán que irrumpe», le llama) «por transmitir las experiencias».
La palabra y el libro
Ese afán «se canaliza en la vertiente de la oralidad... en esa cadena infinita se abre un lugar para otra modalidad de hacer historia y de construir nuestro espacio de identidad más íntimo».
La consecuencia de esta afirmación va más allá de la estética: «Tal vez ello nos esté indicando el surgimiento paulatino de una nueva conciencia del valor de nuestros semejantes, abriendo un campo de enorme riqueza».
Por añadidura, «aquello que antes estaba restringido a figuras notables y de pública trascendencia, ahora se democratiza para dar paso a una legitimación del testimonio de vida de todo ciudadano».
Algunas cosas más se pueden decir.
Es notable no sólo la superabundancia de muestras gráficas (unas doscientas) sino su progresión cronológica y su estricta correspondencia con la secuencia de los hechos narrados.
La referencia a la historia no abruma (desde los lejanos orígenes de los Sznajder en Krinki, una localidad de Polonia limítrofe con Rusia, hasta la Nueva York del fin de milenio) ni es caprichosa. En otras palabras, se articula perfectamente con el acontecer de la vida cotidiana.
La reflexión que hace la entrevistadora acerca del «orden del desorden» es perceptible en la falta de dirección (que no de sentido) aparente de la crónica (por lo general es así en la vida).
Es una historia de «tres mundos». No obstante, la interrelación de ese tríptico no está sólo sugerida por la concatenación de los hechos y de la memoria, sino también por la ligazón solidaria (no sólo conceptual sino también formal) de la vida narrada en su conjunto.
Bosquejo de Jaime Sznajder
El Dr. Antonio Turnes, administrador general del Sindicato Médico del Uruguay, fue impulsor y a la vez prologuista de la historia de vida del Dr. Sznajder. En consecuencia, era el indicado para trazar una semblanza de la vida del mismo.
Comenzó por el hombre. Recordó que Jaime no se apartaba del proyecto y lo revivía una y otra vez en ocasión de sus reiterados viajes a Montevideo. La obra tuvo el antecedente de un reportaje de César Di Candia en Búsqueda y fue precedida por una historia secreta y silenciosa de minucia recopiladora, en la que Silvia Scarlato trabajó codo a codo con Sylvia Donner, esposa del protagonista.
En un rápido paneo, Turnes mencionó las etapas de su vida «en el Sindicato Médico y en el Centro de Asistencia, en los hospitales Pereira Rossell y Vilardebó, de los que fue su director, en la subsecretaría de Salud Pública, que lo tuvo al frente por escasos dos meses, y en la Comisión Interministerial de Coordinación de Edificaciones Hospitalarias». Turnes recordó que «fue el primer ciudadano judío uruguayo en ocupar tan alto cargo de gobierno».
«Luego la decisión de emigrar a Estados Unidos y enfrentar allí una vida nueva, llena de desafíos, en ese 'volver a empezar', como lo titula la obra».
Orígenes y consecuencias
Tal vez teniendo en cuenta las dos magníficas fotos con que comienza el muestrario («trabajo vigilado durante la guerra» y «el gran templo de Krinki»), Antonio Turnes elige el año 1915 como arbitrario comienzo para esta historia de vida, es decir, tiempos de penuria extrema en la Europa oriental de los ancestros de Sznajder.
La precedencia paterna, que a fines de los años 20 arriba a estas costas para probar fortuna, adelantándose al resto de la familia.
La foto muestra a don Guedali con su socio recorriendo los caminos con la maleta llena de mercancías, preparando el terreno para la familia, que se instaló en Paysandú en 1931.
La reseña de Turnes da un salto en el tiempo y pinta el entorno de las pensiones montevideanas en las que Jaime y otros jóvenes estudiantes del interior (como los hermanos Gómez Gotuzzo) compartían la vida, los estudios y las abundantes pulgas que cohabitaban con ellos.
Luego las historias de Facultad, la mención a las fotos en la sala de Anatomía o en la escali-nata del centro de estudios junto a la imponente figura del profesor Wáshington Buño. El mundo de las guardias, la tiranía de los internos sobre los «leucocitos», las primeras prácticas en técnicas que iban desde la sutura y a la anestesia.
La crónica muestra a Jaime Sznajder recién graduado como médico de las maratones bailables en el Palacio Peñarol o asistiendo a sus vecinos de Julio Herrera y Obes y Durazno.
Poco después llegaría el ingreso al Centro de Asistencia, primero como practicante, luego como médico de zona y tesorero de la Junta Directiva, bajo la presidencia del Dr. Aquiles Lanza Seré.
«Puerta falsa en el tiempo»
Con rápidas pinceladas, se describe al profesional que llegaría a ser director de varios de los sanatorios del CASMU, sucesivamente el de Maternidad, el 3, el 1 y el 2: «Era el antiburócrata. Vivía recorriendo el sanatorio que fuera encarando soluciones. Era pragmático, rápido, práctico, humano, siempre bien comunicado».
Su primera y breve incursión por el Ministerio de Salud Pública beneficia al CASMU (y al resto de las cooperativas médicas) al habilitarlo para hacer la dispensación de medicamentos que hasta entonces le estaba vedada.
El cenit de la trayectoria funcional del Dr. Sznajder coincide con los prolegómenos de la dictadura a finales de los años 60. Fiel a su estilo y a su vocación, el médico maduro sigue siendo el compañero solidario, que pelea desde su influencia cada detenido al autoritarismo.
La progresión de los acontecimientos y la imposibilidad creciente de desenvolverse en la nueva situación creada lo lleva a tomar la decisión de emigrar a Estados Unidos junto a su familia. Era la vuelta al peregrinaje iniciado medio siglo atrás por sus ancestros.
Allí se encuentra con que está «sobrecalificado» para ejercer la administración de salud, que por entonces era patrimonio de profesionales del gerenciamiento, no médicos.
El «volver a empezar», reforjando desde la base una carrera que lo lleva a convertirse en jefe del Departamento de Rehabilitación de dos de los más grandes hospitales de Nueva York.
Por último, el Dr. Turnes se pregunta por qué Jaime eligió a Uruguay, a Montevideo y al SMU para la presentación de la historia de su vida. La respuesta tentativa está a tono con la historia de «misterio» y «maravilla» que sorprendió a Silvia Scarlato, y el expositor la encontró hecha poesía en estos versos de Jorge Luis Borges referidos a esa «ciudad azul» que amó: «Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve».
La magia en un puntero
El Dr. Turnes es un devoto de la historia de la medicina (pese a rechazar que se lo llame historiador). En tal carácter, respaldado por una memoria poco común, es un referente obligado para el registro de situaciones y antecedentes, de crónicas de la profesión y de la vida.
Comparte con los historiadores también la pretensión de precisión y el distanciamiento objetivo y desapasionado con los hechos que capta y describe.
Afortunadamente, ese viernes 26 de agosto se salió del rol, mostrando una faceta insospechada, coloquial, íntima y humorística.
Fue el punto alto de la reunión; el momento mágico en que se entró en interacción con el auditorio, que súbitamente se transformó en protagonista de la historia que se narraba.
Bastó para ello con que el expositor abandonara el respaldo del papel escrito y se lanzara, puntero en mano, a improvisar los comentarios de las proyecciones de las fotografías del libro en una pantalla amplificadora.
Por detrás de esa vidriera desfilaron hombres y mujeres en la fraterna amalgama de la vida; celebérrimos profesores junto a «leucocitos» que con el tiempo lograrían méritos y fama. Vecinos junto a familiares, figuras políticas nacionales e internacionales junto a humildísimos compañeros de camino.
Pero lo realmente inolvidable para quien lo haya presenciado es la gestualidad que la improvisada crónica indujo en los rostros de los presentes, sorprendidos y emocionados por verse a sí mismos en plena juventud, por revivir la imagen de compañeros que volvían del pasado, por el tiempo recuperado, por la ilusión de la permanencia, por efímera que fuera.
Seguramente eso no lo puede registrar cámara alguna y sea imposible de reproducir a través de la crónica. Todo se lo llevaron esos hombres y mujeres pecho adentro y tal vez la magia de ese momento en que la historia se hizo remanso valga más que cien enciclopedias.
«La palabra del mundo»
En el final, la palabra sencilla y llena de emoción del «ciudadano de tres mundos», del hombre gaucho, del embajador de lujo, del amigo de todos, del que no requirió de convocatorias para llenar el salón de actos del SMU.
Su agradecimiento a todos, su voz mesurada, su mano fuerte estrechando manos que entretejieron con él historias, las dedicatorias a los libros que le extendían y el diálogo, uno por uno, hasta que el salón quedó vacío y se marchó, el último de todos con algo -que sólo él sabrá- corriéndole por dentro.
Es necesario dedicar algunas líneas a otras intervenciones que jalonaron el encuentro, precisamente porque vienen de vertientes no médicas, sino de las vivencias comunes y de la amistad enraizada en el tiempo.
Destacar la carta del ingeniero Herbert Donner celebrando el libro -con palabras de Octavio Paz- como espacio en que «el escritor dice su verdad singular», pero que «en sus momentos más intensos se oye en ella la palabra del mundo». Recordó asimismo conceptos de Ben Gurion referidos al papel del libro para la cultura judía, fundamental como soporte de su peculiar sentido de la perspectiva histórica.
Luego, la palabra de Jaime Chaffer, abogado y protagonista de uno de los capítulos más disfrutables del libro («Contrapunto entre amigos»), que rememoró historias de juventud en la casa de Julio Herrera y Obes, del club Kadima, de la máquina aurinegra del 49, de un heroico Maracaná hecho símbolo, subiendo como buena nueva desde las calles del barrio Sur, hecho ritmo en los tambores que lo traían a cuestas.
Al cabo, no es preciso abundar en detalles, todo está presente en esa historia de vida que urdió Jaime Sznajder junto a Silvia Scarlato, verdadera miscelánea de un hombre y su tiempo, inolvidable por más de un concepto.
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